IMPORTACIÓN DE POBREZA

ABC, 10-09-2006

Hay fórmulas muy fáciles para describir la falta de población en un territorio determinado. Sin embargo, desde el punto de vista científico no está tan claro el límite a partir del cual se puede considerar que hay un exceso de habitantes. Si yo le dijera que Madrid va a albergar 15 millones de personas seguramente se le pondrían los pelos de punta, pero también le podría decir que en la capital de México hace tiempo que viven mas de 20 millones y aún siguen llegando emigrantes del campo. Es decir, no sabemos cuál puede ser el límite, pero la lógica nos indica que debe haber forzosamente uno.

También somos conscientes de que el movimiento de población, la emigración, es un fenómeno que se ha producido siempre y no sólo como ahora entre África y Europa, a través de España. Hay muchos países con gran experiencia para gestionar este tipo de situaciones de la que podríamos obtener información. Usan loterías, trámites diversos, anuncios en internet, etc. Y lo único que se puede sacar en común de todas las fórmulas es la certeza de que lo que se está haciendo en España en estos momentos es lo peor, tanto para los propios emigrantes que pagan un billete en el que está en juego su vida, como para la sociedad que los acoge.

En efecto, con la fórmula de bocadillo y apáñate como puedas lo único que hacemos es importar pobres. La pobreza no ha desaparecido nunca de nuestra sociedad, pero afortunadamente habíamos conseguido reducirla sensiblemente a base de aumentar la base de la riqueza, con la extensión del empleo y las políticas sociales. Desgraciadamente, ahora estamos inyectando en la sociedad gentes sin documentos ni recursos ni posibilidades de obtenerlos a corto o medio plazo: sencillamente estamos generando pobreza. En las próximas décadas, los emigrantes africanos a los que el Gobierno deposita en la Península sin papeles van a ser la nueva parte pobre – – paupérrima – de nuestra sociedad y además serán los que más dificultades tendrán para dejar de serlo. Un emigrante que viene con sus papeles en regla es un ciudadano de fácil integración y ayuda al esfuerzo creador de la economía que le acoge. Pero lo que está pasando ahora no ayuda a la economía sino todo lo contrario; engorda los gastos sociales aquí y desgarra a familias y pueblos enteros allá. Y lo peor, es que nos acerca lamentablemente al límite en el que la sociedad se saturará y dejará de aceptar emigrantes.

ENRIQUE SERBETO

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