“Que no se nos ha calentado la boca, que no ha sido un patinazo, que no ha sido una provocación”, dijo ayer Santiago Abascal, refiriéndose a sus palabras pidiendo “confiscar y hundir” el barco de la ONG Open Arms. Aquella afirmación desató hace un par de semanas una polémica de similar magnitud a la que, a lo largo de este verano, han despertado otras de las proclamas migratorias de Vox: desde su negativa a condenar los disturbios racistas en Torre Pacheco (Murcia) hasta su defensa del veto a la celebración de ritos musulmanes en espacios públicos para “mantener nuestra identidad y nuestras costumbres”. El partido no se arrepiente de ninguna de ellas, ni las rebaja o matiza tras la controversia generada, sino que pretende ahondar en esa línea de cara al nuevo curso. Ayer Abascal lo dejó claro, situando la inmigración en el centro de su discurso en el ‘Viva 25’ la cita anual más relevante del partido y haciéndolo en un tono más duro de lo habitual.

“No ha llegado Europa hasta aquí para que la izquierda islamista y la complicidad del PP se la acaben entregando a los hooligans de Osama bin Laden”. Fue una de las afirmaciones que pronunció ayer el líder de Vox sobre el escenario del Palacio de Vistalegre (Madrid). También dijo que su partido “no va a aceptar que proclamen el califato de Bruselas” y que “se tienen que ir todos”, en referencia a los inmigrantes a los que Vox quiere expulsar irregulares, regulares que delincan y los que “no se adaptan”. “¡Fuera!”, gritó Abascal varias veces. Sus consignas contra la inmigración fueron las más vitoreadas por los 8.500 asistentes al acto, entre cargos y simpatizantes, y por eso Vox no va a aflojar en sus tesis. Tiene el visto bueno de los suyos, y también de los sondeos.

A estos se refirió también Abascal, para lanzar una crítica a quienes “tienen que cambiar de posición política según cambian las encuestas”. No mencionó en esta ocasión al PP, aunque sí lo había hecho antes. En el partido lo tienen claro: creen que los populares han endurecido su discurso migratorio a la vista de los sondeos, en los que Vox crece tras un verano marcado por este asunto. El giro de Alberto Núñez Feijóo, y el plan que el PP prepara con medidas en materia migratoria, no lo temen en la formación a su derecha: “No tienen un programa, van a golpe de encuesta”, insisten desde el partido, acusando a los populares de copiar sus planteamientos. Pero Abascal no está dispuesto a dejar que Feijóo ocupe su espacio: “Estamos aquí para ser la voz de millones de europeos, aunque algunos todavía no nos voten, que quieren recuperar la seguridad en sus calles”, dijo ayer.

La pugna en la derecha está servida, pues, con la inmigración en el centro. Y el líder de Vox quiso recalcar ante sus seguidores, y sabiendo que le atendían los líderes autonómicos del partido, que su formación reprochará cualquier concesión que haga el PP en esta materia. También en lo relativo a la distribución por España de los menores que permanecen hacinados en Canarias, a la que los populares se oponen, pero que sus barones acataran para no incumplir la ley. “Todos los menas, por supuesto, también fuera”, dijo Abascal, deslizando que no excusará a las regiones del PP que acojan a estos jóvenes. “No es un castigo, es un premio, porque los menores donde tienen que estar es con sus padres y no en un secuestro institucional”, agregó el líder de Vox.

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Lo que ayer dejó entrever Abascal en su discurso que Vox situará la inmigración en el centro de su planteamiento para este curso ya lo ha aplicado el partido en estos primeros días en dos esferas: en la calle, donde sus dirigentes se movilizan cada vez que hay un incidente con migrantes, y en los parlamentos. En este marco, Vox ha iniciado una campaña coordinada entre el Congreso y las cámaras autonómicas para recabar “informes de fiscalización” de los fondos que las administraciones destinan a la “inmigración ilegal”. Además, en lo que le corresponde, esta semana el partido plantea el Pleno del Congreso como un monográfico sobre inmigración: defiende tres iniciativas relacionadas con esta materia.

Vox abrió ayer el curso político con la inmigración en el eje, no solo del discurso de Abascal, sino también del resto de sus “aliados” internacionales. Y así plantea su acción para este periodo político: con sus propuestas de expulsión como principal bandera y de la mano de sus “socios”.