Convivencia. La Concejalía de Empleo y Servicios al Ciudadano ofrece cursos de mediadoras a mujeres gitanas. Objetivo: facilitar la integración en la sociedad. Su labor pasa por acompañarlas al ginecólogo y mejorar la convivencia en las aulas
Gitanas formadas para ayudar
El Mundo, 12-09-2006Estrella es gitana. «Estoy orgullosa de lo que soy». Pero además es mediadora «desde hace año y medio». Mediadora gitana, claro. «Trato de hacer de puente entre las mujeres de mi etnia y la sociedad». En julio comenzó a trabajar en la Asociación Barró de Vallecas y, tras las vacaciones, ahora retoma su tarea. Está contenta. «Hemos avanzado mucho». Ella es el mejor ejemplo de cómo la cultura gitana trata de adaptarse al mundo que le rodea. «Sin prescindir de las cosas buenas que tenemos».
Estrella Muñoz García tiene 38 años, está casada, tiene tres hijos y vive en Moratalaz. Se casó con 19 y estuvo dos años, «por decisión propia», sin tener hijos. Habla pausadamente, aunque en principio reconoce estar algo nerviosa. «Los primeros años, mi marido vendía fruta en la calle de Alcalá», explica, «y yo le acompañaba». Después solicitó la Remi (renta mínima), al tiempo que comenzó a trabajar limpiando casas.
Pero Estrella no se conformaba. «Siempre he sido muy curiosa…». Dejó de estudiar en 6º de EGB. «Mi madre empezó a trabajar y me tuve que hacer cargo de mis tres hermanos». Pese a ello esperó el momento para vivir sus propias ilusiones. «Después hice cursos de alfabetización, de costura…». Para ella, todo un reto. Hasta que un día el destino quiso darle una sorpresa. «Yo era un poco la líder de las clases», comenta algo ruborizada, «y un día me ofrecieron hacer el curso de mediadora», nueve meses en los que «cada día aprendía algo nuevo». Fue como su vuelta al cole, pero además con el aliciente de poder ayudar a su gente. «Aprendimos habilidades sociales, el valor que tenemos las mujeres como puente de nuestra propia cultura, hablábamos de la familia, el trabajo…».
Fue una experiencia «increíble» que compartió en familia. Todo eran nuevas experiencias. «Mi marido, que también es gitano, siempre me ha animado en todo». Y cuando más necesitó ese respaldo fue cuando llegó el momento de aplicar la teoría sobre el terreno. Las prácticas le tocaron en el Colegio Francisco de Luis, donde la mayoría de los alumnos eran gitanos. Su papel consistía en aprovechar los vínculos de compartir una misma cultura para dar pequeños pasos en la integración. «Les transmitía el respeto por el maestro, por el tutor… Animaba a los padres a que mantuvieran contacto con los profesores». Hubo familias que incluso pidieron apoyo escolar y se formó una Asociación de Padres y Alumnos (APA) con 12 gitanas y tres payas. Estrella no podía pedir más.
A esas alturas de la película, ya estaba enganchada a su labor de mediadora. «Yo estoy 24 horas abierta para ayudar al que pueda». Ya se ha acostumbrado a que la paren por la calle para consultarla todo tipo de cuestiones. Después empezó a colaborar en la Asociación Opañel. Pero ha sido en el Taller de Salud «en Vallecas y Carabanchel» en el que más horas ha echado. Es una iniciativa que pretende que las mujeres gitanas acudan al ginecólogo con reguralidad. «Yo hablo con los centros, con los doctores, con las matronas… Y las acompaño a consulta cuando me lo piden». Es la manera de que conozcan los anticonceptivos, de que comprendan la necesidad de hacerse pruebas periodicamente. «Aún hay quien piensa que una relación sexual es sinónimo de embarazo». Pero poco a poco, las cosas se van poniendo en su sitio.
Estrella tiene una melenaza morena y unos ojos muy vivos. Va maquillada y viste pantalón y camisa negras. Al hablar, gesticula suavemente, con la intención de dar fuerza a sus palabras. Tiene claro que aún queda mucho camino por recorrer y pide a los demás que también echen una mano. «Nuestro esfuerzo por integrarnos muchas veces no se valora. Yo pregunto: ¿Qué hace el resto de la comunidad por ayudarnos?». Aunque tampoco se quita toda la culpa. «Que los payos son racistas; nosotros, también. No hay que decir tanto ‘ese payo’, mejor utilizar ‘ese hombre’». La educación como pilar de un profundo cambio.
Y la mujer como protagonista. «La gitana es el motor, aunque no se ve. Nosotras podemos hacer cambiar en todos los sentidos un hogar». Lo explica de manera muy gráfica: «El hombre es la cabeza, pero yo no tengo por qué estar en los tobillos». En la Asociación Barró ya no queda nadie, pero Estrella no tiene intención de cerrar la conversación.
Defiende con uñas y dientes la figura de la mediadora. «Es necesario motivar a las mujeres». Y resalta muchos valores de su comunidad, «como el respeto a los mayores, la unión de la etnia gitana y la humildad, siempre estamos dispuestos a ayudar a los demás y a compartir lo que tenemos».
No olvida Estrella agradecer a la Concejalía de Empleo y Servicios al Ciudadano la oportunidad que le han brindado. «Ellos también tienen mucho que ver en que las cosas mejorando». Dentro de unos días, otras mujeres gitanas iniciarán el curso de mediadoras. Estrella, mientras, seguirá con lo suyo: ayudar a los demás.
«LAS MUJERES GITANAS SE TIENEN QUE HACER VISIBLES»
Desde la Concejalía de Empleo y Servicios al Ciudadano de Ana Botella, de la que dependen las mediadoras, recuerdan que este programa social es de los primeros en los que se trabaja tan de cerca con las mujeres gitanas. Antes del verano, 15 nuevas mediadoras sociales obtuvieron su título. «Hay muchas mujeres que han dado el primer paso, que van a cursos, pero aún hay muy pocas que estudien y trabajen. Y, desgraciadamente, todavía hay mujeres que viven en una situación complicada», dijo la concejala.
«Las mujeres gitanas se tienen que hacer visibles». Y en este proceso la educación es la clave. «Dejan los estudios muy temprano, hay mucho absentismo, y suele ser mayor entre las niñas que entre los niños».
En los nueve meses que dura el curso, se abordan cuestiones relativas a la interculturalidad, las técnicas de autocontrol emocional, la autoestima, la familia, el trabajo en equipo, el sistema sanitario y la resolución de conflictos, entre otros. Además, han tenido la posibilidad de abordar temas como la igualdad de oportunidades, la alfabetización informática, la sensibilización ambiental, el autoempleo y la orientación laboral.
En la Concejalía, insisten en la labor que se hace en la Mesa por la Igualdad, donde payas y gitanas tratan de avanzar en una misma dirección. Ya llevan tres años con este punto de encuentro.
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