La Vuelta a España incumple la Ley del Deporte
Según la legislación española las competiciones deportivas tienen que estar comprometidas en la erradicación del racismo y la violencia.
Público, , 28-08-2025El Israel-Premier Tech, el primer equipo profesional israelí de la historia, es una de las escuadras que participan en La Vuelta Ciclista a España, el acontecimiento deportivo que se celebra estos días en el país europeo cuya sociedad y clase política ha mostrado el rechazo más tajante al genocidio de la población palestina. En mayo de 2024 el Gobierno de España reconoció al Estado de Palestina y se sumó a los más de 140 países que ya lo hacían. El multimillonario Ron Baron financia al Israel-Premier Tech junto con el magnate canadiense-israelí Sylvan Adams, amigo personal de Netanyahu. El primero fue Mayor de la Marina israelí y comandó un escuadrón de barcos. El otro ha declarado en varias ocasiones que su aspiración con el equipo era «mejorar la imagen de Israel alrededor del mundo».
La Vuelta terminó el año pasado con una audiencia de 17 millones de espectadores solo en nuestro país. Sus redes sociales fueron visitadas por 2,17 millones de personas. La edición de este año se puede seguir en la televisión de 190 países y los datos indican que se llegará a un promedio diario de un millón de telespectadores. Es una potente herramienta de comunicación y difusión de valores (y contravalores).
Una bandera de Palestina durante la Vuelta a España a su paso por asturias.
La empresa Unipublic es la propietaria de La Vuelta desde 1979. Forma parte del grupo deportivo francés Amaury Sport Organisation (ASO), que monopoliza el ciclismo mundial, al ser propietaria del Tour de Francia, el Critérium del Dauphiné o la París-Niza. Darío Ojeda, en un reportaje del diario El Confidencial «Tú también pagas La Vuelta: así gastan las diputaciones el dinero de la carrera ciclista», explicaba cómo La Vuelta recibió 3,1 millones de euros de dinero público, en 2019.
La Ley 39/2022, de 30 de diciembre, del Deporte puntualiza con detalle los valores que son representados por el deporte, en su preámbulo señala que los poderes públicos deberán desarrollar políticas públicas deportivas para la promoción de la paz y la concordia en el deporte y los valores humanos. Habla de la erradicación de la violencia, el racismo, la intolerancia y la xenofobia en el deporte. Dice que el deporte es un eficaz vehículo para la transmisión de valores.
Entre las políticas públicas que ha de promover el Gobierno de España, según esta norma, se encuentra «la prevención, control y erradicación de cualquier clase de violencia, el racismo, la xenofobia, la intolerancia en el deporte, así como la discriminación y la incitación al odio por razón de sexo, edad, discapacidad, salud, orientación o identidad sexual, expresión de género, nacionalidad, origen racial o étnico, religión o creencias, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».
“Durante la época del apartheid en Sudáfrica el Comité Olímpico Internacional (COI) la excluyó de los Juegos Olímpicos.”
Que así sea depende de los agentes sociales del deporte contemplados en ella, comenzando por los poderes públicos, especialmente el Consejo Superior de Deportes (CSD) y siguiendo por el Comité Olímpico Español (COE), los clubes y entidades deportivas, las federaciones deportivas, las organizaciones de deportistas y de clubes y los y las deportistas.
La Carta Europea del Deporte también es citada en la Ley del Deporte de nuestro país. Es la guía en materia deportiva para todos los Estados miembros del Consejo de Europa y, por tanto, de España. En ella se habla de los derechos humanos y que la ética deportiva también incluye el respeto por ellos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que el deporte está fundamentado en los mismos valores que sustentan los derechos humanos. También dice que, teniendo en cuenta que el deporte llega a millones de personas, especialmente a los jóvenes, es un vector de cambio social. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible califica al deporte como elemento esencial de la paz y el desarrollo.
Durante la época del apartheid en Sudáfrica el Comité Olímpico Internacional (COI) la excluyó de los Juegos Olímpicos. En 1985, la Asamblea General de la ONU adoptó la Convención Internacional contra el Apartheid en los Deportes por la cual los Estados miembros no tienen permitido tener ni fomentar contactos deportivos con países que practiquen el apartheid, con el fin de eliminar la segregación racial en el deporte. El Estado de Israel lleva décadas de desplazamiento forzoso generalizado y la desposesión de los palestinos de su tierra, las violaciones sistemáticas de los derechos humanos de la población palestina no han parado nunca. Informes de relatores especiales de la ONU han indicado, ante el Consejo de Derechos Humanos, que las autoridades israelíes están cometiendo apartheid contra la población palestina.
El pelotón de la Vuelta Ciclista a España en el Muro de Xixón. Foto:Mercedes Menéndez
La UCI, por recomendación del COI y debido a la invasión de Ucrania, expulsó a Rusia y Bielorrusia y a todos sus equipos del calendario internacional. Además declaró el patrocinio de marcas o productos rusos y bielorrusos contrario a un artículo del Reglamento de la UCI que dice que ningún patrocinio que pueda dañar la imagen de la entidad o del ciclismo puede estar asociada directa o indirectamente con la posesión de una licencia.
Pese a lo que marcan las leyes y normas sobre el deporte en valores democráticos y los derechos humanos, quienes están al frente de las instituciones públicas o privadas del mundo del deporte no han dicho ni hecho nada. José Vicioso, presidente de la Federación Española de Ciclismo, Alejandro Blanco, presidente del COE, o Pilar López Alegría, Ministra de Educación, Formación Profesional y Deporte han decidido guardar silencio sobre la participación del equipo Israel en La Vuelta Ciclista a España. Su silencio blanquea al genocida Estado de Israel y con su indiferencia hacen cómplice al evento ciclista más importante de España.
“Nuestros representantes públicos, ¿van a hacer algo o van a seguir subiendo a los podios de La Vuelta para hacerse la foto mientras poco o nada les importa este escandaloso sportwashing que blanquea un genocidio?”
Qué vamos a decir de José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del CSD, máximo responsable del deporte en este país y que escribe en el Libro de Ruta de La Vuelta: «La rueda gira y la bici avanza, como lo hace esta sociedad siempre que no dejemos de pedalear». La frase no puede ser más irónicamente lamentable. Gracias a su gestión ―de la que el sector cultural ya fue sobresaliente víctima― el deporte no será representante ni de la igualdad ni de la dignidad ni de la defensa de los derechos humanos.
Nuestros representantes públicos, ¿van a hacer algo o van a seguir subiendo a los podios de La Vuelta para hacerse la foto mientras poco o nada les importa este escandaloso sportwashing que blanquea un genocidio?
La Vuelta 2025 está patrocinada por todos y todas. Como puede verse en su página web, entidades y administraciones públicas como Correos, Loterías y Apuestas del Estado, Paradores Nacionales o Xunta de Galicia aportan ingresos fundamentales, además de RTVE. A todo esto hay que unir la financiación pública que dan a Unipublic directamente las localidades o Comunidades Autónomas por la que pasa la carrera ciclista. El dinero público no puede sostener, bajo ningún concepto, eventos deportivos que no pongan cuantas medidas pudieran para evitar la participación de equipos que usan el deporte como plataforma para blanquear imágenes de países que masacran a otros, el uso del dinero público y el deporte debe estar alineado con los valores democráticos. ¿Van a tomar alguna decisión los Ayuntamientos, Diputaciones o Comunidades Autónomas al respecto?
Nelson Mandela dijo que «el deporte tiene el poder de cambiar el mundo, puede crear esperanza donde antes sólo había desesperación». Cuando el deporte se usa por parte de unos pocos para no cambiar nada en el mundo, si no todo lo contrario, y nuestros representantes políticos no están a la altura, ¿que nos queda?
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