Carmen Merino

En momentos como estos no parece razonable que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el PSC se enzarcen en una discusión sobre si el mercado laboral español está en condiciones de incorporar más inmigrantes o si, por el contrario, ya no puede absorber más y no cabe albergar la esperanza de nuevos procesos de regularización, sino la de resultar expulsados si se carece de los correspondientes papeles.

Sin duda en una y otra posición – la primera a cargo del secretario de Empleo, Valeriano Gómez, y la segunda propiedad intelectual de Pepe Blanco, secretario de Organización del PSOE – hay su parte de razón. Lo que en absoluto resulta mínimamente  aceptable es meter al país en una discusión pública de esta naturaleza en plena crisis migratoria por tierra, mar y aire.

Sobre Blanco han caído no sólo el secretario de Empleo, que opina que «España seguirá necesitando durante mucho tiempo el concurso de la población inmigrante», sino también la CEOE, UGT y CC.OO. Y no se trata sólo de una discrepancia semántica, porque es claro que el dirigente socialista se refiere a cortar la sangría de sin papeles mientras que Valeriano Gómez, sindicatos y patronal sólo pueden defender – estaría bonito – la incorporación al mercado laboral con todos los sacramentos de la mano de obra que se vaya demandando, con independencia de su nacionalidad o procedencia.

Pero el secretario de Organización socialista no habla por hablar. Ha dicho lo que quería decir, aunque quizás haya estado guiado por ese puntito de mala conciencia que provoca en los socialistas las últimas regularizaciones y el rapapolvo que les está propinando Europa por unas consecuencias que entre todos tendrán ahora que paliar.

Además, y de rondón, el dirigente socialista ha dejado una advertencia en el aire. El PSOE no hará ninguna nueva regularización, y si la situación se desborda como en las ocasiones precedentes y es preciso tomar alguna medida al efecto para, entre otras cosas, integrar a los inmigrantes en el sistema también en el capítulo de los deberes tributarios, todos van a tener que salir en la foto. «Si todo el mundo cree que alguna modificación podría contribuir a resolver el problema, se podría contemplar pero cualquier cambio debe ser fruto del diálogo y el acuerdo de todos». Blanco y en botella para que el Partido Popular lo entienda.

La cuestión es de oportunidad. Y en estos momentos parece más oportuno lanzar un mensaje contundente como el de Blanco que andarse con sutilezas – semánticas y de todo tipo – que puedan alentar el tráfico ilegal de personas, la explotación de los inmigrantes irregulares o el desbarajuste de los servicios.