Montilla lanza el catalanismo social
El Periodico, 15-09-2006JOAN Tapia
Había expectación el martes para escuchar a José Montilla presentar su programa. Primero, porque es uno de los dos candidatos que puede ser presidente. Segundo, porque releva a Maragall, el único socialista que ha llegado a la presidencia de la Generalitat. El PSC, que ha ganado todas las elecciones legislativas y municipales, se ha estrellado en las catalanas. ¿Por la personalidad de Pujol? ¿Por la abstención de parte de la población inmigrada? ¿Puede Montilla alterar la ecuación?
El tercer motivo es relevante, pero menos visible. A diferencia del español, el socialismo catalán ha tenido líderes de influencia que no dominaban la organización. Pallach y Reventós en la clandestinidad. Reventós, Serra y Maragall, recuperada la democracia. Pero el hombre clave tras la escisión del clandestino Moviment Socialista de Catalunya en 1965 fue, hasta 1994, Raimon Obiols. Nada decisivo se podía hacer sin su bendición. Tras el congreso de Sitges, Montilla empieza a sustituir a Obiols. Si ahora gana, el PSC será un partido similar a CDC o al PSOE, que reunían en una misma persona (Pujol o González) al líder que ganaba elecciones y al “patrón” del partido. Y ello haría al PSC más operativo. Aquí y en Madrid.
Montilla se lanza a la batalla con la bandera del catalanismo social. Hay que parar los pies a Mas en la identificación con Catalunya. El catalanismo que confía en el nuevo Estatut frente al nacionalismo, que fue aliado en el referendo. El toque personal: la confesión de que un empresario del Ibex-35 le recomendó no dejar un macroministerio por algo incierto. Pero que la ambición de ser presidente de su país está por encima. Montilla tiene su sueño catalán: un catalán de elección puede ser president. Y la presencia de los consellers de Maragall muestra la voluntad de no abjurar de un Govern que, pese a todo, los catalanes aprueban (33,6% frente a 18%, y 42,7% que lo tildan de “regular”, según el CIS de ayer).
Contra el pragmatismo liberal de Mas, Montilla esgrime un Estado del bienestar que aúne el dinamismo de la economía de mercado con la fiscalidad progresiva y las políticas sociales que garantizan la cohesión. No es la socialdemocracia tradicional (hay que adaptar el Estado del bienestar). Pero no retroceder: el gasto social es inferior al de los países del euro.
Y además está el reto de ocupar el terreno central. Así, lanza una serie de mensajes: cinco compromisos personales; toque de atención sobre la seguridad… y el discurso realista sobre inmigración que viene repitiendo desde hace años. La economía la necesita. La inmigración no controlada lleva al desastre. En ningún caso debe dañar los servicios sociales. El inmigrante tiene deberes con su nuevo país. Montilla lanza el “catalanismo social”. El resultado, el 1 de noviembre.
(Puede haber caducado)