Los asiáticos llegados a Tenerife esperan en el puerto su expulsión
La Voz de Galicia, 16-09-2006España negociaba anoche la repatriación de unos 165 paquistaníes, indios y esrilanqueses indocumentados que llegaron el jueves a Canarias en un buque pesquero, y que fueron desembarcados y trasladados ayer a un depósito de Salvamento Marítimo del puerto de Santa Cruz de Tenerife.
Los clandestinos que viajaban a bordo del pesquero Al Mari, fueron subidos a autobuses y trasladados a un gran depósito ubicado en el puerto, a unos 200 metros de los muelles, según indicaron fuentes de la Delegación del Gobierno en el Archipiélago.
El barco, sin bandera y en estado deplorable fondeó frente al puerto de Santa Cruz en la noche del jueves, y fue autorizado a atracar a las 11.30 de ayer. El Gobierno prohibió primero a sus ocupantes desembarcar del buque, ordenó que la policía los identificara e inició las gestiones diplomáticas para devolverlos cuanto antes a sus países de origen. Los extranjeros permanecieron en la cubierta de la nave hasta las 16.30 horas, cuando la policía comenzó a desembarcarlos.
Los primeros en ser evacuados del buque sin bandera fueron cinco presuntos miembros de la tripulación, de origen africano, que fueron conducidos a dependencias policiales, donde quedaron detenidos tras ser acusados de tráfico de seres humanos.
En la noche del jueves, el Ejecutivo había autorizado a las fuerzas de Seguridad a trasladar a tierra otros 18 viajeros del barco para ser atendidos a causa de su mal estado de salud. Ayer por la mañana, dos de esas personas permanecían hospitalizadas en dos centros tinerfeños, y los 16 restantes habían sido trasladados a la comisaría Sur de Tenerife. El resto, explicó la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, recibieron en el buque asistencia de primeros auxilios.
Un enjambre de agentes de la Guardia Civil, policías y socorristas se congregaron en una de las dársenas de Santa Cruz para presenciar la llegada del buque, con el casco oxidado y pintado de rojo y azul. Una vez que fue amarrado al muelle, los agentes abordaron el navío para inspeccionarlo y entregar galletas y bidones de agua a los clandestinos. «Se tiraron encima de las galletas como animales. Tenían cara triste, decaída, se apoyaban unos contra los hombros del otro, débiles y hacinados», dijo un agente de la Autoridad Portuaria que subió al barco y no quiso identificarse. «Son todos hombres y hay un par de menores», añadió el funcionario. «Esta gente venía muy hecha polvo para tenerla tanto tiempo al sol. Estaban entumecidos, no podían mantenerse en pie, estaban muy flojitos», relató Marco, un amarrador del puerto que se acercó al buque. El capitán de Salvamento Marítimo, Antonio Padrón, aseguró que la nave no está en condiciones de volver a hacerse a la mar. «El barco chatarra es básicamente inservible. No está apto para navegar», diagnosticó Padrón en el muelle. «Carece de rueda de timón, se ve que la quitaron y se deshicieron de ella» para forzar un rescate, añadió.
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