LUIS IGNACIO PARADA/

LA teoría de los sistemas de Abbott viene a decir, más o menos, que «un sistema es un conjunto mal ensamblado de partes no integradas que forman un todo caótico». Parece como si se estuviera refiriendo al sistema de gobierno de algunos países en los que sus dirigentes hacen alquimismos económicos y experimentos sociales, como el patrocinio de una OPA,sin tener en cuenta los intereses de sus accionistas y creando un conflicto internacional, o la regularización de inmigrantes en contra de la opinión de otras naciones a las que luego se les pide ayuda para salir del desbarajuste que sus decisiones han creado. De esos dos problemas, en los que el Gobierno español se ha metido él solito sin ayuda de nadie, ha hablado ayer el presidente del Gobierno con la canciller de Alemania. Y una vez más, en las declaraciones posteriores al encuentro, las palabras no tienen nada que ver con los hechos.

Zapatero ha dicho que el Gobierno espera que el recurso presentado por E.ON a la decisión de la Comisión Nacional de la Energía sea satisfactorio para los intereses de la compañía alemana y de los consumidores españoles. Para que eso fuera así, el regulador debería retirar la mayor parte de las 19 condiciones de venta de activos que impuso a la eléctrica alemana. Bruselas las considera incompatibles con la normativa comunitaria y ha pedido explicaciones a Madrid. España tiene de plazo hasta hoy, para enviar su respuesta. Pero, por mucho que hayan pactado Zapatero y Merkel, a cambio de buenas palabras en alemán para el acuciante problema de la inmigración en España, la contestación no se va a producir hasta después de las elecciones catalanas del 1 de noviembre. En política, las palabras no pueden servir para ocultar lo que se piensa. Y lo que se piensa es que a ver quien se arriesga a perder el gobierno de la Generalidad dejando en ridículo a Montilla por su manipulación para que la catalana Gas Natural se engullera a Endesa por cuatro perras.