Primero fue Los Ángeles y después Washington. Ahora la contienda se ha desplazado a Chicago y a Portland en esta particular guerra que está emprendiendo el presidente Donald Trump contra las ciudades gobernadas por políticos demócratas. Este lunes, tanto el Estado de Illinois como la propia Chicago demandaron al Gobierno por su decisión de desplegar soldados de la Guardia Nacional en la principal urbe del Estado para proteger edificios federales y a los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) durante las constantes redadas que están llevando a cabo.

El domingo, una juez bloqueó el envío de tropas federales a Portland después de que el presidente de Estados Unidos se hubiera apresurado a mandar soldados para poder acabar con la oleada de crímenes que, según él, está golpeando a las calles de la ciudad.

Es una estrategia calcada a la que el republicano puso en marcha en Los Ángeles en mayo, donde se produjeron manifestaciones masivas contra sus políticas de inmigración, y en julio en la capital del país ante lo que, para el presidente, era una situación insostenible de crímenes en las calles, pese a que las cifras oficiales no respaldaran en absoluto su discurso. En ambas ocasiones se encontró con una demanda en tribunales ante lo que consideran un uso ilegal y excesivo de militares sin contar con la debida autorización del gobernador del Estado.

El caso de Illinois y su principal ciudad era previsible. Dos días después de que el republicano diera la orden de desplegar 300 soldados de la Guardia Nacional en Chicago, las autoridades estatales presentaron la demanda en un juzgado de Illinois. En ella califican la decisión de Trump de “provocadora y arbitraria”, además de una amenaza para la seguridad pública.

Vivir bajo amenaza
“El pueblo estadounidense, independientemente de dónde resida, no debería vivir bajo la amenaza de ocupación por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos, particularmente no solo porque el liderazgo de su ciudad o Estado haya caído en desgracia ante un presidente”, escribió el fiscal general de Illinois, Kwame Raoul, en la querella.

A falta de que un juez se pronuncie, este lunes se dirigían hacia Chicago unos 200 soldados de la Guardia Nacional texana, de acuerdo a fuentes del Pentágono. El gobernador del Estado, el demócrata JB Pritzker, dijo el domingo que la amenaza de Washington es “una invasión de Trump. Empezó con agentes federales, pronto incluirá el despliegue de miembros de la Guardia Nacional de Illinois contra nuestros deseos, y ahora también implicará enviar las tropas de otro Estado”, en referencia a la movilización de soldados desde Texas.

Todo ello en medio de un clima tenso en Chicago durante el fin de semana que se saldó con protestas, varios arrestos y enfrentamientos de los manifestantes con los agentes federales. Un hombre y una mujer fueron detenidos tras lanzar su coche contra un agente de protección fronteriza.

El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, dijo el lunes que emitirá una orden ejecutiva para establecer zonas libres de ICE, en un intento de frenar la libertad de movimientos de los agentes federales de inmigración. “No podemos permitir que arrasen nuestra ciudad sin ningún tipo de control”, indicó. “Si el Congreso no controla a esta Administración, Chicago lo hará”.