Laura Restrepo: «Hablar de democracia en tiempos de Gaza es un chiste»

En «Soy la daga y soy la herida» la autora colombiana perfila una reveladora parodia de los tiempos actuales

La Razón, Concha García, 22-12-2025

Son tiempos de tragicomedia. De caos y terror. De inquietud. Una época quizá sólo narrable a través del sarcasmo.

Laura Restrepo

recurre a cierto humor para dar forma a una novela que funciona como extraordinaria parodia de los tiempos actuales. En

«Soy la daga y soy la herida» (Alfaguara)

, la colombiana ubica a Abismo como protagonista de este «brutal noir»: un dios cruel y caprichoso, de cuyo juicio dependen la vida y la muerte. Misericordia Dagger es uno de sus metódicos verdugos, de obediencia extrema hasta que conoce a Dix, la nieta de su próxima víctima.

Ha vivido en España diez años, pero en enero que volvió a Colombia. ¿Lo echaba de menos?

Está muy interesante allá la realidad, vital y peligrosa, enfrentados a Trump, que no es poca cosa tenerlo de vecino. Tenía, después de una década empapándome de lo europeo, la necesidad de volver a sentirle el pulso a América Latina. Colombia es una mezcla fuerte. Sigue siendo un país con una alta dosis de violencia, pero también con una gran fascinación por la cultura y la lectura.

¿Esa pasión transmite a los autores algún sentido del deber social?

Está muy ligado. La política, la literatura y la acción social están muy cercanas. Nuestros relatos están muy ligados a esa lucha de la gente por la sobrevivencia. Al sentir la posibilidad de la muerte más cercana, se genera una avidez por vivir muy grande, y hay una energía especial. En Europa la calle también está muy viva, ha despertado de una forma fascinante.

¿Ha despertado lo suficiente?

Vivimos épocas terminales. A menos de que haya un despertar poderoso y profundo, estamos bajo una doble tenaza. Por un lado, el ecocidio, la destrucción sistemática del único hábitat que tenemos. Por el otro, el genocidio, que es una realidad aplastante. La herramienta del poder absouto hoy es la muerte masiva. Sin la intermediación jurídica, sin el respeto por los derechos humanos, lo que se necesita es una revolución cultural y espiritual muy profunda.

En su libro, ¿Abismo representa a ese poder que cuenta con sus propios verdugos?

Sí. He querido representarlo con la parodia, porque en medio de la impotencia que tenemos, sólo nos queda la palabra. Esos poderes absolutos y autocráticos tienen unos egos más grandes que el mundo, y lo único que desinfla eso es el humor. Vivimos un mundo sin dios ni ley, y no podía seguir escribiendo como lo he hecho hasta ahora. La novela tiene que quitar caretas, tiene que mirar con más desparpajo la realidad. ´

En la cultura actual, ¿quién representa mejor la realidad?

Banksy. Sus imágenes, su anonimato y su expresión sobre los muros, de gran potencia y rebeldía, destaca sobre todas las demás formas culturales.

En la novela, cuando Misericordia se enamora de Dix, sus obediencia se tambalea. ¿Hay ética en la violencia?

Misericordia tiene una ética del profesional estricto. Cumple con su orden, que es cortar cabezas de manera fría. No hay crueldad en él. Pero cuando se enfrenta a Dix empieza a desquebrársele el esquema, y la rebeldía empieza a germinar en su cabeza. Así creo que el libro, más que hablar sobre la crueldad, nos recuerda que estamos viviendo una época de terror. El terror de la Revolución Francesa se queda pequeño en comparación con el actual.

En su activa trayectoria, ha llegado hasta la periferia de Gaza. ¿Confía en el ser humano?

Siempre. Me deslumbra el ser humano, siempre me ha cautivado. En mis obras no hay tristeza ni depresiónl Siempre me ha encantado en mi ya largo paso por la vida ver cómo la vocación de alegría está siempre presente. No creo en finales felices ni apoteósicos, por eso no contrapuse en la novela a un malo y un bueno. Todos somos la herida y un poco la daga, y en medio queda la dignidad.

Escribe «orgasmos masivos del circo romano ante el opaco brillo de una testa mutilada». ¿Son las redes sociales los actuales espectáculos de gladiadores?

Sí, el genocidio y el ecocidio han estado mezclados con el espectáculo. Algo deplorable, pero también lo único que nos ha permitido contemplar lo que sucede. Estamos conectados a través de las redes sociales, por ellas circula lo que no llega por la prensa o por el filtro de ciertos patrones de censura o de lo políticamente correcto.

¿La democracia está en crisis?

Hablar de democracia en tiempos de Gaza es un chiste. No tiene asidero en las instancias de los países más poderosos. Hay que reinventarla a partir de la simple consideración del otro, del respeto por la vida. Las nuevas generaciones tienen la responsabilidad enorme de empezar casi de cero, porque el desplome ha sido total.

¿Hay alguien a quien admire?

A los gobiernos que han tenido el valor de enfrentarse. Colombia fue el primero que censuró la acción de Israel, pero también México, Brasil o España. Se está dando un renacer de los pueblos en la conciencia del horror. Estamos en un momento de terror porque no va a ser sólo Gaza. En el Caribe ya hay condena de muerte a priori. Lo que se aplica con los inmigrantes en EE UU y Europa también es una inclemencia atroz.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)