Corría el año 2015 cuando un magnate neoyorquino de tintes estrafalarios, estrella de reality y farandulero por vocación, anunciaba su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. «¡Construyan ese muro!», imploraba Donald Trump, más a menudo que no coronado con su gorra MAGA al rojo vivo como símbolo de triunfo, fuerza y, para qué negarlo, con algo de teatralidad. Hoy, del infame muro se habla menos y a los primeros planos pertenece ahora una férrea campaña de deportaciones masivas. Cortesía del republicano, claro está.
«No me gustaría enfrentarme a Donald Trump. Seguramente diría algo que no le gustaría un pelo, me metería en problemas», dice Douglas Massey (Washington, 1952). Además de ser profesor de Sociología en la Universidad de Princeton y demógrafo de referencia, ha sido distinguido con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2025. «La inmigración ha disminuido bajo el mandato de Trump, pero no por las deportaciones, sino porque los inmigrantes están siendo perseguidos como en un estado policial», advierte el galardonado. Considerado uno de los mayores expertos en migración entre Estados Unidos y México, Massey recibe este galardón como reconocimiento a una trayectoria dedicada al estudio de la movilidad humana en América y sus implicaciones sociales.
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Douglas Massey. “No hay una crisis migratoria. Hay una crisis humanitaria y política”
Redacción: PABLO R. SUANZES , (Corresponsal), Washington D.C.
“No hay una crisis migratoria. Hay una crisis humanitaria y política”
PREGUNTA.Tras la reelección de Donald Trump, ¿qué diferencias observa entre su primera presidencia y las políticas migratorias que está aplicando ahora?
RESPUESTA.En esta nueva administración está completamente desatado, hace lo que quiere. Está convirtiendo a Estados Unidos en una autocracia. Ataca a las universidades, desestabiliza el sistema médico, intenta anular la Constitución, deporta e incluso traslada ilegalmente a inmigrantes a terceros países donde ni siquiera pertenecen. Es una tragedia para los derechos humanos y para la democracia.
P.¿Ve mucha diferencia entre su primera presidencia y la actual, en términos de inmigración?
R. Es mucho más represivo con los inmigrantes. Está muy claro que no se trata simplemente de una discrepancia intelectual sobre cuánta inmigración puede tolerar Estados Unidos, sino de un odio racista. Pero eso sí, Trump no odia a todos los inmigrantes… dice que le gustan los noruegos. La población latina lleva siendo racializada muchos años, y Trump construye sobre eso y lo lleva al extremo.
P.¿Qué papel juegan los demócratas en todo esto?
R.Yo no veo que se estén organizando para combatir esta amenaza. Los veo perdidos.
P.En las elecciones estadounidenses, Kamala Harris intentó distanciarse del historial migratorio de Joe Biden. ¿Por qué cree que incluso los sectores progresistas han adoptado, en parte, la narrativa de la derecha ?
R. Porque han perdido el rumbo. Se han movido hacia la derecha, aunque no crean realmente en ella. Es una cuestión práctica, no moral. Los demócratas dicen que la frontera está en crisis, que hay que militarizarla. Adoptan el marco discursivo del Partido Republicano. Pero una vez aceptas la idea de que los inmigrantes son una amenaza y que hay que controlarlos, estás perdido. Ya no tienes un argumento propio, sólo cabe discutir cuánta fuerza vas a ejercer contra ellos.
P.¿A qué achaca esta actitud? ¿Se han dejado de preocupar?
R. No es que no les importe, pero carecen de una estrategia global. Cometen el error de pensar que el Partido Republicano es un interlocutor honesto. Pero el Partido Republicano actual es extremo y no está dispuesto a ceder. Cuando Obama llegó al poder, lo primero que hizo fue aumentar las deportaciones pensando que podía alcanzar un punto medio. Pero eso nunca iba a pasar.
“Los conservadores usan la inmigración ilegal como herramienta para movilizar su base”
PREGUNTA.A pesar de su discurso migratorio, el apoyo entre los ciudadanos latinos a Trump creció favorablemente.
RESPUESTA. Es una reacción contra todos los cambios que ha experimentado la sociedad estadounidense en los últimos 50 años. Y en esa reacción hay un fuerte componente de sexismo y racismo. Diferentes sectores del electorado responden a diferentes estímulos. Los hombres blancos responden tanto a señales raciales como de género: sienten que las mujeres están ganando demasiado poder, que hay demasiado feminismo, demasiados inmigrantes. Los latinos, en cambio, no responden tanto al discurso antiinmigrante porque muchos son ciudadanos estadounidenses y ven a los inmigrantes mexicanos como competencia. Muchos responden al machismo de Trump, lo ven como “un hombre de verdad”, a pesar de ser un hombre débil.
P.¿Débil?
R.Si fuese un hombre fuerte, no se dedicaría a atacar a los elementos más débiles de la sociedad para demostrar su fuerza. Tiene miedo.
P.¿Miedo a qué?
R.A que todo el mito que ha construido sobre sí mismo no sea real, a que la gente lo descubra. Vive aterrorizado de que la imagen que ha creado se derrumbe.
P.Suele advertir que muchas políticas de control fronterizo acaban siendo contraproducentes. ¿Por qué fracasan?
R. La militarización de la frontera, desde 1985 hasta hoy, ha tenido el efecto contrario al que se buscaba. Cuando militarizas la frontera, el cruce se vuelve más costoso y arriesgado. Y cuando aumentan los costes y los riesgos, los cruces no se reducen porque dejen de llegar inmigrantes, se reducen porque deciden quedarse en Estados Unidos. Es decir, se reduce la tasa de retorno, no se está frenando la entrada. Eso acelera el crecimiento de la población indocumentada. A los conservadores no les importa, quieren que la inmigración ilegal continúe porque es una herramienta muy útil para movilizar su base.
“Estados Unidos no se habría convertido en una potencia mundial sin inmigración”
PREGUNTA.¿En qué sentido?
RESPUESTA.Les gusta usar a los inmigrantes ilegales como monigote para agitar a la gente. Les gusta presentarlos como criminales, como una amenaza. La inmigración ilegal desde México, de hecho, se detuvo en 2008 y se volvió negativa entre 2008 y 2018: más personas se iban de las que llegaban. Así que cuando Trump anunció su candidatura en 2015 y prometió el muro fronterizo, el flujo migratorio ya era negativo. Construir un muro en ese contexto no tenía ningún sentido. Pero no podía admitirlo, porque políticamente le resultaba demasiado útil mantener la idea de una “invasión” de mexicanos y centroamericanos.
P.Así que, en el fondo, todo era una cuestión de estrategia.
R.Exactamente. No es que diseñaran esa estrategia deliberadamente, pero una vez que se dieron cuenta de que funcionaba, la adoptaron por completo. No quieren escuchar que la migración ilegal mexicana terminó en 2008. Prefieren fingir que sigue ocurriendo, que hay que construir muros, contratar más agentes de inmigración y más patrullas fronterizas. Y eso, además, es un gran negocio. La Patrulla Fronteriza es el mayor empleador a lo largo de la frontera. ICE sigue expandiéndose. Los sindicatos de ICE y de la Patrulla Fronteriza contribuyen al Partido Republicano. Todo el sistema de detención de inmigrantes está privatizado en manos de dos compañías: GEO Corp y Corrections Corporation of America. Es prácticamente un complejo industrial criminal.
P.¿Qué paralelismos encuentra entre el contexto estadounidense y el europeo?
R.Todos están cometiendo el mismo error: considerar la inmigración como algo ilógico que debe detenerse. Cuando, en realidad, la migración es un instinto humano natural. En lugar de ver a los inmigrantes como una circunstancia patológica, deberíamos verlos como un recurso potencial. Incluso quienes huyen de amenazas, una vez que logran escapar, no tienen otra opción que adaptarse e integrarse rápidamente. Esa es la historia de Estados Unidos: no se habría convertido en una potencia mundial sin inmigración.
P.Dice que la inmigración es necesaria, pero ¿qué pasa cuando las llegadas superan la capacidad de un país para integrar a los recién llegados, cuando no se asimilan?
R. Ningún país puede hacerlo por sí solo. Tiene que ser una acción colectiva de todos los países ricos. El problema es coordinarse entre naciones para que ninguno asuma una carga excesiva, porque genera costos a corto plazo que recaen en las sociedades receptoras. A menos que la inmigración se reparta de forma equitativa, se vuelve onerosa para algunos países. Las políticas europeas son todas distintas. Tienen una base común en la UE, pero en la práctica funcionan diferente en cada país. No entiendo por qué recibes inmigrantes y les dices que no pueden trabajar, cuando los necesitas. Las políticas de integración de la mayoría de los países desarrollados son contraproducentes.
P.Cuando habla de la necesidad de inmigrantes, ¿incluye también a quienes llegan por vías irregulares?
R.Tienen derecho a hacerlo por vías irregulares porque las regulares están cerradas. Eso es consecuencia de las políticas migratorias. Si existieran sistemas más abiertos, la gente no entraría ilegalmente. Así ocurrió con los programas de trabajadores invitados en Europa durante los años 50, 60 y principios de los 70, que permitían desplazarse por trabajo, enviar dinero y contribuir al desarrollo de sus comunidades. Con la recesión de 1973, esos programas se suspendieron y los trabajadores se quedaron, obligando a los países europeos a integrarlos sin políticas preparadas para ello. Más tarde, las antiguas metrópolis coloniales comenzaron a recibir inmigrantes de sus ex colonias: cuando colonizas vastas regiones, no puedes esperar que las dejes igual.
P.¿Algún consejo para Trump?
R.Le diría que con su egoísmo no solo va a hundir a Estados Unidos, sino también a la economía global, creando una crisis mundial. Los beneficiarios serán China y, quizás, India. Está destruyendo el papel de Estados Unidos en el mundo. Lo sepa o no.