Lejos de las cámaras y los cazaautógrafos que asaltan a las figuras foráneas que pueblan la Liga de las estrellas, el fútbol gallego también cuenta con sus extranjeros, aunque el trato es muy diferente. El marroquí Youssef Alami espera la autorización de la Federación Española, después de que la Gallega no tramitase su ficha para jugar con el Lemos en Tercera División. El jugador, que lleva cinco años en España, se casó hace casi cuatro con una chica de Monforte, dispone de libro de familia, tarjeta de residente comunitario y ya inició los trámites para obtener la nacionalidad española. Hasta el pasado verano jugó en el Quiroga, en Regional Preferente, pero ahora debe quedarse en la grada, mientras su nuevo equipo disputa las primeras jornadas de la competición.


«No entiendo nada y esta situación me duele mucho, porque los trámites van muy despacio y yo lo único que quiero es jugar al fútbol», explica. Alami llegó a Málaga con 19 años. «Jugaba en el equipo de mi ciudad, Fez. Fuimos a disputar un torneo y me quedé, no quise volver. Tenía un primo en A Coruña y estuve unos meses con él, incluso me entrené un tiempo en el Fabril, pero luego, cuando me casé, me vine a la tierra de mi mujer», añade.


Fuentes de la Federación Gallega aseguraron que la autorización para que Alami vuelva a jugar está próxima, pues los escritos del Lemos ya se encuentran a disposición de la junta directiva de la Federación Española. Además, reconocen que su caso no es el único y desvelan que al menos otro extranjero está pendiente de la tramitación de su ficha para la Tercera gallega, aunque eluden dar su nombre ni referirse al club al que pertenece. Podría ser el caso del Lalín, que espera que Sebastián Campillo, hispanoargentino y procedente de la Tercera alemana, reciba todos los permisos para jugar. En el Céltiga ya debutó en la última jornada el argentino Mauro José Poratti. Alami sigue esperando.