'The Base', Vox, Aliança Catalana y David Lane
Público, , 02-12-2025La población española no crece, es reemplazada’, decía la diputada de Vox, Rocío de Meer a principios de este año. “No fomentan la natalidad española, sino la inmigración descontrolada”, insistió la diputada ultra hace unas semanas. “El futuro de este país es tenebroso”, afirmó en una publicación en X ante el nacimiento de un bebé de madre marroquí en un pequeño pueblo zamorano. Son los mantras, los miedos y los odios que las extremas derechas vienen difundiendo en todo el planeta para justificar sus medidas racistas y xenófobas, y a las que ya nos hemos habituado de una manera alarmante. No solo por su toxicidad, sino por haber normalizado una mentira, una estrategia de deshumanización, criminalización y alteridad que recuerda al guion que siguieron los nazis en los años previos al Holocausto.
Todo este argumentario sacado de las ciénagas neonazis se ha instalado en la política mainstream y se cacarea día sí día también desde tribunas políticas, redes y medios de comunicación. No hay ninguna diferencia entre lo que dicen unos y otros, aunque cambien la estética, los escenarios y las formas. El fondo es el mismo: la raza (o en su versión light, ‘la civilización’) está en peligro, y debemos tomar medidas urgentes para preservarla. Por eso, el trasvase de militantes neonazis a las nuevas formaciones de extrema derecha es habitual en Europa. Ahora podéis defender lo mismo de siempre, pero siendo considerados una opción democrática y legítima, y podemos conseguirlo mediante los votos. Así lo han entendido todos los nazis y fascistas que nutren las filas de Vox, de Alternativa por Alemania o del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. Y que no son pocos. Los últimos, los cabecillas del fracasado partido Hacer Nación, que se han integrado en las filas de Vox recientemente.
“Hay una causa crucial que os necesita y es la supervivencia de nuestra raza”, decía uno de los neonazis detenidos esta semana en Castelló, perteneciente a la célula española de la organización terrorista internacional The Base. El periodista de Público, Danilo Albín, logró acceder a algunas de sus publicaciones en una red social rusa. El argumentario es ya conocido, pero los monstruos que surgen de vez en cuando nos recuerdan su peligrosidad. No tienen nada que ver, dirán. Bueno, alguien pone la masa madre, el prejuicio, la conspiranoia y el odio, y siempre habrá quien quiera ir un poquito más allá, porque la situación es gravísima, dicen.
La supuesta substitución demográfica de la población blanca (o de los españoles, según Vox, o de los catalanes según Aliança Catalana) es una amenaza que se debe combatir, insisten. Es la misma canción que suena de fondo ante las famosas 14 Palabras del terrorista nazi David Lane, una especie de rezo supremacista que resume su credo: “Debemos asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para los niños blancos”. No hay ninguna diferencia entre todos estos discursos, lo diga un neonazi armado, una diputada española o una alcaldesa catalana. Unos ponen las bases, la idea principal, con los ingredientes habituales: deshumanización de un grupo de personas, miedo ante una amenaza inminente y necesidad urgente de autodefensa.
La desarticulación de esta célula neonazi en nuestro país no es una simple anécdota ni representa un caso único. En España, desde hace más de 20 años, se han ido instalando diversas organizaciones neonazis armadas, algunas de ellas como franquicia de una marca internacional, como Blood & Honour o Hammerskin, ambas desmanteladas por la policía en 2005, o autóctonas, como el Frente Antisistema o Antas Klan. También hemos conocido la existencia de lobos solitarios dispuestos a ir más allá en su defensa de la patria y de la raza, como el francotirador que pretendía matar a Pedro Sánchez por haber sacado a Franco del Valle de Cuelgamuros, y que nunca fue acusado de terrorismo por ello.
La novedad con la operación contra The Base es que ha participado Europol y aquí la acusación de terrorismo era inevitable, algo que se evitó, sin embargo, con otros grupos nazis desarticulados anteriormente con muchas más armas que estos. No es por quitarle peligrosidad a esta célula nazi, ni mucho menos, pues tal y como han desvelado los investigadores, preparaban un atentado inminente. Pero no es ninguna anomalía que estos grupos se multipliquen en estos tiempos en los que sus ideas encuentran un acomodo inédito en una parte del sentido común.
Los grupos neonazis y fascistas se sienten arropados y empoderados por un discurso cada vez más normalizado que los avala. Las cacerías racistas promovidas mediante bulos y discursos de odio como en Torre Pacheco no distan demasiado de los planes terroristas de los detenidos en Castelló. En ambos casos, la idea es la misma. Solo cambia el método y el lugar. Para neutralizar estas amenazas no basta con ir a los foros encriptados de los nazis, sino acabar con todo el discurso de odio que se vomita tan alegremente desde medios e instituciones. La relación no puede ser más obvia.
Aunque nos tranquilice por un momento ver que a los más fanáticos se les detiene de vez en cuando, la semilla está sembrada, y detrás de The Base, vendrán más. O lo asumimos y actuamos en consecuencia para evitarlo, o después nos sorprenderemos cuando otros burlen a las autoridades y lleven a cabo cualquier atrocidad. Como sucedió en Utoya, en Christchurch, en El Paso o en Hanau. Ejemplos de terrorismo de extrema derecha reciente tenemos a patadas, por mucho que Isabel Díaz Ayuso se empeñe en hablarnos de ETA.
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