A finales de agosto, el nuevo centro de La Esperanza se convirtió en la cuarta instalación para menores inmigrantes de Canarias. Hace apenas unos días, la sobreocupación del emplazamiento (había 115 muchachos para las 82 plazas previstas) obligó a usar un campamento de verano cercano para alojar a 100 chicos más, señala uno de los coordinadores que atienden a este colectivo. Ahora están repartidos entre las cabañas y el salón de televisión que hay en el recinto, pero ya se plantea la necesidad de levantar tiendas de campaña para otro centenar que están en la comisaría del sur a la espera de que se acredite su edad y sean identificados. Porque siguen llegando a las islas: este año se ha superado el medio millar de muchachos. La bolsa de menores extranjeros no acompañados que arriban a Canarias crece porque desde el 2003 no se han producido repatriaciones y son los únicos indocumentados que, por ahora, no son derivados a la Península. Una situación que puede cambiar si el ministro Caldera consigue el apoyo de las comunidades autónomas para acogerlos.