El pulso de una estudiante contra el consejo escolar: “Quiero ir con velo al instituto”

Revuelo social ante la prohibición de un instituto de Logroño a que una alumna lleve hiyab

La Vanguardia, Carina Farreras/Barcelona, 28-09-2025

Eman Akram, estudiante de bachillerato del Instituto Sagasta de Logroño, ha recogido 8.000 firmas en Change.org para que el centro le deje llevar el velo islámico. Siente que sin esa prenda no cumple con los preceptos de su religión y le gustaría que respetaran una decisión que no hace daño a nadie. El lunes pasado desoyó la prohibición y fue expulsada. Eso causó manifestaciones de la comunidad musulmana y de estudiantes a puertas del centro.

Eman explica a La Vanguardia que se matriculó en este instituto porque es el único que ofrece bachillerato internacional en La Rioja (la misma modalidad que cursaron las hijas del Rey). “Sé que es más exigente que el bachillerato ordinario, pero a mí me gusta estudiar, quiero ser abogada y me gustaría ir a una universidad extranjera”, asegura. De origen pakistaní, llegó a Logroño, junto a una hermana y su madre, cuando no había cumplido 2 años. Su padre trabaja en la hostelería y ella, alumna de centros públicos, es la primera en la familia en superar la ESO. Se encuentra así, estadísticamente, entre la minoría de inmigrantes que van a bachillerato.

En junio, en las fiestas de Logroño, se enteró de que la escuela en la que se había matriculado, el Sagasta, un instituto abierto en 1842, prohibiría el hiyab. Se reunió con la dirección en julio y le informaron que era una decisión que se había tomado por motivos de seguridad, de igualdad de género y de vigilancia en los exámenes.

La directora, Rocío Calleja, confirma, efectivamente, que mantuvo reuniones con las familias cuyas hijas llevan velo y se les informó de la decisión acordada en el consejo escolar por mayoría absoluta. En el consejo participan tanto la dirección como profesores, asociación de familias, ayuntamiento y gobierno autonómico (ambos del PP).

“La prohibición no tiene que ver con la religión”, aclara Calleja, “sino con el cumplimiento del reglamento de las normas de funcionamiento del centro”. El artículo 80.4 indica que el alumnado debe “acudir al centro con vestimenta adecuada”. Y en una acotación se especifica: “No se permite el uso de gorros, gorras, viseras, capuchas, boinas y similares en el interior del edificio”. No hay ninguna referencia al velo.

Calleja responde que lo del velo es una interpretación. El año pasado, varios profesores expusieron que era un agravio comparativo que los chicos no pudieran ir con la cabeza tapada y las chicas, sí. Se estaba haciendo una excepción con las chicas musulmanas.

¿Por qué es importante ir descubierto? En primer lugar, la directora lo justifica por motivos de seguridad. “A veces se ‘pierden’ cosas y entonces el profesorado revisamos las cámaras de los pasillos y descubrimos al infractor. Si van con la cabeza cubierta es más difícil distinguirlos”, aclara. ¿Se producen muchos robos de estas características en el instituto? “La verdad es que no, pero tenemos que prever situaciones de esta índole”, asume la directora.

Calleja aduce también que la religión debe quedar fuera de la escuela, aunque en este instituto, como en muchos en España, se imparte clase de religión católica. “Estamos obligados a ello si hay padres que lo piden”, justifica.

En el claustro se produjo un encendido debate que acabó con el voto favorable a la prohibición y se llevó al consejo escolar. Previamente, la directora había pedido asesoramiento a la consejería.

En una comparecencia parlamentaria de hace diez días, el consejero de Educación Alberto Galiana defendió al Sagasta: “Hace un año encargamos un informe jurídico con la pregunta: ¿podemos restringir el velo islámico a través del reglamento del centro sin vulnerar los derechos fundamentales constitucionalmente protegidos? Como el uso del velo no es pacífico y a falta de una norma estatal expresa, se debe acudir a la interpretación de los tribunales”, terció. Los servicios jurídicos de La Rioja encontraron sanciones a alumnas en diversos juzgados españoles. Como uno en Madrid, donde se concluye que no contraviene el derecho a la libertad religiosa y “constituye una medida necesaria para salvaguardarlos derechos constitucionales de los demás y el orden público”.

La directora no entiende tanto revuelo. “Todas las alumnas se lo han sacado, menos ella”, afirma. Para Eman, las estudiantes no se lo ponen porque tienen miedo. Ella también lo tiene y ha vuelto a quitárselo tras la expulsión pues quiere estudiar. “No puedo enfrentarme a todo esto yo sola”, admite. Eman no entiende de leyes pero su convicción por defender los derechos humanos ha crecido: “Si soy abogada lucharé por el entendimiento de la gente y contra el racismo en la sociedad”.

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