Un inmigrante boliviano es expulsado de España por pegar un puñetazo a su novia
El joven, vecino de Barakaldo, deberá abandonar el país por un periodo de diez años en lugar de cumplir nueve meses de prisión
El Correo, 11-09-2006Un vecino de Barakaldo de origen boliviano será expulsado de España, adonde no podrá regresar en diez años, por haber pegado a su compañera sentimental. Una jueza de Logroño le ha condenado a nueve meses de prisión como autor de un delito de lesiones en el ámbito doméstico. Sin embargo, en aplicación del artículo 89 del Código Penal, que establece que las penas privativas de libertad inferiores a seis años impuestas a un extranjero que no reside legalmente en España serán sustituidas por la expulsión, el acusado deberá dejar el territorio nacional.
J.A.J., de 27 años, ha sido juzgado por los hechos ocurridos a las doce y media de la noche del pasado 20 de agosto, cuando su novia, con la que vivía desde hacía cinco años, regresó a su casa de Logroño. En el domicilio le esperaba el acusado, que, «por celos», le recriminó que llegara tarde y hablara con otros hombres por teléfono. Después, le tiró el móvil al suelo, lo rompió y, acto seguido, le dio un puñetazo en el ojo derecho. El golpe causó a la mujer un edema intenso con inflamación del párpado y herida incisa en una ceja que tardó seis días en curar.
Aunque durante el juicio el hombre negó los hechos que se le imputaban, la jueza considera que su versión es contradictoria. El agresor relató que, escondido detrás del armario, oyó a la joven hablar por teléfono con otro hombre, lo que le dio «mucha rabia», por lo que le dio un golpe en el ojo. Después, aseguró desconocer que «estos hechos, aquí en España, eran castigados tan gravemente». Además, en un primer momento señaló que no sabía nada para más tarde decir que mantenía una relación de cinco años con la víctima, que nunca había pasado nada, y que ésta «era la primera vez».
Por el contrario, la mujer hizo constar en su denuncia ante la Policía que ésta no era la primera agresión que sufría y que, de hecho, fueron las palizas las que le obligaron a irse a vivir a Logroño. No obstante, la joven hizo uso de su derecho a no declarar en el juicio.
La sentencia condena al acusado a nueve meses de prisión – sustituidos por la expulsión del país por diez años – y le prohíbe acercarse a menos de 200 metros de su pareja, su lugar de trabajo, su persona, domicilio y los lugares que ella frecuenta durante dos años.
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