"Hay que dotar de recursos a los niños y jóvenes sin familia para que salgan adelante"
Hablamos con Rita Grané, directora de esta asociación, que se dedica a acompañar a jóvenes extutelados en Catalunya en el proceso de emancipación.
Público, , 08-09-2025Punt de Referència es una asociación que nació en 1997 con la voluntad de acompañar a jóvenes extutelados, es decir, mayores de 18 años en situación de vulnerabilidad y que no tenían una red familiar que les ayudara a transicionar hacia la vida adulta. Han pasado casi tres décadas desde su fundación, la demografía de Catalunya y las herramientas así como los recursos disponibles para la acogida han cambiado mucho, pero el equipo sigue siendo referente en un proyecto: la mentoría que ofrece apoyo emocional y orientación para el futuro.
Entrevistamos a la directora de Punt de Referència, Rita Grané, para hablar sobre la tarea de la entidad, el reto de ayudar y acompañar con una financiación inestable, el escándalo de la DGAIA—actualmente denominada DGPPIA— relacionado con las prestaciones indebidas y el impacto de la creciente llegada de jóvenes migrantes solos al país, entre otros temas. El pasado 28 de agosto la consellera de Drets Socials, Mònica Martínez Bravo, visitó su sede en Barcelona para conocer la entidad y el programa Acull, pensado específicamente para acoger a jóvenes migrantes solos mayores de edad.
¿Con qué jóvenes trabaja Punt de Referència?
Nacimos para acompañar el paso a la mayoría de edad de los chicos y chicas que, a los 18 años, dejan de estar tutelados y salen del sistema de protección de menores. Son jóvenes que no tienen una familia que pueda hacerse cargo de ellos, por causas muy diversas. Cuando empezamos, apenas había jóvenes de origen migrante en el sistema, pero es una realidad que ha ido creciendo año tras año. Hoy, alrededor del 50% de los chicos y chicas que están ahí han migrado sin familia. Pasan por un proceso muy duro.
Alrededor del 50% de los chicos y chicas que hay en el sistema de protección al menor son migrantes
Queríamos dar respuesta a una necesidad que los mismos jóvenes habían expresado. En aquel momento, a los 18 años, muchos salían con trabajo y un lugar donde vivir, y podían emanciparse y ser autónomos. Ahora, esas necesidades ya no están cubiertas. Entonces decían que se sentían muy solos, que no tenían una figura de referencia, alguien con quien establecer un vínculo.
Durante muchos años trabajamos a partir de los 18, pero nos dimos cuenta de que la preparación para la vida adulta tenía que hacerse antes, durante la minoría de edad. De repente, tenían que tomar decisiones sin haber reflexionado sobre ellas. Por eso creamos una figura nueva, la de los mentores. Este voluntariado, que seleccionamos y formamos, es quien hace de referente para los jóvenes.
¿Cómo llegan los jóvenes a la asociación?
Un 25% llegan por el boca a boca. Algunos ya participan en otros programas nuestros. También tenemos algunos pisos para jóvenes de entre 18 a 21 años, pero normalmente trabajamos en red con muchas organizaciones y Servicios Sociales que gestionan viviendas para jóvenes en situación de vulnerabilidad. Nosotros nos encargamos de la mentoría y lo hacemos en alianza.
Dan apoyo en ámbitos clave como la emancipación, la inserción laboral, la búsqueda de vivienda, la formación y la regularización de la documentación. ¿Cómo funciona el proceso de acompañamiento?
No lo hacemos solos. Hay muchas organizaciones y servicios especializados. Intentamos no duplicar. Primero hablamos con cada joven para ver cuál es su situación y cuál es su proyecto de futuro. Trabajamos desde su responsabilidad individual, ellos han de construir ese futuro, pero identificamos en qué ámbitos necesitan apoyo externo. La mentoría aporta sobre todo apoyo emocional y le damos mucha importancia. Tener a alguien con quien puedes contar marca la diferencia.
Ponen mucho énfasis en el acompañamiento emocional. ¿Cómo se sienten los jóvenes sin red familiar?
Cada caso es un mundo. Los jóvenes migrantes a menudo tienen familia, pero en otro país, lejos y en una realidad muy diferente. Por lo tanto, no les es útil en el día a día. En otros casos, los extutelados han sido separados de la familia por violencia u otras causas. Tienen familia, pero no pueden hacerse cargo de ellos.
Es importante fomentar la dimensión emocional más allá de ayudarles a buscar trabajo o piso.
Esta parte es estratégica. Tener a una persona al lado que confía en ti, te hace creer en tus posibilidades y te ayuda a orientar el futuro. Saber que, aunque te equivoques, estará ahí. Eso es básico. Los buenos resultados académicos de los jóvenes en programas de mentoría llegan porque aprenden a sostener el esfuerzo y a ganar responsabilidad. A menudo miramos sólo las carencias y los fracasos, pero también es muy importante tener a alguien con quien compartir los éxitos.
A menudo miramos sólo las carencias, pero es muy importante tener a alguien con quien compartir los éxitos
En los últimos años, la llegada de personas migrantes ha aumentado, sobre todo a partir de 2016-2017 y después de la pandemia. ¿Qué ha implicado eso para ustedes?
Tensiones. La migración es constante. De vez en cuando aparece más en los medios, pero siempre está, porque las necesidades y desequilibrios en los países de origen se mantienen y empeoran. Aún faltan recursos para la acogida, para aprender la lengua, homologar estudios… porque al final lo que queremos es que conozcan nuestra cultura y lengua, que salgan adelante en el sistema. Eso genera una sociedad más fuerte. Y, actualmente, se va creando un discurso a escala mundial contrario…
¿Cómo combatir los discursos xenófobos, contrarios a la inmigración?
Nadie tiene la varita mágica. Lo que vemos es que cuando el voluntariado conoce a los jóvenes, ya no habla con etiquetas, sino de Moha o de Alba. Eso rompe estereotipos y prejuicios. Son chicos y chicas que intentan construirse un futuro. Eso no tiene que dar miedo; al contrario, es un potencial interesante en una sociedad que está envejeciendo de manera dramática. Nuestro proyecto de acogida familiar es muy útil para sumar diversidad y enriquecernos con la convivencia de culturas diferentes.
Una queja histórica del Tercer Sector es la falta de financiación estable, con subvenciones que llegan tarde. ¿Cómo se financia Punt de Referència? ¿Hace falta una reforma del sistema?
Sí, hace falta una reforma clara del sistema de subvenciones. Punt de Referència es una asociación con personas socias, casi todas voluntarias en algún momento. Eso representa un 15% de los ingresos. Otro 15% viene de fundaciones de empresas o patrimoniales. El resto, cerca del 70%, son subvenciones públicas. Una parte es la gestión de los tres pisos asistidos, pero la mayoría depende de la concurrencia competitiva. Eso es un quebradero de cabeza.
Estamos yendo hacia la desconfianza, y a menudo pagamos justos por pecadores. Nosotros somos partidarios de la transparencia, en nuestra página web está todo: salarios, una auditoría muy completa… Pero que proyectos que llevan casi 30 años funcionando, como los de mentoría, tengan que volver a escribir los formularios de subvención justificados cada año… Son muchas horas de gestión burocrática. Es un proyecto con pequeñas innovaciones, pero muy estable. No podemos vivir con incertidumbre. En muchos casos ha pasado medio año natural y aún no sabemos qué ingresos tendremos. Pero el proyecto sigue, no para la actividad. Eso nos aboca a la precarización e impide mejorar las condiciones salariales.
La financiación inestable nos aboca a la precarización e impide mejorar los salarios
Cuando hablabas de desconfianza, ¿te referías a la administración?
Sí. Los procesos de justificación de subvenciones son dramáticos. No sólo aportamos justificantes de gasto, sino que tenemos que explicar una y otra vez por qué son necesarios.
¿Cómo afectó a Punt de Referència el escándalo de la DGAIA relacionado con las prestaciones indebidas a jóvenes extutelados?
Defendemos las prestaciones. No porque los jóvenes dependan de ellas, sino porque necesitan dinero para vivir mientras no logran insertarse laboralmente. Pero tienen que gestionarse bien por todas las partes. La administración se ha ido adelgazando, ha perdido recursos internos y eso nos afecta. Hace falta una reforma en profundidad como la que se ha propuesto y dotar de más recursos, porque si aumentan los jóvenes tutelados y al mismo tiempo reduces recursos, la cosa no funciona adecuadamente.
Hace falta una reforma en profundidad de la DGAIA y dotar de más recursos
También es cierto que si hay normativa, los jóvenes tienen que cumplirla. Pero yo descubrí el otro día que tenemos a una joven que hace un año que pidió la prestación y aún no la tiene. La administración no es ágil.
¿Qué piensa de la reformulación de la DGAIA, ahora DGPPIA?
Nos parece interesante introducir los conceptos de prevención y protección. Si se traduce en programas que trabajen con familias y más recursos, genial. La protección tiene que llegar también a la mayoría de edad. Es una etapa con responsabilidades, pero si el resto de la población no puede emanciparse, los jóvenes en situación de vulnerabilidad aún menos. Necesitan acompañamiento.
Confiamos en que se haga así, escuchando a la juventud y poniendo recursos. Hacemos una petición a la consellera: hay que cuidar la infancia, adolescencia y juventud dotándolas de los recursos que necesitan para salir adelante.
Hace pocos días la consellera de Drets Socials, Mònica Martínez Bravo, visitó Punt de Referència. ¿Qué más le pidieron?
Le pedimos trabajar interdepartamentalmente en dos ámbitos. Primero, vivienda. Ya hace tiempo que reclamamos un plan de emancipación juvenil, pero en este caso le pedimos que las políticas de construcción de vivienda protegida que anunciaba el president [Salvador] Illa también fueran destinadas a jóvenes en situación de vulnerabilidad. Que haber estado tutelado fuera un elemento a tener en cuenta.
A la consellera Martínez Bravo le pedimos trabajar en materia de vivienda y salud mental con los jóvenes vulnerables
Después, salud mental. La soledad genera depresiones y ansiedades. Faltan muchos recursos y en la mayoría de edad, aún más. Cuesta mucho encontrar profesionales para derivar y que haya atención en salud mental.
Y, por último, una petición para el Gobierno. Hay que mejorar los trámites de extranjería porque hacerlos es una cruz. Es muy difícil conseguir citas y muchos procesos quedan bloqueados, ofertas de trabajo frenadas por eso. Si facilitas los trámites, facilitas autonomía, trabajo y estudios. Si no lo haces, provocas que la gente dependa de ayudas, lo cual va en contra de los intereses generales.
¿La consellera estableció algún compromiso?
Quería conocer nuestro proyecto Acull, de acogida familiar. Fuimos muy singulares porque es el único que es específico para jóvenes migrantes y mayores de edad. Aparte de eso, la consellera se comprometió a agilizar los procesos y reducir la parte burocrática. En cuanto al resto, dijo que lo estudiaría.
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