Femonacionalismo

La Vanguardia, , 27-11-2025

El disputado voto del señor Cayo se llamaba una novela de Delibes, de 1978. Me vino a la memoria leyendo la entrevista de Enric Juliana y Javier Gallego a Santiago Abascal. “Hay un enemigo importante que quiere destruir nuestra sociedad y no respeta a las mujeres”, declaraba: “El rechazo a la inmigración masiva de gentes influidas por el fanatismo islámico va a unificar España” (La Vanguardia, 9/XI/2025).

Igual que al señor Cayo (un aldeano por cuyo voto compiten varios partidos), a las mujeres nos están cortejando desde distintos campos. No es nuevo que lo haga la izquierda. La novedad viene por la extrema derecha, aunque fijémonos en la frase “respetar a las mujeres”. Más que a batucada y “Ni una menos”, suena a guerrero medieval de rodillas ante la Moreneta… Sus motivos son bastante evidentes: al igual que Aliança Catalana, Vox obtiene muchos menos votos femeninos que masculinos.

Lo cierto es que sí están consiguiendo convencer a algunas feministas. De eso habla un ensayo muy interesante que acabo de leer: En nombre de las mujeres, de Sara Ferris. Ferris señala que esa convergencia –que ella bautiza como femonacionalismo – de dos ideologías tan distintas beneficia a una sola de ellas. A los partidos nacionalistas, el discurso de la igualdad les da una bandera respetable para legitimar la xenofobia: el sexismo, vienen a decir, no es un problema nuestro, sino foráneo; ergo, para combatirlo, habrá que señalar y deportar a extranjeros. Resultado, como demuestra Ferris: programas o gobiernos femonacionalistas reducen las políticas y presupuestos de igualdad, aplicando en su lugar medidas punitivistas (y natalistas, enfocadas a aumentar el número de los “nuestros”).

El problema es que es verdad que el fundamentalismo islámico (no el islam en sí, que no debe verse, como bien señala Santiago Alba Rico en su libro Islamofobia, como homogéneo e inmutable) perjudica a las mujeres. Lo expusieron el pasado 29 de octubre en el Col·legi de Periodistes de Barcelona los educadores sociales del barrio del Raval que han fundado la asociación Per Elles, al darse cuenta –nos contaron– de que, contrariamente a sus hermanos, muchas chicas de familia musulmana no iban a colonias, ni de excursión, ni a extraescolares, ni aprendían a nadar, ni las dejaban salir de casa solas, y a menudo acababan contrayendo matrimonios concertados, o forzados. Es algo que llevan tiempo denunciando, en muchos países, movimientos como el francés Ni Putas Ni Sumisas, y que aquí combaten las asociaciones Acesop (mujeres pakistaníes) y Valentes i Acompanyades, también presentes en el acto.

La convocatoria recibió el apoyo de partidos de derechas (esos que, como Aliança Catalana o Junts, quieren prohibir el velo, sin proponer nada más), pero los de izquierda, que habían sido invitados (incluidos responsables institucionales de igualdad, educación o infancia), brillaron por su ausencia. ¿Por qué? ¿Por miedo a que se les acusara de racismo o islamofobia? (Sería injusto: criticar actitudes fundamentalistas no es criticar a la comunidad ni la religión). ¿Por indiferencia hacia esas mujeres y niñas? Sin duda es más fácil tratar con hombres, como los imanes, que tienen más poder, aunque nadie les haya votado.

Si con la derecha nunca nos hicimos ilusiones, la incomparecencia de cierta izquierda –esa que se autodefine “feminista”, pero “por la diversidad”– en este tema supone una enorme decepción. Algo que ponen en palabras dos autoras que recomiendo, una nacida en Nador (luego, desde los ocho años, en Vic) y otra en Melilla. Termino citando algunas de sus frases.

De Najat el Hachmi, en Siempre han hablado por nosotras : “La izquierda lucha contra las injerencias de la Iglesia, pero si se trata del islam, estas prevenciones desaparecen. Lo que quiero para mí es poder participar en la procesión del Coño Insumiso, pero para las otras, organizo talleres de pañuelo”.

De Mimunt Hamido Yahia, en su libro No nos taparán : “‘Feministas’ que nos dicen que hay que respetar las costumbres y tradiciones de nuestra cultura. ¿Cuándo han respetado ellas las costumbres y tradiciones machistas españolas?”. “Los hombres tienen derecho a asumir ideas universales, ¿las mujeres no?”. “Respeto a ‘costumbres’ por delante de los derechos humanos es racismo disfrazado de progresía”.

Nada que añadir.

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