Nuevo curso, mismo genocidio
Público, , 31-08-2025El despertador hace cosquillas el lunes uno de septiembre. Las manos que lo apagan cada año acumulan un curso más sin lecciones, pero no han olvidado que esta mañana huele a nuevo y que lo que hoy se propongan creerán de verdad que lo pueden conseguir. La tostada queda en su punto y el café no se quema porque la vida se ha renovado con el sencillo hecho de ponerse en pie el lunes uno de septiembre.
Pero en el repaso matutino a la prensa parpadea el genocidio, un rápido scroll lo hace desaparecer.
Estrenar una mochila, eso es. Hoy esas manos estrenarán una mochila, aunque el recorrido sea el mismo, el autobús siempre llegue tarde y los compañeros probablemente ni se darán cuenta. Pero la tarde de este lunes servirá para ir a comprar una mochila nueva de algún color alegre, donde quepan todas esas cosas que las vidas modernas acumulan y sin las que esas manos no pueden pasar. Una mochila naranja, llamativa, por qué no.
Pero esa gran superficie donde hay mochilas chulísimas quizás esté financiando el genocidio.
La mañana pasa ligera al compás del lunes uno de septiembre. Se alargan las pausas, abundan los abrazos. Cuéntame dónde has estado, cada año vuelves más morena, he descubierto un chiringuito impresionante, menudo arroz con bogavante me metí entre pecho y espada. Casi sin esperarla llega la hora de comer y las manos elegirán una ensalada envasada al vacío en el pequeño súper de abajo.
Ese súper tan cómodo, tan a la mano de esas manos, pero que, sin quizás, es una de las grandes empresas cómplices con el genocidio.
El trabajo escasea en las últimas horas porque es lunes y es uno de septiembre y el curso aún se despereza, así que las manos buscan esa playlist tan molona en esa plataforma musical de la que quizás se ha dicho algo como que paga muy mal a los artistas o que puso dinero para el acto de coronación de ese pirado que gobierna por ahí lejos. Claro que es una playlist que ha costado años confeccionar a las manos, y es tan guay…
Pero esa canción que tan buen rollo da la canta alguien que está abiertamente a favor del Estado genocida.
Al final no hay mochila porque tampoco es cuestión de empezar el día, la semana, el mes y el curso gastando por gastar, y más al recordar de que en un par de findes esas manos se usarán para sostener una cerveza tras otra en el festival con el que piensan despedir el verano. Ese donde tan bien lo pasaron el año pasado, alzándose hechas puño para acompañar el canto.
Pero ese festival está en la lista, en la lista de los que ha comprado la empresa esa, relacionada con el genocidio.
Mucho mejor descansar en casa tranquilamente y ya se ocuparán las manos de lo que venga el martes dos de septiembre, cuando el aroma de tinta fresca que mancha una hoja en blanco por primera vez quede tan lejos como todas esas catástrofes que van pasando canal a canal a través del mando de la tele antes de dormir. Corriente infinita en las que Palestina hace tiempo que ocupa el lugar de un accidente más, de algo penoso pero inevitable que nos ha tocado en estos tiempos.
Ya en la cama activan otra vez el despertador esas manos agotadas de ser manos para no ser ojos, para no registrar un día y otro día más las imágenes del genocidio que nos vienen como un eco, como un eco que cada vez es más insoportable y se mezcla ahora con la peste del hambre que las manos intentan abanicar, en el día en que arrancamos nuevo curso en los lugares donde no hay un genocidio las personas que no estamos condenadas por los genocidas con el beneplácito del mundo casi entero.
Hoy en Palestina no es lunes, no es uno de septiembre. No empieza el curso ni hay nada que estrenar. Las manos que podrían detener todo eso hace tiempo que dejaron de ser manos para ser solo armas. Si de algo sirve la energía renovada de un calendario que empieza, que sea para que manos como las nuestras, que poco más pueden hacer aparte de teclear Palestina y genocidio una y otra vez, lo hagan con esa fuerza que cada día parece más difícil mantener. Porque la vida no despierta a nada nuevo mientras continúe el mismo genocidio.
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