Coalición venezolana: cuando el PP europeo vota con la ultraderecha y cada vez se olvida más del centro

Los conservadores dejan de lado a los socialdemócratas y pactan por primera vez una ley con los ultras. Esta norma, conocida como Directiva Ómnibus, supone una gran reducción de las normas y controles que se les exigen a las grandes empresas en materia ecologista y de derechos humanos.

Público, Gerard Fageda, 17-11-2025

Cuando el PP empezó a romper el cordón sanitario con la extrema derecha y a pactar con Vox, se ponía de ejemplo la familia democratacristiana europea, que tenía muy clara la máxima de no pactar nunca con los ultras. Sin embargo, ante una extrema derecha con una representación sustancial en el Parlamento Europeo y determinante para sumar mayorías, así como la presencia de los ultras en varios gobiernos de la Unión Europea, el PP Europeo también ha cambiado de opinión. Poco a poco, ha ido pactando con la extrema derecha comunitaria: primero con los de Giorgia Meloni y, más adelante, con los de Marine Le Pen e incluso con los de Viktor Orbán. Ya forman lo que en las instituciones europeas se conoce como “la coalición venezolana”.

Por primera vez en la historia del Parlamento Europeo, esta legislatura el grupo europarlamentario conservador no necesita a los socialdemócratas para sumar mayorías. Así, puede tramitar leyes y resoluciones con los ultras. En un primer momento, a los grupos de centro e izquierda de la Eurocámara les parecía impensable que el PP Europeo renunciara a la estabilidad de la llamada gran coalición de la UE que forman sobre todo los democratacristianos, el Partido Socialista Europeo y los liberales, así como los ecologistas más en un segundo plano. Pero el PP Europeo vio una oportunidad de oro (y la está aprovechando) para debilitar la posición de los socialdemócratas en la mesa de negociación y amenazar con aprobar leyes e incluso tramitándolas con los ultras que nunca contarían con el apoyo de los grupos de centro y de izquierdas de la Eurocámara.

Todo empezó con una resolución sobre la situación política de Venezuela a principios de esta legislatura, en septiembre del año pasado. No era vinculante y no tenía ningún efecto práctico, más allá del simbolismo político que puede tener el posicionamiento mayoritario del Parlamento Europeo. El texto acordado entre el PP Europeo y los ultras reconocía a Edmundo González Urrutia como “presidente electo” de Venezuela y condenó “el fraude electoral” de los comicios venezolanos, un extremo que no era la posición de consenso de los grupos parlamentarios de centro y de izquierdas de la Eurocámara y, de hecho, tampoco del global de la Unión Europea.

Después de esta resolución, el PP Europeo ha ido lanzando amenazas veladas a los socialdemócratas. En las ocasiones en que los socialistas se ponen duros en alguna negociación, los conservadores recuerdan que tienen una alternativa: la coalición venezolana. Con esta estrategia, ha conseguido debilitar el poder de negociación de los partidos que tiene a su izquierda y, finalmente, la pasada semana tramitó la primera ley de calado con la extrema derecha. Hasta ahora solo habían aprobado con los ultras resoluciones y pequeñas enmiendas, pero no textos legislativos enteros.

Los populares pactaron con todos los ultras una ley ómnibus impulsada por la Comisión Europea liderada por la conservadora Ursula von der Leyen que supone una gran reducción de las normas y controles que se les exigen a las grandes empresas en materia ecologista y de derechos humanos. Forma parte de la voluntad de la Unión Europea de quitar regulación, aunque sea en detrimento de la defensa de sus valores fundacionales.

El PP Europeo también amenazó con sumarse a los ultras con la votación de los objetivos climáticos que la Unión Europea ha presentado en la COP que se celebra en Brasil. Finalmente, sin embargo, dio marcha atrás y apoyó la posición de consenso pactada por Bruselas y los Estados miembros, que ya relajaba en gran medida la ambición de los hitos climáticos que se había marcado la misma Unión Europea años atrás. Sin embargo, el PP español rompió la disciplina de voto de su grupo europarlamentario y voto en contra de los objetivos climáticos, alineándose así con los partidos ultras de la Eurocámara.

Von der Leyen marcó el camino
La primera que marcó el camino para romper el cordón sanitario fue la misma presidenta de la Comisión Europea. A pesar de ser una de las voces más moderadas de su familia política, ante la expectativa de un gran crecimiento de la extrema derecha en las últimas elecciones europeas, Von der Leyen abogó por pactar con los que ella consideraba que son los menos ultras de los ultras. Es decir, con el grupo europarlamentario que lidera el partido de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.

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La excusa era que son formaciones que están completamente comprometidas con la seguridad de Ucrania y con la OTAN, y en contra del régimen de Vladímir Putin. Por lo tanto, la línea roja pasó de ser los ultras al posicionamiento geopolítico de las formaciones. De hecho, antes de los grandes resultados de la extrema derecha en el Parlamento Europeo, Von der Leyen ya recibió por todo lo grande a Meloni y abrazó gran parte de sus medidas estrellas, sobre todo en materia de inmigración.

La Comisión Europea ha puesto encima de la mesa, entre otras medidas, la creación de campos fuera del territorio europeo para deportar migrantes, tal y como Italia pretende hacer con Albania. Se trata de una medida que hasta hace pocos años Bruselas ponía en duda que cumpliera con el derecho internacional y humanitario. Ahora, sin embargo, lo ve con buenos ojos e incluso lo está promoviendo, algo que celebran una gran parte de los gobiernos europeos y de todos los colores políticos.

Así, pues, los ultras han ido ganando influencia en todas las instituciones de la Unión Europea, y la última ha sido el Parlamento Europeo. De hecho, los grupos europarlamentarios de extrema derecha ya cantaron victoria y lo ven como un cambio de era. “Este éxito de votación demuestra que un nuevo curso en Europa no es solo posible, sino que ya está tomando forma”, dijo el pasado jueves el francés Jordan Bardella, dirigente de Reagrupamiento Nacional.

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