un inmigrante critica que españagasta más en mantenerlos y repatriarlos que en ayudar a sus países
Fátima M.Montesdeoca

las palmas de gran canaria. “La tierra nunca ha sido de nadie y nunca lo será”, asegura el togoleño K.D., quien piensa que la inmigración no parará, al igual que Hassan, marroquí de 34, que insiste en que España gasta más en centros de retención y repatriaciones que lo que costaría ayudar a los países africanos.

Empujado por razones políticas, K.D. pagó hace 14 años a un mercante por su traslado a Canarias y pidió asilo político, pero no le fue concedido, mientras hace seis Hassan se montó en una de las primeras pateras que llegaron a Fuerteventura y pasó tres “terribles” días a la deriva porque se les rompió el motor.

El togoleño consiguió trabajo en la construcción y, como en todos los empleos ilegales, le pagaban lo que el patrón quería, pero “para sobrevivir hay que aguantar”. A los cinco años partió hacia Salamanca, donde obtuvo el graduado escolar.

Opina que las personas, como las aves, emigran en busca de agua, alimentos y mejor clima, y eso lo hacen desde hace 40.000 años y es algo que no se podrá evitar mientras no se ataje el problema desde la base, que es acabar con el expolio a África.

Intentar paliar la hambruna a través de ayudas a los gobiernos africanos tampoco es la solución, pues “comen” los gobernadores y el pueblo cada vez tiene más hambre.

Por otra parte, ve razonable que España intente frenar la oleada de inmigrantes con las herramientas que estén en sus manos, que en el caso de Canarias se preguntó si será construir “un muro en el mar”.

Hassan, por su parte, al ser uno de los primeros, no encontró policía alguno al llegar a la costa de Gran Tarajal y se fue directamente a casa de unos parientes. Trabajó 18 meses en la construcción y, tras regularizar su situación, ha ejercido su profesión de técnico electricista.

Hassan cree que la UE debería ayudar a los países pobres para que haya trabajo y las personas no se jueguen la vida, algo que seguirán haciendo porque afirma que para malvivir vale más morir. Con tantos inmigrantes que llegan a Canarias, España gasta más en mantenerlos 40 días y repatriarlos que en la ayuda que necesitan sus países de origen.