El eterno viaje de Malik

En los próximos días, el joven senegalés intentará por cuarta vez llegar a España: su familia le empuja y por su cabeza no ronda otra cosa

El Correo, 08-09-2006

Nada ni nadie le hará cambiar de opinión. Antes de la entrevista, se detiene en el cibercafé y consulta la web de la cadena francesa TV5. «He leído que la vicepresidenta española ha dicho que van a repatriar a todos. Tengo que irme antes de que lo hagan». Ayer mismo realizaba contactos con los dueños de cayucos en Thiaroye.

Malik Gueye, de 25 años, no es de muchas palabras, pero deja claro lo que quiere. «Voy a ir a España. Por mar o por avión. No me puedo quedar aquí», dice en buen castellano. Insiste en que su trabajo en el pesquero español ‘Águila del Mar’, que faena entre Senegal, Mauritania y Cabo Verde, no le da para vivir. «Por cada tonelada de pescado gano 1.400 francos (poco más de dos euros)». Rara vez su salario llega a los 120.000 francos (183 euros), que reparte entre su familia y el ahorro para su nueva aventura española. Esa es una cantidad con la que sueñan muchos jóvenes senegaleses, pero él asegura que no le permite hacer lo que quiere o «comprar una casa».

El joven vive obsesionado y la presión en su entorno no ayudará a que cambie de planes. Por las calles sin asfalto ni desagües de Thiaroye, se cruza con la bella Mami, su prometida de 17 años. Lejos de intentar amarrarle, ella también quiere que Malik se vaya. El padre, Ndiogou Gueye, electricista de 52 años, es de la misma opinión: «Yo mismo, como buen padre, le he propuesto este viaje para que cuando llegue pueda sustentarnos. Mi trabajo es muy inestable y hay que comer todos los días. Aunque sea peligroso, tiene que intentarlo». Su madre, Astou, se aferra también a este discurso sin alternativas. Malik no permite hablar de naufragios ni de desgracias a centenares de millas de la costa. «Somos un pueblo de pescadores. Si volcamos, me agarraré a un bidón de gasolina».

El joven, espigado y fibroso, se lleva a la boca tres o cuatro cucharadas de arroz antes de bajar a la playa, donde presenta a otros compañeros de travesías sin éxito. Monte Gurugú, Beliones, vallas de Ceuta y Melilla, Rabat, Agadir, El Aaiún, Nuadibú… Las conversaciones en los corrillos a pie de calle se convierten en un repaso a la historia viva de los últimos años de la emigración hacia España.

En este sentido, el currículum de Malik no tiene desperdicio. En lo que va de 2006 ya lo ha intentado tres veces. Primero, en dos ocasiones vía cayuco desde la ciudad mauritana de Nuadibú. Allí, el 11 de marzo pasado, coincidió con este reportero en la comisaría donde permanecían retenidos decenas de subsaharianos después de que les fuera imposible llegar a Canarias.

Tras su repatriación en furgoneta desde Nuadibú hasta Senegal, Malik se puso a trabajar de nuevo en el pesquero mientras preparaba a conciencia su siguiente asalto a España, el tercero. Fue hace apenas tres semanas desde las costas del Sahara Occidental. Viajó a Casablanca en avión – los senegaleses no necesitan visado en Marruecos – y de allí, a las órdenes de un mafioso senegalés, a Rabat antes de bajar junto a un grupo de veinte en tren hasta Agadir.

Echando cuentas

En el sur de Marruecos ya sólo quedaba que el responsable de la red pagara lo acordado a las Fuerzas de Seguridad, como explica Malik, para que pudieran llegar en camión hasta el desierto del Sahara. Pero, a las tres horas de salir, con los primeros reflejos de las luces de Canarias al fondo, la lancha neumática tuvo que dar la vuelta por problemas en los motores. «Debían de tener agua dentro», explica Malik, que nunca había estado tan cerca de su sueño.

Nadie tuvo derecho a recuperar lo pagado (más de 500 euros) ni a protestar. Así funcionan las mafias. Pese a todo, Malik no da por cerrado el viaje. Está echando cuentas. Aunque desde Thiaroye el pasaje le cuesta 400 euros, prefiere volver a intentar la vía del Sahara, mucho más cercana a España, pero el dinero no le llega para ir a Marruecos. El cuarto asalto está al caer. Lo seguirá contando. Eso será señal de que lo peor no ha ocurrido.

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