Vox amenaza con deportar a la periodista Arroyo y el resto es silencio

Público, Cristina Fallarás, 05-11-2025

El partido de ultraderecha Vox ha dado un nuevo paso en el señalamiento de mujeres comunicadoras. En este caso ha sido contra Laura Arroyo, periodista en Canal Red y colaboradora de Televisión Española. Arroyo siempre ha defendido de forma contundente su feminismo, su antifascismo y su antirracismo. Opino —quede claro antes de empezar— que dichas posturas solo pueden ser contundentes, radicales, o no ser. No se puede ser “un poco” antifascista ni “ligeramente” antirracista. Por definición.

El viernes pasado, en el programa Malas Lenguas de TVE, Arroyo aplaudió que el movimiento antifascista navarro frenara el show que Vito Quiles pretendía llevar a cabo en su friki-tour facha. Que los actos de Quiles son violentos lo demuestra el hecho de que se tengan que cerrar las universidades en previsión de que aparezca con sus huestes, que se llene el lugar de furgones policiales, que desobedezca la negativa de las instituciones a permitir sus actos etc. La Universidad de Navarra cerró sus instalaciones “por motivos de seguridad” en cuanto supo que Quiles tenía previsto acudir. Doy estos datos porque todavía hay quien no ha entendido que cualquier acto fascista es siempre violento per se.

Nos han acostumbrado a que la ultraderecha puede salir a la calle, gritar, ejercer violencia e intimidación, saltarse las reglas y que no pase nada. Ah, pero no se le puede responder, so riesgo de que te equiparen con ellos. Ya llevan años los medios de comunicación construyendo el falso paralelismo de “la extrema derecha y la extrema izquierda”, una ilusión que, por mucho que insistan, no se corresponde con ninguna realidad.

La extrema derecha está compuesta, en España, por partidos políticos como Vox o Se Acabó la Fiesta; por pseudocomunicadores y youtubers que se lucran promoviendo el odio, abiertamente racistas, misóginos y homófobos; por miles chats de hombres violentos y agresores; por los distintos grupos de la manosfera y neonazis de diversa roña. No encuentro nada parecido, ni siquiera de lejos, en la izquierda. Lo que sí hay es una población, mayormente joven, que planta cara a todos los anteriores. Y bienvenida sea siempre.

Vox en X contra la periodista Laura Arroyo.
Vox en X contra la periodista Laura Arroyo.X/@vox_es
Ni más ni menos eso hizo Arroyo el viernes pasado, alegrarse de que esa población exista. Acto seguido, Vox, desde su cuenta oficial, pasó a señalarla. “Los que propagan odio y violencia… también se van. Todos”. Este fue el mensaje difundido por el partido ultra contra la periodista que, en el ejercicio de sus funciones, expresaba una opinión. Vox es un partido político, una institución se supone que democrática, forma parte del Estado. Con este paso y los anteriores, Vox está convirtiendo en institucional el señalamiento de mujeres profesionales de la comunicación. ¿También esta vez va a callar el resto de las fuerzas políticas?

El caso de Laura Arroyo es particularmente sangrante, además. Arroyo es una profesional migrante racializada. Vox, con ese “también se van” está hablando abiertamente de deportación. Amenazar a una periodista migrante con deportarla porque no estás de acuerdo con su opinión es fascismo, racismo y misoginia. Es un cóctel que esta democracia no debería de ninguna manera permitir. Estamos viendo sus aterradores resultados en Estados Unidos. Sin embargo, este silencio pardo del resto de partidos, esta inacción institucional indica lo contrario. Indica que no se va a responder a los pasos del fascismo como a lo que son: un atentado contra nuestras normas de convivencia.

Afortunadamente, poco a poco, en la calle la gente empieza a movilizarse para pararles los pies. Sería bueno que la población antifascista encontrara respuesta en las instituciones democráticas. Porque, si no, ¿a quiénes están representando?

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