EL ZOO DEL SIGLO XXI / KEITH ELLISON
¿Un musulmán en el Capitolio?
El Mundo, 14-09-2006CARLOS FRENEDA. Corresponsal
NUEVA YORK.-
Afroamericano, progresista y converso al islam, es el retrato robot del favorito por Minnesota para las legislativas de noviembre Keith Ellison procura no revolver más de la cuenta en cuestiones de raza y religión, pero hay que ser muy corto de vista para pasar por alto la triple condición de musulmán, afroamericano y progresista, del vencedor por goleada en las primarias demócratas y favorito en las elecciones legislativas de noviembre. Ellison, 43 años, hijo adoptivo de Minnesota, aupado a lo más alto por un electorado predominantemente wasp (blanco, anglosajón y protestante, en inglés), puede entrar en la Historia como el primer «converso» al islam en ocupar un escaño en el Congreso de EEUU.
¿Su secreto? «Procuro que mi fe no haga mucho ruido». ¿Su ambición? «Poner en marcha la iniciativa Peace First, para que la paz y la cooperación vuelvan a marcar las relaciones de este país con el resto del mundo». Con su mensaje pacifista y liberal, pidiendo la retirada de Irak, la justicia económica y el seguro médico universal, Ellison se ha metido en el bolsillo a la parroquia progre del quinto distrito de Minnesota. Los sindicatos y los granjeros contribuyeron lo suyo al milagro del candidato negro y musulmán, que aspira ahora a hacerse con el escaño que deja vacante el congresista Martin Sabo.
Ellison, devoto de Martin Luther King, parece haber heredado sus dotes de orador. Bajo su apariencia afable se esconde un consumado predicador que domina como pocos el lenguaje de los gestos y es capaz de dar saltos en el estrado en pleno trance político. Cuando las cámaras le apuntan de cerca, sin embargo, su voz suena pausada y convincente: «Mi fe es parte de mí. Mi fe sirve para recordarme que debo ser humilde, amable, considerado, justo y respetuoso».
«Y quizás sea doblemente bueno que haya un musulmán en el Capitolio», reconoce. «Porque así nuestra comunidad se sentirá parte del cuerpo político, y los americanos verán que hay voces moderadas en el islam, que el rostro de un musulmán puede ser como el de cualquier otro».
Antes de venerar el Corán, Keith Ellison bebió de la sangre de Cristo. Se educó como católico, hijo de una familia de clase media en Detroit. Su padre era médico y su madre, trabajadora social. Se crió con tres hermanos: uno médico, otro predicador y otro abogado, como él. Su madre les dio las primeras lecciones de «justicia económica», bregando con la comunidad negra en los suburbios de la ciudad.
La conversión al islam llegó luego, a los 19 años, cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Minnesota. Ya por entonces cortejaba a la que luego sería su esposa, Kim, madre de sus cuatro hijos.
A mediados de los 90, su fe le llevó por la senda sinuosa de la Nación del Islam, del controvertido Louis Farrakhan. Su paso por el grupo radical es el punto más oscuro de su biografía, explotado de antemano por sus dos futuros rivales, el republicano Alan Fine y el independiente Tammy Lee. Durante las primarias demócratas, Keith Ellison condenó sin paliativos los excesos de Farrakhan y se esforzó por exhibir el rostro moderado del islam. Como prueba definitiva de su tirón popular, logró el apoyo de un periódico judío de Minneapolis.
Su bagaje social habla entre tanto por él. Como abogado de oficio, se erigió en defensor de «los más pobres y vulnerables». Indignado por la reforma de impuestos y por los recortes sociales del presidente Bush, se presentó en el 2002 como candidato a la Asamblea estatal de Minnesota, y así fue adquiriendo el necesario rodaje político.
Su fe quedó en principio muy en segundo plano. En su salto a la política, Keith Ellison se autoproclamaba heredero del espíritu indeleble de Paul Wellstone, el celebérrimo senador de Minnesota, la promesa del ala progesista del Partido Demócrata. Pese a sus convicciones religiosas, Ellison se ha mostrado partidario del derecho al aborto y a favor de los matrimonios gays. En los últimos meses ha criticado duramente al Congreso por la «pretensión de convertir a los inmigrantes en delincuentes». Tampoco ha ahorrado críticas a sus correligionarios por el apoyo a la guerra de Irak.
Keith Ellison es ya un héroe local en Minnesota. Su campaña ha servido para movilizar a la comunidad musulmana, y en especial a los inmigrantes somalíes, que han aportado la música a su sonada campaña. «Si Ellison entra en el Congreso, será un paso de gigante para nuestra comunidad», sostiene Corey Saylor, portavoz del Consejo de las Relaciones Americano – Islámicas (CAIR).
El presidente de la Alianza Americano Musulmana (AMA), Agha Saeed, se muestra sin embargo algo más cauto: «Una persona no es suficiente para lograr un cambio… A menos que esa persona marque el principio de una nueva actitud social y política». Según el AMA, un centenar de candidatos musulmanes participaron en el 2004 en las elecciones legislativas, estatales y locales. Los dos que se presentaron al Senado y al Congreso no pasaron de las primarias. Ellison quiere romper el maleficio y erigirse en representante de esos seis o siete millones de musulmanes sin voz en EEUU, fiel al lema con el que se ha abierto camino en la vida: «Es más fácil sacudir un árbol que esperar a que maduren los frutos y hacer mermelada».
LO DICHO Y HECHO
«Es bueno que los norteamericanos vean que existe una cara moderada del islam»
1963: Nace en Detroit. 1983: Se convierte al islamismo. Estudia Económicas en la Universidad de Wayen y Derecho en la Universidad de Minnesota. 1988: Se casa con Kim, tiene cuatro hijos. 1995: Milita durante varios meses en la Nación del Islam de Louis Farrakhan. 2002: Da el salto a la política y es elegido representante en la Asamblea estatal de Minnesota. 2006: Presenta su candidatura al Congreso, vence las primarias demócratas.
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