Acción, reacción. El atentado en la playa Bondi de Sídney el pasado domingo ha supuesto un sonoro toque de atención para Australia, que hasta ahora … se sentía libre de la amenaza terrorista. Y para hacerle frente, aunque no es un país en el que resulte sencillo adquirir armas de fuego, el primer ministro, Anthony Albanese, anunció el martes el endurecimiento de la legislación al respecto con la introducción de un Registro Nacional de Armas, así como la introducción de más controles en el proceso para conceder las licencias.

Ayer, Albanese fue un paso más allá y avanzó una nueva legislación contra el discurso del odio, sobre todo el dirigido a la comunidad judía. «Las nuevas leyes irán contra quienes diseminan odio, división y radicalización», afirmó, añadiendo que cualquiera de esas lacras supondrán un agravante en otros delitos. Además, la Administración contará con mayores poderes para conceder y retirar visados a turistas e inmigrantes . «Todo judío australiano tiene derecho a sentirse seguro, valorado y respetado por la contribución que hace a nuestra gran nación», justificó. De manera adicional, un grupo de trabajo analizará el sistema educativo y hará las modificaciones necesarias para «prevenir, abordar y responder adecuadamente al antisemitismo» en las aulas.

De momento, quienes ya trabajan a destajo son las fuerzas de seguridad, que ayer desplegaron un imponente dispositivo para arrestar en plena calle de Sídney a siete hombres que viajaban en dos vehículos. Armados hasta los dientes, los agentes los sacaron e inmovilizaron sobre el asfalto.

Según fuentes policiales, actuaron porque «se recibió información sobre un plan para llevar a acabo un acto violento». Aunque oficialmente no trazaron una relación entre los detenidos y el atentado que acabó con la vida de 15 personas, diferentes fuentes afirmaron que los detenidos planeaban atacar a las personas que se acercan a mostrar sus respetos por las víctimas.