Cazando monstruos y fantasmas: una defensa de la migración

Público, Marga Ferré, 29-09-2025

No escribo esta defensa de la migración por lo que Vox ha dicho en el Congreso, sino porque amigos, de los que me fío, me dicen que su discurso está calando en sectores populares y esto sí me preocupa. Así que pretendo dar argumentos desde una defensa acérrima de la razón, los datos, la alegría y Georg Lukács, a partes iguales.

La semana pasada Vox presentaba un supuesto estudio en el que escupía que los trabajadores inmigrantes son una carga insoportable para el Estado del bienestar. Para ellos, en la relación coste-beneficio de un trabajador migrante que cobre menos de 31.670 euros en su vida laboral, el Estado sale perdiendo, por lo que proponen su deportación. A mí de esta gente ya no me sorprende nada, pero al oír semejante disparate no pude evitar pensar: “Anda, igualito que los nazis”. Lo bueno de haber estudiado el Tercer Reich es que les tengo muy pillada la medida.

En 1938, la revista mensual de los nazis publicó en su portada que había vidas que eran una carga para el Estado, que cuantificaban en 60.000 marcos del Reich. De ahí surgió un tétrico póster, muy difundido en la época, que literalmente decía: “Esta persona con una enfermedad hereditaria le costará a nuestra comunidad nacional 60.000 marcos a lo largo de su vida. ¡Ciudadano, este es tu dinero!”. Como había personas cuya relación coste-beneficio era deficitaria para el Estado, procedieron a su eliminación.

Relacionado con este tema
Opinión

Expiación
Marga Ferré

Monstruos. Eran y son monstruos. Vox pretende determinar el valor de una persona en una relación coste-beneficio, desde una perspectiva económica y racial, para argumentar su deportación. Es el sueño de la razón que genera monstruos, y que también genera fantasmas, porque hay que dejar claro que es un pensamiento fantasmal: nada de lo que dicen es real y, sin embargo, provoca miedo. Supongo que esa era la intención del discurso de Donald Trump en las Naciones Unidas en el que achacó los males del mundo a la migración con datos absolutamente falsos.

Así que vayamos a los reales, porque un vistazo a la realidad social no da un escenario tan pesimista; de hecho, demuestra lo contrario. Hay quien sostiene que no hay que argumentarles con datos, ya que la razón no hace mella en quienes apoyan a la extrema derecha. Yo me resisto y les propongo que, si Trump habla de cazar migrantes como quien caza pokemons, las personas que no pensamos como él nos propongamos cazar monstruos y fantasmas, arrojando un poco de luz que, con un poco de suerte, acabe por colarse en las grietas de su resentimiento. Al menos, hay que intentarlo.

Según el Banco de España, el 25% del crecimiento económico de España lo aportan los inmigrantes y calcula que necesitaremos 25 millones de inmigrantes en los próximos años para mantener el equilibrio entre trabajadores y jubilados. El Banco Central Europeo (otra institución libre de sospechas marxistas) atribuye a la inmigración el buen momento económico de España, publicando un estudio que demuestra que el 80% del crecimiento en el último lustro se explica por el aumento de trabajadores extranjeros.

Pero hay más, según los expertos en seguridad social, la población migrante hace una contribución neta positiva a las arcas públicas. La Comisión Europea, llenita de neoliberales, calcula que España necesita 300.000 trabajadores extranjeros cada año para sostener el Estado del bienestar. Y así podía seguir diez páginas más con datos y referencias.

Relacionado con este tema
Opinión

Gaza en el corazón: cada pin, cada pintada, cada bandera importa
Marga Ferré

Pero, más allá de las cifras (siempre útiles) lo que me aterra es el principio: la reducción de un ser humano a un coste-beneficio, como si un trabajador fuera una cosa, como si fuese solo una mercancía y no una persona. Es lo que el filósofo húngaro Georg Lukács llamó “reificación”, algo que hoy traduciríamos como “cosificación”: convertir a las personas y a las relaciones sociales entre ellas en cosas mercantilizables, objetos de compra y venta. La reificación es la internalización de esta lógica en nuestra conciencia: pensar que es “natural” que todo tenga precio y que las personas valgan por su productividad.

Negándolo y, al hacerlo, construyendo, hay una España que acoge, que lucha por subir todos los salarios, porque todas y todos tengamos condiciones dignas de vida y trabajo. Tenemos demasiados problemas que enfrentar, demasiadas cosas que construir, que cambiar, que hacer avanzar y que combatir como para no entender que, para los y las de abajo, es mejor hacerlo juntos. Nos quieren divididos, enfrentados, un “pobres contra pobres” que me recuerda a aquel “clase contra clase” que les vino tan bien.

Creo que la respuesta está en lo contrario, en la receta que el propio Lukács nos recordó y que sigue siendo imprescindible para los que vivimos de nuestro trabajo, y es que, hayamos nacido donde hayamos nacido, tengamos conciencia de que somos parte de una misma clase.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)