La decisión de la Unión Europea de endurecer su política migratoria, con medidas que agilizan las deportaciones y recortan los fondos de apoyo a sus … Estados miembros con más personas sin documentos, supone finiquitar la política de puertas abiertas instaurada por Angela Merkel –presumiblemente una de las razones que precipitó su final en Alemania, unido al declive económico– y abrazar el modelo de la italiana Giorgia Meloni, abanderada de los controvertidos centros de internamiento en terceros países. Este giro radical en una gestión tan sensible busca frenar el número de inmigrantes llegados de forma irregular a las costas mediterráneas, con España como uno de los destinos principales, antes de reubicarse por el centro y el norte de Europa. Los Veintisiete sostienen que el control también es necesario para evitar con una visión más pegada a la realidad el avance de posiciones ultras en las urnas. Pero llama la atención que el volantazo lo lideren los departamentos de Interior y Seguridad de la UE cuando se trata de abordar una crisis humanitaria que exige no descuidar la cobertura social, si Europa quiere mantener sus valores fundacionales de solidaridad y respeto a los derechos humanos.