El éxodo de los niños de la guerra
Entre primavera y otoño de 1937, cerca de 40.000 vascos de entre 5 y 14 años embarcaron con rumbo a Francia, Reino Unido, Bélgica y Rusia
Diario Vasco, , 16-11-2025Se calcula que uno de cada cinco niños y niñas de Gipuzkoa y Bizkaia, el 20% de toda la población infantil, tuvieron que abandonar sus hogares con rumbo a otros países como consecuencia del golpe militar del verano de 1936. Cerca de 40.000 infantes de entre 5 y 14 años a quienes de esa manera se alejó de los horrores y penurias de la guerra y, en particular, de los mortíferos bombardeos de la aviación nazi – franquista contra ciudades y núcleos urbanos.
Separados de sus familias, fueron conducidos a Francia (cerca del 60%), Reino Unido, Bélgica, la Unión Soviética y, en mucho más pequeña proporción, Suiza, Dinamarca, Holanda y México. A esto hay que sumar la migración a través de los Pirineos a Cataluña aún bajo legalidad republicana.
El primer movimiento de evacuación en los días siguientes al 18 de julio tuvo como escenario Gipuzkoa donde las tropas provenientes de Navarra avanzaron con rapidez por el valle del Oria apoderándose de Beasain el día 27 y de Tolosa el 11 de agosto. Miles de personas buscaron llegar a Francia antes del cierre de la frontera consumado tras la toma de Irun el 5 de septiembre, al tiempo que desde los puertos guipuzcoanos zarpaban pesqueros desafiando el peligro de un ataque de los buques de guerra franquistas que cerraban el paso hacia los puertos lapurdinos.
Al compás del avance de los sublevados, que el 13 de septiembre rompían la defensa de San Sebastián, más de 100.000 mujeres, niños y ancianos y, en menor medida, hombres, huyeron en dirección a Bizkaia. Aquella primera gran oleada de refugiados de la Guerra Civil española se desarrolló de manera desorganizada y caótica a falta de una estructura institucional que no empezaría a implementarse hasta la constitución del Gobierno Vasco a comienzos de octubre.
Los indiscriminados bombardeos de la Legión Cóndor sobre ciudades vizcaínas en la primavera de 1936 (señaladamente, Durango y Gernika), llevaron al lehendakari José Antonio Aguirre a realizar un llamamiento a la solidaridad internacional bajo el lema «¡Salvad a los niños!». Las autoridades británicas, francesas y belgas respondieron favorablemente, aunque las primeras pusieron como condición para dar protección a los barcos en alta mar que la selección de mujeres y niños se hiciera bajo su control directo, y que pudieran viajar también personas no pertenecientes al bando republicano que así lo desearan previo pago de la travesía (por ello se les llamó ‘payants’ o ‘pudientes’). Además, al menos el 20% del pasaje de cada expedición debía estar compuesto por presos derechistas encarcelados en Bilbao.
La primera expedición partió del puerto de Bermeo el 21 de marzo con 450 niños junto con personal pedagógico y auxiliar designado por el Gobierno Vasco. Escoltados por dos destructores ingleses llegaron a San Juan de Luz, desde donde fueron conducidos a la colonia Maison Heureuse en la isla de Oléron, frente a la costa de La Rochelle, escala previa a su destino final en París y Bélgica.
Entre los meses de mayo y junio se desarrolló la fase más importante de la evacuación. Dada la necesidad de buques de gran envergadura, se requisó un trasatlántico construido en los años veinte en Sestao que había cubierto la ruta entre Bilbao, Cuba, México y Nueva York. El vapor ‘Habana’ quedará como símbolo del exilio infantil vasco entre Santurtzi y Francia, con excepción de un único viaje que le llevó al puerto inglés de Southampton con 3.861 niños (una placa en el centro cívico de dicha ciudad portuaria hoy lo recuerda).
Días antes del 19 de junio de 1937 en que cayó Bilbao, el ‘Habana’ completó su sexto y último viaje con 4.500 pasajeros infantiles, de los que casi 1.500 continuarían la travesía hasta la Unión Soviética tutelados por el Socorro Rojo Internacional y el Partido Comunista. Nacían entonces los conocidos como ‘Niños de Rusia’. Estos, a diferencia de los restantes, no podrían regresar a su tierra hasta dos décadas después.
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