“No quieren ver a negros en sus calles”: el cierre de hostales en Algeciras desata denuncias de racismo institucional

El Ayuntamiento ordena clausurar dos alojamientos del barrio de La Caridad al considerar que funcionan como “centros asistenciales encubiertos”

El Diario, Pedro Espinosa, 27-11-2025

En el barrio de la Caridad de Algeciras, por la proximidad con el puerto, hay una constante vida, un ir y venir de personas. Hay vecinos, viajeros, empresarios, trabajadores… En esas calles abundan hostales baratos que atienden la demanda de trabajadores de los muelles, de turistas de paso y de migrantes, quienes, tras complicadas travesías, han llegado a España con el amparo de alguna ONG.

Desde el pasado verano un conflicto se viene agravando por momentos. El Ayuntamiento de Algeciras ha ordenado el cierre a dos de esos hostales, el Don Manuel, y otro cuya propiedad prefiere no hacerse pública. El gobierno del PP argumenta que estos establecimientos no solo alojan sino que dan asistencia sin permiso a migrantes derivados por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Uno de los dueños lo tiene claro: “Es racismo, no quieren tener negros por aquí”.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado desarrolla una intensa labor en Algeciras, ciudad de entrada y de paso para muchos solicitantes de protección internacional y personas refugiadas. Esta organización ofrece orientación jurídica, acompañamiento social y apoyo en trámites de protección internacional en sus oficinas del Paseo de la Conferencia, apenas unos metros de esos hostales como el Don Manuel. “Para poder alojarlos provisionalmente CEAR contrata esos hostales, por estar en una zona portuaria y céntrica, cerca de servicios sociales, sanitarios y transportes; recurrimos a este tipo de establecimientos porque nos permiten dar una respuesta día a día”, explica José Carlos Budía, coordinador de CEAR en Andalucía.

Inspecciones de la policía
Fue este pasado verano cuando comenzó el conflicto. Fuentes del gobierno municipal que dirige José Ignacio Landaluce (PP) han explicado que todo surgió a raíz de una inspección general llevada a cabo por la Delegación Municipal de Urbanismo con la colaboración de la Policía Local. “No estaba dirigida solo a hostales, sino bares, cafeterías, restaurantes, tiendas, supermercados, establecimientos hosteleros e incluso a la comprobación del estado de inmuebles y fachadas”, apuntan.

Fue durante esas actuaciones, según el Ayuntamiento, cuando se detectó, entre otras deficiencias, la utilización de hostales como centros asistenciales improvisados en lugar de alojamientos turísticos. “Ante esta grave situación el Ayuntamiento no tuvo más opción que proceder a tomar las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de la legislación vigente”, explican las mismas fuentes.

A Javier Villa, uno de los dos socios que dirige ahora el Hostal Don Manuel, le pilló esta inspección con el hostal recién adquirido, recogiendo el testigo de un establecimiento con años de solera. Acababa de estrenar también al CEAR como cliente para alojar a estos refugiados. “Compramos en junio y en agosto empezaron las visitas extrañas de la policía”, recuerda. “Entraban a preguntar si éramos un centro de acogida, cuando es evidente que somos un hotel; no había ningún incidente, ningún problema con vecinos, nada, pero venían y venían”, relata el hostelero.

Versiones enfrentadas: “racismo” vs. “seguridad”
El responsable del hostal defiende que su negocio cumple escrupulosamente la normativa: licencia hotelera, habitaciones turísticas, desayuno y cena para quien las contrate. “Alojamos a quien venga: turistas, trabajadores, agentes de Policía destinados temporalmente al puerto, y también personas derivadas por CEAR. Eso no es un servicio asistencial; es lo que hace cualquier hotel”, afirma.

La sorpresa llegó cuando, según explica, la Policía Local le comunicó de forma verbal y sin notificación oficial que el 28 de noviembre el hostal debía cerrar. “No tenemos ni un papel. Solo una llamada diciendo que Urbanismo ordena clausurar. Es intimidación pura y dura”, lamenta. Villa no duda en señalar el trasfondo: ·No quieren gente inmigrante, ni de color, en una zona céntrica y cercana al Ayuntamiento. No tiene otra explicación·. Su voz no titubea: “Es un tema de racismo”.

El Ayuntamiento de Algeciras lo niega y defiende que sus sanciones tratan, precisamente, de proteger a las personas inmigrantes. “Los centros expedientados no solo carecían de autorización para ejercer como centros asistenciales, sino también de las condiciones sanitarias, de emergencia y de prevención de riesgos, y también estaban excesivamente ocupados. Solo tienen habitaciones con literas, sin más actividad ni alternativas. El tema asistencial es mucho más sensible y el informe elevado obliga al Ayuntamiento a ordenar el cierre de los establecimientos por seguridad de los propios inmigrantes”, argumentan fuentes municipales.

La versión de CEAR difiere de plano. José Carlos Budía, su coordinador, defiende los hostales sólo prestan los servicios que son objeto de su licencia de actividad (alojamiento y manutención), y aclara que “no se prestan servicios profesionales de ningún tipo”. Explica que la atención jurídica, social y el acompañamiento se ofrecen exclusivamente en sus oficinas del Paseo de la Conferencia, donde “queda a disposición del Ayuntamiento para aclarar los servicios profesionales que se prestan a las personas refugiadas” y muestra “su absoluta predisposición para colaborar y trabajar de manera conjunta”.

La asociación de vecinos, a favor del cierre
El Ayuntamiento de Algeciras no entiende el empeño de las ONG en recurrir a estos hostales en el barrio y lamentan el abandono del Gobierno central. “Estas organizaciones cuentan con convenios en vigor suscritos con el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que contemplan el abono de cantidades económicas destinadas a la acogida de extranjeros por lo que la responsabilidad es del Gobierno. Es más, existe un Centro de Acogida Temporal de Extranjeros en la comarca cuya actividad es nula”, aseguran estas fuentes municipales.

El gobierno atiende también así a las quejas que la asociación de vecinos del barrio ha hecho por la presencia creciente de personas “con perfiles complicados”. Su presidente, Antonio Jarillo, cree que en los últimos meses ha habido un “efecto llamada” de los servicios sociales que reparten comida en la calle. “Organizaciones como CEAR y CEPAIM han acaparado prácticamente la totalidad de los hostales, dejando sin plazas hoteleras a una zona que siempre ha sido un punto de acogida para quienes viajan por su cercanía al puerto, la estación de Renfe y la terminal de autobuses”, comenta el representante vecinal.

Jarillo admite que estos alojados no generan conflictos, pero, a continuación, asegura que “a nivel de imagen, puede no resultar positivo ver a grandes grupos de personas migrantes sentadas o tumbadas en los bancos del paseo Río de la miel sin actividades. Debemos tener en cuenta que las mafias pueden aprovechar la vulnerabilidad de estos perfiles”, opina.

El presidente vecinal se alinea con el Ayuntamiento en su decisión de cerrar los hostales: “Estamos completamente de acuerdo en que, si un establecimiento no cumple con las normas, debe ser cerrado hasta que las cumpla. Es fundamental recordar que estas normas incluyen medidas de higiene y seguridad, las cuales son esenciales para proteger los derechos de estas personas”. También pide que se inspeccione a estas organizaciones porque “tenemos constancia de que alojan a las personas en habitaciones muy pequeñas, muchas con literas, sin calefacción ni aire acondicionado, y que en varios casos se supera ampliamente la capacidad de los hostales. Nadie controla si la alimentación proporcionada es suficiente”, añade.

Apuesta por la multiculturalidad
Jarillo niega racismo en su postura: “Los vecinos queremos acoger y ayudar, y consideramos que se debe hacer de manera digna. No podemos saturar un mismo barrio ni concentrar a todas las personas en un solo lugar, porque se formaría un gueto y no se estaría logrando una verdadera integración”.

Mientras, el responsable del Hostal Don Manuel recibe estas quejas y estos expedientes municipales con indignación: “Esto es una forma de limitar y coaccionar a nosotros sobre a quién tenemos que alojar. Lo que no quieren es a personas migrantes o de color por esta zona”. Javier Villa defiende y presume de que su hotel tenga múltiples razas y nacionalidades entre su clientela: “Aquí ahora mismo hay africanos, latinos, ucranianos, y españoles”. Porque su hotel es tan multicultural como la propia Algeciras.

Budía, de CEAR, lamenta que nadie haya querido hablar con ellos para resolver dudas o expresar sus inquietudes. Inquietudes que son las de las personas refugiadas que atienden, que ya vienen con mochilas de enorme peso. Si se ejecuta el cierre este viernes, lo primero que ocurrirá es que unas 70 personas (entre ellas menores y mujeres embarazadas) se quedarán la calle. Temblarán también los puestos de trabajo de los hostales. Y lejos de solucionarse los problemas, surgirán otros peores.

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