De Torre Pacheco a Monforte de Lemos: así amplifican las redes el discurso de odio que se convierte en violencia
Un local que acogerá menores migrantes no acompañados ha sido atacado el pasado sábado en Monforte de Lemos (Lugo). Durante 2024, un total de 2.870 contenidos fueron notificados a las plataformas como discurso de odio racista, xenófobo, antisemita, antigitano o islamófobo, de los cuales solo el 35% fue retirado.
Público, , 22-09-2025Las “cacerías” de Torre Pacheco, las agresiones a menores migrantes en Alcalá de Henares y, más recientemente, el ataque a un centro de acogida que aún no había abierto en Monforte de Lemos (Lugo) evidencian que los delitos de odio en España parecen no tener freno. Estos casos, y muchos otros similares, comparten un denominador común: las redes sociales, que funcionan como un altavoz para difundir mensajes que alimentan la violencia contra los extranjeros.
El pasado sábado, un cóctel molotov provocó un incendio en la planta baja del local de la entidad social Prodeme en Monforte de Lemos, que acogerá el nuevo centro de la Xunta de Galicia para menores migrantes. Desde que se hizo pública hace apenas una semana la intención de reconvertir las dependencias en un centro de acogida, las redes sociales se llenaron de comentarios sobre la iniciativa. Mientras algunos la apoyaban, otros la rechazaban con mensajes cargados de violencia verbal, entre ellos algunos que afirmaban que “esto se arregla con gasolina”, anticipando, de manera escalofriante, lo que finalmente ocurrió, según recoge El Progreso. Ahora, la Policía está investigando estos mensajes para dar con los responsables del ataque.
En España, los menores migrantes no acompañados se han convertido en uno de los principales objetivos de los discursos de odio, donde son sistemáticamente deshumanizados y presentados como una amenaza para la sociedad. En 2024, se investigaron 1.955 delitos e incidentes de odio en el país, siendo el racismo y la xenofobia los principales motivos, representando el 43,73% de los casos, según datos del Ministerio de Interior.
“Viktor Klemperer, filólogo judío-alemán que vivió bajo el nazismo, documentó cómo las palabras del régimen iban impregnando la vida cotidiana, normalizando la exclusión y preparando el terreno para la violencia. Él decía que “el lenguaje tiene un carácter performativo”: no solo describe la realidad, la crea. Ese paralelismo es muy actual. Hoy, cuando se repite que hay una “invasión migratoria” no es un simple opinión, es un mensaje que construye un marco mental donde la discriminación parece legítima. Si dejamos que el odio se normalice en el discurso público, corremos el riesgo de que también se normalice en las calles", explica a Público Anna López Ortega, doctora en Ciencia Política y autora de La extrema derecha en Europa.
Si dejamos que el odio se normalice en el discurso público, corremos el riesgo de que también se normalice en las calles
La magnitud del problema se amplifica en el entorno digital. Durante 2024, el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE) notificó a las principales plataformas Facebook, X, Instagram, TikTok y YouTube un total de 2.870 contenidos considerados discurso de odio racista, xenófobo, antisemita, antigitano o islamófobo, de los cuales solo el 35% fue retirado.
En 2025 la situación no ha mejorado. De enero a agosto, el sistema FARO detectó 614.833 contenidos reportables, con un pico de 190.000 en julio, durante los ataques de Torre Pacheco. A pesar de las notificaciones, el 66% de estos mensajes permaneció accesible en las plataformas, muchos de ellos incitando a la violencia y la expulsión de las personas migrantes.
La politóloga y socióloga Cristina Monge advierte, en conversación con Público, de que las redes son grandes amplificadoras del discurso de odio. No obstante, subraya que “no hay que señalar solamente a las redes”, ya que “si existe ese discurso es porque ha sido producido por alguien antes”, en muchos casos por parte de partidos políticos como Vox que afirma abiertamente querer expulsar a todos los migrantes, a quienes acusa de violadores y delincuentes.
“Las redes son el instrumento, el vehículo por el que el discurso se generaliza, llegando a tal punto de que esas ideas se incorporan en medios de comunicación”, apunta Monge. Según explica, el mensaje circula “muy rápido” y con “mucha violencia”, y gana fuerza cuando “salta de las redes a los medios convencionales”. De hecho, apunta que hoy en día vemos “expresiones, formas de hablar, ideas y ejemplos” que nacen en las redes sociales, se expanden allí y finalmente aparecen en periódicos tradicionales, a menudo “sin mayor verificación”.
El contenido que consumen los jóvenes
El voto de las nuevas generaciones, sobre todo de los hombres jóvenes, ha dado un giro considerable hacia la derecha en los últimos años. El 40% de los hombres entre 18 y 34 años tiene intención de votar a Vox, según la última encuesta de 40dB publicada este año. Además, según datos del CIS de principios de 2025, los jóvenes menores de 25 años, especialmente los hombres, se han desplazado más a la derecha que nunca.
“La extrema derecha ha sabido vender una identidad. Y en un momento de perma crisis como la actual, donde se suceden muchas crisis en poco tiempo, muchos jóvenes están buscando no un partido, sino una tribu a la que pertenecer, con la que identificarse. Y, de forma peligrosa, la extrema derecha les está regalando esa sensación de pertenencia”, explica López Ortega.
Muchos jóvenes están buscando no un partido, sino una tribu a la que pertenecerEsto ocurre mientras que las redes sociales han sustituido a los medios tradicionales como principal fuente de referencia para la mayoría de los jóvenes. TikTok, X, Twitch o YouTube son algunos de los espacios en los que la juventud forma sus opiniones. Y allí, la extrema derecha tiene un gran caldo de cultivo con perfiles ultras como Vito Quiles, Wall Street Wolverine, Alvise Pérez o Isaac Parejo (InfoVlogger) que se han convertido en referentes digitales para miles de jóvenes españoles.
“Los influencers y youtubers, junto a Vox, el PP e incluso algunos medios de comunicación forman parte de esa ola reaccionaria que forma discursos de odio a base de bulos. Enganchan a muchos jóvenes que encuentran en el racismo una supuesta manera de rebelarse contra el sistema. La extrema derecha utiliza esa impunidad para seducir a una parte de la juventud, sobre todo a los hombres, convenciéndoles de que ser racistas, homófobos o machistas es una forma de rebeldía contra un sistema que según ellos es feminista, antirracista o de izquierdas, aunque en realidad no lo sea”, explica el periodista y conductor de pódcast Crímenes de odio Miquel Ramos.
El periodista pone de ejemplo los sucesos ocurridos el pasado julio en Torre Pacheco y señala que existe “toda una masa de gente” que, sobre todo a través de las redes sociales, “inunda de odio el debate”, mientras que otro grupo “pasa a la acción”, los llamados “tontos útiles”, quienes se exponen a ser arrestados o a aparecer en fotos, mientras los principales difusores de odio y desinformación “no suelen mancharse las manos”.
Responsabilidad de las plataformas
La Unión Europea ha desarrollado la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés), que obliga a las plataformas a retirar contenidos ilegales y a aumentar la transparencia, aunque según López, su efectividad depende de cómo se implemente. “No basta con imponer multas; también es necesario educar a los usuarios para que comprendan cómo funcionan estos espacios y cómo detectar desinformación o mensajes que incitan al odio, es decir, fomentar la alfabetización digital y mediática. Por ello, la combinación de regulación, educación digital y mecanismos accesibles de denuncia resulta clave para frenar la propagación del odio”, destaca López Ortega.
Precisamente para abordar esta situación, el Gobierno celebró este lunes una reunión con representantes de Meta (Facebook e Instagram), YouTube y TikTok X no pudo asistir, en la que las plataformas y el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones se han comprometido a reunirse trimestralmente para evaluar la evolución del discurso de odio, al tiempo que se crearán grupos internos de trabajo sin periodicidad concreta de reunión centrados en cuestiones técnicas, como las consecuencias de la implementación de la Ley de Servicios Digitales y la necesidad de establecer una definición homogénea del “discurso de odio”, según informan fuentes del Ejecutivo a Público.
“Frenar los bulos, la desinformación y el discurso de odio en las redes debe ser una tarea colectiva para que no se repitan imágenes como las de Torre Pacheco o las del ataque al centro de menores no acompañados de Monforte de Lemos”, ha señalado la ministra Elma Saiz.
Las compañías han reiterado su compromiso de frenar este tipo de mensajes y compartirán con el Ministerio sus datos y herramientas para retirarlos antes de que los usuarios puedan visualizarlos. Según el Ejecutivo, se trata de un esfuerzo conjunto destinado a frenar la propagación de contenidos que fomentan la violencia y la intolerancia.
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