La explosión latina de Madrid: "Tener la misma lengua ayuda a prosperar, pero también sirve para que se nos pueda explotar mejor"

La inmigración latinoamericana se ha multiplicado por ocho en España en los últimos 25 años y Madrid es el epicentro de un bum que ha transformado y enriquecido el mercado laboral, las inversiones, la cultura y la gastronomía

El Mundo, Rodrigo TerrasaTexto (Madrid) Sergio Enríquez-Nistal, 18-11-2025

“El recuerdo del primer día es imborrable”, cuenta Pilar. “Yo había salido de Bogotá el 1 de mayo de 2009 y aterricé en Madrid justo el día 2. No sabía que era festivo aquí y de repente me encontré todo cerrado. Todo. Hasta El Corte Inglés… No entendía nada. Acababa de alquilar un piso, el mismo que acabé comprando años después y en el que todavía sigo viviendo, y no tenía nada, así que tuve que buscar un bazar chino para comprar algunas cosas de aseo y empezar a arreglar la casa donde sabía que iba a empezar una nueva vida”.
“A mí la primera imagen tampoco se me va a olvidar nunca”, sigue Álvaro sobre su 18 de agosto de 2001. “Miraba para abajo desde la ventanilla del avión y veía muy poco verde. Madrid me pareció un sitio muy árido y pensé que iba a ser complicado vivir acá. Luego recuerdo los nervios de pasar por el control de inmigración en el aeropuerto, creo que eso nos pasa a todos, y el calor asfixiante de la ciudad cuando salí a la calle. Mi hotel quedaba en la Gran Vía, había pagado tres noches para buscar casa mientras tanto, y miraba hacia fuera desde mi habitación y sólo veía la flama del verano, veía a la gente derretirse en la calle, como cuando miras a través del fuego. Y pensé: este sitio no es humano, no sé si algún día me adaptaré…”.
“Pues yo recuerdo mi primer invierno acá, en 2015, con un frío de cojones”, rememora Rafa. “Salías de casa por la mañana y estábamos a dos grados bajo cero, cuando en Caracas estaban a 15 o 16. La gente salía vestida como si estuviera en el Polo Norte”, comparte Andrés. “El frío aquí era brutal”.
Cuando el chef Rafael Bérgamo y su socio, Andrés Correa, hoy propietarios del restaurante Kuoco en el barrio madrileño de Chueca, llegaron desde Caracas a España vivían en nuestro país unos 180.000 venezolanos. En los cinco inviernos siguientes, el número se triplicó.
El verano que el periodista Álvaro Hernández aterrizó en la árida terminal de Barajas, residían aquí 85.000 colombianos. Cuando Pilar Reyes, directora editorial en Penguin Random House España, estrenó su piso en el centro de Madrid con un cepillo de dientes del chino, sus compatriotas ya sumaban 310.000. Hoy son más de un millón.
Venezolanos y colombianos como ellos lideran un fenómeno extraordinario en nuestro país: la explosión de la inmigración latina, que ha alcanzado cifras históricas en el epicentro de Madrid. Hace 25 años vivían en España medio millón de latinos; hoy son más de cuatro millones, casi el 10% de la población. Y, de esos cuatro millones, más de un millón residen ya en la Comunidad de Madrid.

Calculaba El País hace unos meses que si todos los latinos que viven en Madrid formaran su propia ciudad, ésta sería más grande que toda el área metropolitana de Santiago, la segunda ciudad de Cuba, o que Arequipa, la segunda ciudad de Perú… Sería una población casi tan grande como toda la aglomeración urbana de Málaga, que con 1,03 millones de vecinos es la quinta de España, y con más habitantes que Bilbao, Sevilla o Zaragoza.
El poder latino se ha instalado en el centro de nuestro país en todos sus barrios, en todos los negocios y prácticamente todos los niveles socioeconómicos. Su cultura se ha popularizado en la Comunidad de Madrid y en la capital, su mano de obra contribuye a sostener el mercado laboral, la cocina latina eleva la oferta gastronómica, sus productos ocupan ya las estanterías de todos los supermercados y sus inversiones están transformando la economía y el sector inmobiliario.
Según un informe reciente de la consultora CBRE, el capital latinoamericano triplicó sus inversiones inmobiliarias en España el año pasado. El foco principal, una vez más, Madrid. En los últimos seis años, la inversión latinoamericana ha superado los 1.750 millones de euros, pasando de los 22 millones de euros contabilizados en 2019 a los 523 millones registrados en 2024, un récord histórico que multiplica por más de 20 las cifras previas a la pandemia.
Madrid, dicen los titulares de la prensa económica, se ha convertido en la nueva Miami. Y la influencia latina se percibe ya en cada calle.
¿Que cuándo me empecé yo a sentir madrileño? -se pregunta Xavier. Pues el día que empecé a respetar los pasos de cebra.
-¿Perdone?
-Discúlpame, pero en Colombia eso no se hace. ¡Ningún coche para en un paso de cebra! Bogotá es una ciudad más salvaje, como México. Pero Madrid es una ciudad más tranquila, más civilizada, menos violenta. Cuando empecé a parar mi coche en los pasos de cebra, supe que ya estaba participando de la vida de acá.

Xavier Giovanni Ordóñez es profesor en el departamento de Investigación y Psicología en Educación de la Complutense de Madrid. Nació en Bogotá hace 53 años. Vino a España hace 23 dentro del Programa de Cooperación Interuniversitaria y fue encadenando becas hasta que un día deshizo la maleta para siempre. “Cuando firmé la hipoteca en Madrid ya supe que me quedaba”, admite. “Ya no me planteo volver a mi país. Todo lo terminé construyendo acá, mis hijos nacieron acá y ya entiendo esta realidad y sus códigos. Yo me sigo sintiendo colombiano, pero acepto las reglas de España, participo en ellas y no me siento un extraño en el juego”.
-¿Alguna vez durante estos 23 años se sintió rechazado por venir de fuera?
-Bueno, eso también es parte del juego. Y uno a veces siente que está sobrando. Todavía hay gente que cree que estamos en el siglo XIV y que toca seguir armando la muralla, pero a mí me encanta sentir que acá hay gente de todos lados, que la pluriculturalidad de Madrid es enriquecimiento.
“Tenemos la misma lengua y eso ayuda, pero también puede ser perjudicial. Al hablar el mismo idioma también se nos puede explotar mejor”
Xavier G. Ordóñez, profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
En 2020, la Universidad Carlos III y la Fundación PorCausa presentaron un informe que cifraba entonces en cerca de 100.000 el número de colombianos que vivían de manera irregular en España, entre dos y tres veces más que la suma de todos los sinpapeles procedentes de África. El incremento acelerado de la migración desde Colombia, pero también desde Venezuela o Honduras, respondía a las graves crisis políticas y económicas en Sudamérica, al cierre de las rutas hacia Estados Unidos o la eliminación de la visa Schengen. El destino, casi siempre, España.
Así, sin papeles, llegó por ejemplo Fanny Zambrana hace 20 años desde Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. “Vine por necesidad, para salir adelante y poder ayudar a mis padres. Era la primera vez que volaba y recuerdo muchos nervios… Y luego la impresión de ver el aeropuerto de Madrid, el metro, los edificios… La ciudad era increíble”. Ella tiene 42 años y trabaja como asistenta doméstica. Siempre se ha dedicado a ello. “Desde que tenía 13 años y nunca me ha faltado trabajo”, explica.
Según los registros del Instituto Nacional de Estadística, la mayor parte de los extranjeros que vienen a nuestro país encuentran trabajo como personal de servicios domésticos, en el sector de la construcción, la hostelería y el turismo o en puestos de atención al cliente. En España ya hay más de un millón de afiliados a la Seguridad Social de origen latinoamericano. La última Encuesta Anual de Estructura Salarial revelaba que los trabajadores inmigrantes de América Latina ganan una media de 15.035 euros al año, un 38% menos que los españoles.
“En el fondo el latino es más aceptado en España porque es más fácil entendernos, aunque yo diga chévere y ustedes esto que me encanta: jolines”, apunta Xavier. “Tenemos la misma lengua y la misma cultura ayuda a prosperar aquí, pero también puede ser perjudicial. Al hablar el mismo idioma también se nos puede explotar mejor”.

También sin papeles llegó José Andrade desde Carchi, en Ecuador, en 1989. “La idea era irme a Suiza, pero llegué a Madrid y ya me quedé”. Tiene 67 años y una peluquería en el barrio de Prosperidad que no le da descanso. Antes trabajó recogiendo fresas en Huelva y como peón de albañil, pero de eso hace ya siglos. “Toda mi vida ya está hecha aquí. He tenido cuatro hijos y cinco nietos y casi todos viven en España. Aquí todo es más sencillo si tienes un oficio”, asegura. “Si no lo tienes, es difícil sobrevivir, pero en Ecuador es imposible. Allá no hay ayudas. Acá trabajas un año y ya tienes paro, allá no. Acá la medicina es gratuita, pero allá si no tienes 30 dólares, no te curas”.
Dice José que cuando aterrizó en España hace casi 40 años le gustaba ir a pasear al Retiro con los pocos ecuatorianos que había en la ciudad. Entonces sus compatriotas no llegaban ni a 2.000 en nuestro país. Hoy rondan el medio millón, más de 130.000 sólo en Madrid. Y confiesa José que ya son tantos y tan aficionados a tomar (es decir, a empinar el codo) que él decidió “retirarse” del Retiro. “Ahora tomo café y lo bueno de esta ciudad es que hay tantos bares que puedes ir tomando café de un bar a otro todo el día. Estamos rodeados”.
“Venimos a trabajar, pero cargados de vivencias y de cultura. Y nuestra participación política es, ha sido y seguirá siendo la gran asignatura pendiente”
Álvaro Hernández, periodista
“Asimilar ciertas costumbres españolas y sus formas de actuar no es tan complicado para nosotros: al final compartimos idioma, nuestra historia está ligada a España y somos países de tradición católica y esas cosas pesan”, resume Álvaro Hernández tratando de encontrar las claves del impulso latino en Madrid. “Hoy ya puedes encontrar yuca o panela en cualquier rincón de Madrid y la distancia cultural y emocional con la tierra se va acortando”.
Él llegó un verano asfixiante de 2001. “Estados Unidos nunca estuvo en mi radar y España, y Madrid en concreto, era el destino, la referencia del que había venido antes que tú. La ciudad a la medida de nuestros deseos”, cuenta.
Álvaro es periodista, llegó también sin papeles y a los pocos meses puso en marcha Todo Noticias Latinas, un programa de radio muy seguido por la comunidad latinoamericana en Madrid que ahora emite desde Valencia después de que su presentador fuera víctima del lado más voraz de la capital. “Vivía en Lavapiés y soy uno de los que sufrió la compra masiva de edificios por parte de los fondos buitre. Primero me tocó salir del barrio e irme a Vallecas y, después de la pandemia, ya me fui a Valencia”, explica. “Pero nostálgicamente Madrid siempre será la ciudad que a uno le recibió, el destino cuando todo era más manejable”.

En las elecciones municipales de 2019, cuando la población latina ya tenía un peso descomunal en la capital, Álvaro Hernández se animó a liderar una candidatura a la alcaldía madrileña. Su particular andadura la contó la periodista Marina Hernández en el libro Caballo perdedor (Libros del KO), cuyo título ya anticipaba los resultados: les votaron 1.112 personas. “No siempre se compite por el primer premio: nuestro objetivo nunca fue ganar, sino abrir el camino a la participación política de los latinos”, apunta él. “Nosotros no sólo debemos venir a trabajar y marcharnos, como pretenden algunos políticos. Venimos a trabajar, pero cargados de vivencias y de cultura. Y nuestra participación política es, ha sido y seguirá siendo la gran asignatura pendiente”.
Los cálculos vaticinan que este año los latinos representarán más del 10% de la población española, aunque quizás usted no lo sepa porque no aparecen demasiado en nuestra publicidad, las empresas no se dirigen a ellos, no suelen ser profesores de nuestros hijos, y apenas tienen representación en nuestros parlamentos.
“Yo vengo de Colombia, un país donde la gente se quiere ir y eso es complejo de ver. Madrid es un lugar donde la gente quiere estar”
Pilar Reyes, directora editorial de Penguin Random House España
“Tampoco oímos acentos latinos en la radio y nos sigue costando aceptar las traducciones de los libros hechas en América Latina”, lamenta Pilar Reyes. “Con la música ya no pasa y es impresionante oír en medio de la Gran Vía de Madrid a un montón de gente que no es solo latina cantando la Tusa de Karol G. Pero lo cierto es que del total de libros en español que se venden en España, sólo el 1% son de autores latinoamericanos”.
Reyes llegó a España para hacerse cargo de la dirección editorial de Penguin Random House en nuestro país tras más de una década al frente del Grupo Santillana en Colombia. Desde su condición de inmigrante “muy privilegiada” (las comillas son suyas) ha vivido el estallido de la fiebre latina en Madrid pero también el auge en los últimos tiempos de un peligroso relato contra el de fuera. “Empiezo a notar discursos que antes no notaba. Yo nunca me sentí extranjera aquí. Como decía Vargas Llosa, nunca me sentí tan latinoamericana como en Madrid. Pero el discurso político se ha vuelto tan pugnaz que me parece peligroso. Me daría mucha pena que dañe algo en lo que España es ejemplo. Me gusta pensar en los latinos como una comunidad integrada en la vida madrileña y no como un gueto y me gustaría pensar que pasa lo mismo con los asiáticos o con el mundo árabe, que somos capaces de construir puentes y no muros”.

-¿Cómo ha sido su relación con Madrid desde aquel 2 de mayo de hace 16 años?
-Yo me he enamorado muchísimo de Madrid porque es una ciudad muy generosa. Yo soy bogotana, de una ciudad muy dura, muy difícil de vivir, donde muchas veces se siente que el espacio público es de nadie. Pero Madrid es de todos, tiene todavía una escala humana y muy volcada a la calle en un sentido práctico y filosófico. Sé que es un lugar común decir que Madrid es abierta y que acoge a todo el mundo, pero supongo que los lugares comunes son comunes porque son verdad.
-¿Y qué echa más de menos de Colombia? ¿Qué se traería a Madrid?
-Pues mis afectos. Si la calle es lo que más me gusta de Madrid, lo que más extraño de Bogotá es el interior de las casas, mi red familiar.
Pilar Reyes habla entusiasmada del cielo de Madrid y de sus parques. “Yo me hice madrileña caminando”, explica. De los bares, que son “un invento genial”. Y del orgullo de la ciudad. “Yo vengo de un país donde la gente se quiere ir y eso es complejo de ver. Madrid es un lugar donde la gente quiere estar, así que algún secreto tendrá”.
Y celebra la idea del acceso compartido en nuestro país, de la igualdad de oportunidades. “Hay una gran diferencia entre la persona que a mí me ayuda en casa en Colombia y la que me ayuda aquí”, pone como ejemplo cuidando al milímetro sus palabras. “La persona que me ayuda en Bogotá y yo vivimos en mundos totalmente distintos, incluso en épocas históricas distintas. Pero eso en España no pasa. A mí aquí me atienden en la misma sanidad pública que a una persona con un nivel socioeconómico menor al mío, nos montamos en el mismo vagón de metro, podemos ir al mismo café e incluso ir al cine o al teatro. Esa idea del acceso que compartes nos vuelve contemporáneos a todos y eso es el Estado del bienestar”.

La madre de David Rojas llegó a España desde Cali en 1997. Dos años después lo hizo su padre. Y antes ya había viajado su abuela. Hace 25 años nació él, ya en nuestro país. “Yo me siento un mix de culturas”, reivindica.
Sus padres siempre han trabajado en servicios domésticos o de limpieza. Él acaba de lograr una plaza como neurólogo residente en el Hospital La Paz de Madrid. “Desde pequeño me inculcaron mucha responsabilidad, disciplina, ser juicioso y esforzarme en los estudios para salir adelante”, explica el doctor Rojas. “Y creo que hoy están contentos de que todo lo que sacrificaron haya valido la pena”.
“Pues sí, yo estoy feliz y superorgullosa”, reivindica Rosario, su madre. “David se sacó la carrera con mucho esfuerzo y lo ganó todo con sus becas. Nosotros siempre estuvimos para apoyarle, pero sé que en Colombia nunca se habría sacado una carrera así. Allí los que estudian Medicina o tienen mucho dinero o se meten en unas deudas tremendas. A nosotros España nos brindó oportunidades que Colombia nunca nos hubiera dado. Yo nunca imaginé quedarme tanto tiempo, pero ya me siento más de acá que de allá”.
“Nosotros no tenemos colchón, tenemos metido el chip de hacerlo mejor que los demás y darlo todo porque la alternativa es el retorno”
Álvaro Hernández, periodista
Según datos de la OCDE, el 92,8% de los médicos extranjeros con el título reconocido en España son de origen latino. La hostelería sigue siendo el principal sector para su migración, pero en los últimos años ha crecido su presencia en actividades cualificadas. Casi el 60% de los inmigrantes latinos tienen todavía un puesto por debajo de su titulación pero ya no sólo se dedican pese a lo dicho estos días por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso a limpiar nuestras casas, a recoger nuestras cosechas o a poner ladrillos en nuestros edificios.
“América Latina tiene muchos asuntos pendientes, pero también cosas buenas”, asegura Álvaro Hernández. “Tenemos un sistema educativo robusto y profesionales muy bien preparados. Si a eso sumas la adrenalina de ser inmigrante, el volador que eso te mete en el cuerpo, acabas vibrando en una frecuencia más alta que los demás. Nosotros no tenemos colchón, no tenemos cinturón de seguridad, tenemos metido el chip de hacerlo mejor que los demás y sacar lo mejor de nosotros mismos desde el principio porque, si no, la única alternativa es el retorno. Acá no te puedes quedar de brazos cruzados porque, si no, Madrid te traga”.

A Rafa Bérgamo, por ejemplo, casi lo devora “un frío de cojones” hace ya una década. Abandonó Venezuela en el momento más crítico del país. “Era el declive total del país. La gente joven no tenía futuro, la delincuencia era una locura, había secuestros, robos, escasez… Hay un momento en el que la vida no da para más y o te mueves o te mueves porque no hay plan B”.
Bérgamo se exilió con los bolsillos vacíos y una promesa laboral en Madrid tras 22 años como cocinero en Caracas. Unos meses después viajó también su amigo Andrés Correa con el mismo destino. “Vendimos lo poco que teníamos, cogimos tres maletas y nos vinimos a la aventura”, cuenta él. “Sabíamos que Madrid no sería tan Disneylandia como podíamos creer, pero nos daba buena calidad de vida y oportunidades”.
A finales de 2016 abrieron juntos el restaurante Kuoco, uno de los mejor valorados de Madrid. Hoy gestionan también Krudo Raw Bar, en una barra del Mercado de Vallehermoso, y la pizzería Hot Now, en Chueca. El crecimiento de sus negocios ha marchado en paralelo al auge latino en la ciudad.
“Madrid ha cambiado mucho en vitalidad, en modernización. Lo que pasa en esta ciudad es mágico. Todos los días ocurren cosas”
Andrés Correa y Rafael Bérgamo, propietarios del restaurante Kuoco
“Cuando nosotros llegamos no había casi venezolanos en Madrid. Entonces había más ecuatorianos. La gente creía que yo era canario porque el acento venezolano no era tan común como ahora”, cuenta Bérgamo. “Desde entonces la explosión ha sido tremenda y ves la cultura latina perfectamente integrada en la sociedad española”, celebra Correa. “Yo he visto dos Madrid diferentes a lo largo de la última década. Ha cambiado mucho en vitalidad, en modernización, lo cosmopolita que es hoy. La cultura, la gastronomía… Nos falta la playa, pero lo que pasa en Madrid es mágico. Todos los días ocurren cosas y está siempre en boca de todos”.
¿Qué os llevaríais vosotros de Madrid?
-El vino, el vino europeo -bromea Bérgamo
.
¿Y qué cambiaríais?
-¡Los impuestos! -sentencia Correa
. Es una locura lo que se trabaja y cómo se castiga aquí al autónomo. Es que no tiene sentido.
-¿Os planteáis volver a Venezuela?
-Sólo de vacaciones. Tendrían que pasar tantas cosas… Yo ya no sabría ni cómo manejarme allí.
Esto que dice Andrés Correa desde las cocinas de Kuoco es lo que Pilar Reyes llama “exilio emocional” desde las oficinas que su editorial tiene en Chamberí. “Me produce algo de melancolía pensar en lo difícil que me resultaría volver a Colombia”, admite ella. “La sensación de miedo, de no poder andar sola por la calle, el tráfico… Me costaría volver a esa realidad. En la parte más egoísta de cómo una vive su vida, yo ya me siento más madrileña que bogotana”.
Contaba también Álvaro Hernández durante una pausa de su programa de radio que todos los latinos viajan a España con el vuelo de regreso a casa reservado. Aunque sólo sea mentalmente. “No sabemos si nos sentaremos o no en esa butaca de vuelta, pero eso siempre está ahí porque la conexión de los latinos con su país es brutal”, explica. “Yo sí compré ese billete cuando vine a Madrid y pensé en el regreso hasta la víspera misma de esa fecha. Cuando ese vuelo despega por fin uno se dice: ‘Pues aquí me quedo’”.
-¿Y rompió el billete?
-No, yo aún lo conservo.

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