En autocares sin seguridad y vigilados sólo por el conductor

ABC, 11-09-2006

TEXTO: VIRGINIA RÓDENAS

MADRID. No dan abasto. Mientras la presión aumenta en Canarias con la llegada diaria de cayucos a sus costas – ya son casi ocho mil los indocumentados transportados en la última oleada – su trasvase a la Península es permanente y el trasiego policial en la capital de España, del aeropuerto al Centro de Internamiento de Extranjeros, se ha multiplicado por tres vuelos diarios con un pasaje total de entre 150 y 180 subsaharianos. Tales son las idas y venidas de los agentes del Cuerpo Nacional para su traslado desde la Terminal de Carga hasta el centro de detención de Carabanchel, que el pasado 28 de agosto, en el tercer y último avión de la jornada – aterrizó en Madrid sobre las diez de la noche – , los 60 últimos ilegales que llegaron ese día fueron conducidos en un autobús sin ninguna identificación policial, sin ningún agente que los vigilara y con un sólo funcionario del parque de automoción al frente del volante del autocar de línea con el que tuvo que recorrer, como si de un paseo turístico se tratara, los 25 kilómetros que le separaban del fin de su misión. Todo un hito en el transporte de tal cantidad de detenidos.

En un oficio de la Brigada Provincial de Extranjería a la Jefatura Superior de Policía de Madrid, al que tuvo acceso ABC, la jefa de Expulsiones, de quien dependen estas conducciones, explica lo que fue el trajín de aquel lunes – «como por otra parte, ocurre casi todos los días», según los propios policías del CIE – . «El 28 de agosto – relata la responsable – llegaron a Madrid procedentes de Fuerteventura y Las Palmas un total de 136 inmigrantes repartidos en tres vuelos. En el vuelo de las 11,00 horas llegaron 60 subsaharianos que fueron trasladados hasta el CIE en un autocar con capacidad para 54 pasajeros cedido por el Área de Automoción de la División de Coordinación Económica y Técnica, conducido por uno de sus conductores y acompañado por un funcionario del servicio celular de esta Brigada. Los seis subsaharianos restantes fueron trasladados en vehículo celular por uno de los conductores habituales del mismo. El traslado de los 16 subsaharianos del segundo vuelo con llegada a las 15,00 horas se realizó en un autocar de 20 plazas cedido temporalmente a esta Brigada con dos funcionarios. Para el traslado de los 60 últimos inmigrantes que integraban el tercer vuelo con hora prevista de llegada a las 20,00 horas se había previsto autocar con conductor del Área de Automoción acompañado de un funcionario de esta Brigada más vehículo celular. Sin embargo, debido al retraso de dos horas que acumuló el vuelo, el funcionario asignado para acompañar al conductor debió ser retirado para prestar otro servicio de carácter urgente que ya tenía encomendado y que consistía en localizar y hacer seguimiento de un menor marroquí cuya repatriación estaba prevista para el 30 de agosto».

De esta manera, el conductor se quedó solo ante el riesgo de una conducción de 60 detenidos, delicada tesitura que sin embargo no percibe la inspectora responsable de cumplir las expulsiones puesto que en el mismo oficio de 5 de septiembre señala que «a lo largo de la dilatada experiencia atesorada por esta Brigada en el traslado de extranjeros para su inmediata puesta en libertad no se ha producido ningún episodio de violencia por parte de aquellos y conviene recordar que su calidad de detenidos responde únicamente a una formalidad legal, al tratarse de inmigrantes ilegales sobre los que se ha dictado resolución de devolución. Todos ellos – añade paradójicamente – conocen perfectamente que van a quedar en libertad y su actitud es en todos los casos extremadamente tranquila». Pero sucede que ese mismo día, y sin que nadie lo sospechara, en el CIE de Fuerteventura, donde también la tensa calma viene marcando el transcurso de los días, un subsahariano causaba un «inusual» incidente al pretender cenar dos veces. Cuatro policías heridos fue el saldo del percance.

La Unión Federal de Policía, que conoció de primera mano la inseguridad en que se produjo el traslado del último lunes de agosto en Madrid, ha exigido por escrito a los responsables policiales que hechos de esta índole, que ponen innecesariamente en situación de riesgo a los funcionarios, no se vuelvan a producir.

Advertencia a Interior

Sin embargo, los policías de la Brigada de Extranjería de Madrid han dicho a ABC que es imposible afirmar que en lo sucesivo estas cosas no se repitan por la falta de medios materiales y de personal que padecen y de la que no se pueden declarar ignorantes los responsables del Ministerio del Interior, advertidos en un informe del pasado 21 de abril, elaborado por el entonces responsable de expulsiones. «El problema que se plantea para esta Brigada – subraya el documento – no solamente lo es a nivel de medios materiales con los que no cuenta, sino también de personal, y otros como es la propia seguridad en los traslados». Y luego plantea que «otra solución viable sería contar con uno o dos autocares con capacidad suficiente para poder realizar el traslado en un solo viaje y con dos funcionarios conductores y otros dos de apoyo, si bien, no se dispone ni en los Servicios Centrales ni en Jefatura Superior de autocares que puedan ser destinados para cubrir el servicio, salvo un autocar de 50 plazas aproximadamente que es utilizado para el traslado de funcionarios». Que una vez lleno, y sin policía de apoyo por falta de medios, arriba a Carabanchel donde el pasaje, previo bocadillo y botellín de agua, es puesto debidamente tras los tornos del Metro, donde comenzará su segunda diáspora de indocumentados a ninguna parte.
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