De temporero a dueño de dos negocios: así es como Abde Ssamad construyó su futuro en Oviedo

La historia de este marroquí de 32 años es digna de admirar. El joven se ha convertido en todo un ejemplo de superación y perseverancia

La Voz de Galicia, Esther Rodríguez, 01-12-2025

Apesar de los importantes avances alcanzados en las últimas décadas, el Norte de África sigue teniendo muchas asignaturas pendientes. Uno de los problemas que aún persiste se encuentra en el mercado laboral, donde a la precariedad se suma la falta de empleos dignos. Como consecuencia, gran parte de los marroquíes se ven obligados a abandonar su país en busca de un futuro mejor. Es el caso de Abde Ssamad. A este joven no le quedó más remedio que hacer una de las rutas migratorias más mortales del mundo para tener oportunidades en la vida. Tras la complicada travesía, encontró en Oviedo la esperanza que tanto anhelaba.

Era mediados de 2015 cuando tomó la difícil decisión de separarse de su familia para cruzar el mar Mediterráneo, cuyas aguas cada año se convierte en un verdadero cementerio para miles de migrantes que buscan mejores condiciones sociolaborales. Sabía perfectamente el riesgo que corría, pero se vio obligado a jugarse la vida a una sola carta. No lograba encontrar trabajo, a pesar de contar con estudios en informática y gestión empresarial, así que, si quería prosperar, debía arriesgarlo todo. «Mi futuro estaba perdido, ya no sabía qué hacer, con lo cual opté por marchar de mi país para intentar tener oportunidades», confiesa a sus 32 años.

Se puso, por tanto, en contacto con redes ilegales de tráfico de personas para poder llegar a Europa, el continente que podía ofrecerle un futuro distinto. Con el fin de obtener el billete de ida, tuvo que viajar hasta Libia, donde se enfrentó a condiciones extremas para conseguir un pasaje que le permitiera cruzar el Mediterráneo. «Fue una situación muy difícil. Pasamos casi tres semanas en un país que estaba en guerra», asegura el joven marroquí, quien en todo momento estuvo acompañado de dos amigos que también se unieron a la travesía.

Cuando se marchó de su país en busca de oportunidades de futuro, Abde tenía 22 años
Cuando se marchó de su país en busca de oportunidades de futuro, Abde tenía 22 años
Cuando, por fin, llegó el momento de subirse a la patera, no pudo evitar emocionarse. Tenía sentimientos encontrados. Por un lado, sabía que era la manera de alcanzar un futuro mejor, pero por otro debía despedirse de todo lo que conocía. «Fue muy doloroso separarme de mi familia, y también lo fue para ellos porque no sabían si iba a llegar vivo o no», reconoce. El joven marroquí, que entonces tenía 22 años, pasó dos días a la deriva en el mar, junto a «unas 300 personas a bordo de un barco de pesca de apenas 12 metros de eslora».

Tras una dura travesía, arribó en Sicilia, donde fue acogido por un centro de migrantes.Permaneció en este lugar, que brinda asistencia básica y protección temporal a migrantes, durante dos semanas. Luego, tras agotarse los recursos, él y sus amigos tuvieron que valerse por sí mismos. «Como nos quedamos en la calle y era diciembre empezamos a alojarnos en casas abandonadas o espacios sin gente, ya que no está bien entrar en un lugar y ocuparlo. Comíamos gracias a las ayudas que nos daban en Cruz Roja y otras entidades sociales», cuenta Abde, quien todavía se acuerda del frío que pasaron en estas circunstancias. «No sabíamos como calentar el cuerpo», admite.

Se muda a España y empieza su carrera profesional

Después de estar un mes pasándolo «realmente mal», Abde se puso en contacto con unos familiares suyos que viven desde hace años en España para que pudieran ayudarlo a rehacer su vida. Sin pensarlo ni un segundo más, preparó sus pertenencias y puso rumbo al Levante peninsular. Una vez establecido en Alicante, y al igual que el resto de sus compatriotas, comenzó a trabajar en el sector agrícola. «Me empleé como temporero en las campañas de recolección de frutas —naranjas, mandarinas, melocotones o albaricoques— y de verduras como calabacines, alcachofas, brócoli, coliflor, incluido, perejil y cilantro», precisa.

Moussa Leye: «Cuando llegué a Oviedo y vi que la gente vendía en la calle no me lo podía creer»
Esther Rodríguez

Las condiciones laborales que tenía eran «pésimas»: «trabajaba muchas horas, cobraba poco y además estaba sin asegurar». Sin embargo, no podía quejarse, ya que era la única forma de ganarse un jornal. De vez en cuando, preguntaba a sus vecinos si necesitaban mano de obro para conseguir un ingreso adicional y poder cubrir sus necesidades básicas. Cuando empezó a tener que calcular hasta el último céntimo para poder llegar a fin de mes, optó por cambiar de rumbo profesional. Se puso a buscar trabajos con mejores remuneraciones y un entorno laboral más favorable. «Todavía tengo la humedad metida en el cuerpo de todo lo que trabajé al agua», destaca.

Asturias, su tercer destino

Como además necesitaba regular su situación, buscaba un empleo que le ofreciera la estabilidad que tanto ansiaba. Después de explorar el mercado laboral, en 2019 dio con una sidrería en Asturias que buscaba personal. Como también ofrecían vivienda y comida, no lo pensó dos veces. Aunque no conocía el Principado ni sabía exactamente dónde se encontraba en el mapa, necesitaba un sueldo fijo, así que volvió a hacer las maletas y puso rumbo a la tierrina. Una vez afincado en la región, se colgó el delantal y empezó a echar una mano en la limpieza y también en la cocina de este negocio hostelero situado en Carbayín, en Siero.

Lamine Fam, el senegalés que ha hecho de Oviedo su hogar: «La gente de Asturias es muy buena y abierta»
Esther Rodríguez

Poco a poco fue aprendiendo el oficio, mientras se familiarizaba con las costumbres y tradiciones de Asturias. Como lo de relacionarse con la gente siempre fue lo suyo, más pronto que tarde pasó a ser camarero, encargándose de atender a los clientes y servir las comandas. Al ascender de categoría, empezó a disfrutar de mejores condiciones laborales. No le podía ir mejor, teniendo en cuenta su trayectoria profesional. Y cuando parecía que la vida, al fin, le sonría, de repente el dueño de la sidrería en la que se empleaba le dijo que iba a cerrar el negocio porque le llegaba el momento de disfrutar de su jubilación.

Se convierte en empresario

Lejos de lamentarse, Abde vio la oportunidad y decidió asumir las riendas del negocio, convirtiéndose en el responsable del local. «Empecé a ahorrar para poder pagar el traspaso. Trabajaba 15 horas al día, sin apenas descansos. Cuando tenía que hacer algún recado, aprovechaba para tomar un café rápidamente, porque si quería comprar la sidrería necesitaba ahorrar todo el dinero posible», asegura el joven marroquí, antes de señalar que esta «locura» era, en cierta manera, una forma de asegurarse su futuro.

«Me parecía una gran responsabilidad, pero siempre hay que ser positivo y mirar hacia adelante. Me decía a mí mismo: “Mira de dónde vienes y hasta dónde has llegado, así que esto no te puede asustar”», detalla. Abde tomó las riendas de la sidrería y, aunque lograba ganar lo suficiente para mantenerse a sí mismo y a los suyos, decidió mirar al futuro y apuntarse a un curso de estética. «Quiero poder tener mi propia peluquería», reconoce el joven, que ya ha dado sus primeros pasos en el mundo empresarial. Hace unos meses abrió las puertas de una bocatería en Oviedo, cumpliendo así otra de sus metas.

Abde Ssamad, a las puertas de su bocatería en Oviedo
Abde Ssamad, a las puertas de su bocatería en Oviedo
«El antiguo dueño de la sidrería, que ahora considero un gran amigo, me animó a lanzarme a emprender», relata. Tras encontrar en el bajo número 1 de la calle Jovellanos el espacio ideal, el joven marroquí puso en marcha un negocio de comida para llevar. En él sirve desde bocadillos, hamburguesas y pizzas, hasta sándwiches, raciones y otros platos variados para todos los gustos. La acogida, asegura, está siendo «muy buena» y mientras consolida la cartera de clientes, planea acercar la comida típica de su país a los paladares asturianos. «Es lo que más me gustaría», reconoce.

A sus 32 años, Abde puede presumir de contar ya con dos negocios propios, un logro que refleja todo el esfuerzo y la dedicación que ha invertido a lo largo de los años. El camino hasta llegar aquí no ha sido nada fácil: desde dejar su país, enfrentar rutas peligrosas y trabajar sin descanso, hasta asumir la responsabilidad de emprender. Su historia es un ejemplo de perseverancia y valentía, y sin duda, digna de admirar.
Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)