Jean-Pierre Filiu: “Gaza ya no existe”
El historiador francés pasa un mes en la franja y regresa abatido: “Lo que queda no se puede describir”
La Vanguardia, , 16-09-2025El historiador francés Jean – Pierre Filiu lleva más de 40 años visitando Gaza, estudiando su historia y su gente. Hace unos meses, Médicos Sin Fronteras le invitó a volver. Pasó un mes en la zona segura de Al Mawasi, menos de nueve kilómetros cuadrados (un 12% del territorio), donde hoy se refugian más de medio millón de personas. De esta experiencia, de la que ha publicado el ensayo Un historien à Gaza (Les Arènes), habló ayer en la sede del CIDOB. “Nada me había preparado para lo que he visto y vivido en Gaza. El territorio que yo había conocido y estudiado ya no existe. Lo que queda no se puede describir”.
A Filiu le gusta recordar que Gaza es un oasis habitado desde hace milenios, una encrucijada que prosperó gracias al comercio y la agricultura, donde las culturas y las confesiones coexistieron y se superpusieron hasta que la creación de Israel en 1948 lo redujo “a una franja”.
Desde entonces apenas ha habido paz. Gaza está aislada del mundo por un bloqueo impuesto en el 2007 y esta guerra, la número quince, es la más destructiva.
Filiu calcula que además de los 64.000 muertos que certifica Naciones Unidas, hay otros tantos fallecidos de manera indirecta. Sumados a los que siguen bajo las ruinas, los muertos rondan los 130.000, es decir, un 5% de la población. Si trasladamos este porcentaje a la población judía de Israel, supone 300.000 muertos.
Las cifras ayudan a Filiu a comprender lo que no se puede entender, por ejemplo que “cada persona refugiada en Al Mawasi está obligada a vivir en medio metro cuadrado”. O que la destrucción que ha sufrido y sigue sufriendo Gaza es proporcionalmente muy superior a la de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
El balance de la catástrofe humanitaria en el enclave también es muy superior al de la Nakba. Entonces, entre 1947 y 1948, durante la primera guerra árabo – israelí, murió el 1% de la población palestina –en Gaza ya es el 5% – y 750.000 personas fueron expulsadas de sus hogares. En Gaza son más de 1,9 millones.
A pesar de estos datos, Filiu prefiere no hablar de genocidio. “Esta es una palabra con un significado jurídico y yo soy un historiador, no un juez. A lo mejor la utilizo algún día, pero hoy prefiero hablar de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad, de limpieza étnica y de guerra de aniquilación, que son términos también muy contundentes”.
Gaza, según Filiu, es “un conflicto planetario”, como también lo es Ucrania, y no tiene un buen pronóstico. “Israel no sabe cómo parar una guerra. Nunca ha sabido. Solo EE.UU. puede hacerlo, pero no quiere”.
“El único verdadero aliado de Trump en el mundo es Netanyahu – explica el historiador–. El secretario de Estado Rubio ha dicho en el muro de las Lamentaciones que ‘nuestra alianza es tan fuerte como estas piedras’. Algo así nunca se lo ha dicho a los europeos.”
Israel no podría arrasar Gaza sin el apoyo de Estados Unidos. Filiu calcula que ha recibido 18.000 millones de dólares en ayuda militar directa de su gran amigo americano. A esta cantidad hay que añadir el coste de las operaciones militares estadounidenses –5.000 millones más – y las partidas que no se conocen porque se han fraccionado para eludir el debate parlamentario en el Congreso.
Netanyahu, según Filiu, mantendrá el apoyo de Trump para seguir la guerra hasta las elecciones de octubre del 2026. Hamas tampoco cederá. “Solo le importa su futuro. Tiene a la población de Gaza en contra”. Los países árabes, reunidos ayer en Doha, “tampoco harán nada” y nada puede esperarse, asimismo, de la Autoridad Palestina, inoperante e incapaz de buscar la unidad política que pide la calle.
La única esperanza que le queda a Gaza, explica Filiu, es Europa, “pero Europa no está en Gaza”. No tiene ningún peso. Solo ahora, como recordó Josep Borrell, presidente del CIDOB, la Comisión se plantea cortar las relaciones comerciales con Israel. Para el exjefe de la diplomacia europea es demasiado tarde, pero Filiu se agarra a la esperanza de que Europa pueda fraguar una tregua, no tanto convenciendo a Trump sino a la mayoría de la población israelí, hoy cegada por la guerra. Está convencido de que “el pueblo israelí escuchará a Europa si Europa le habla de verdad”.
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