Global Sumud Flotilla: de Barcelona a Gaza
Público, , 25-08-2025El 31 de agosto, el puerto de Barcelona será testigo de un acto de valor civil y solidaridad internacional que trasciende lo meramente simbólico: la Global Sumud Flotilla. La palabra árabe “sumud” significa perseverancia, firmeza y resistencia inquebrantable ante la adversidad. No existe término más apropiado para nombrar esta iniciativa que, con rumbo a la asediada Franja de Gaza, busca desafiar no solo un bloqueo naval ilegal, sino también la parálisis moral de una “comunidad internacional” que contempla impasible un exterminio en cámara lenta.
A bordo de estos barcos no viajan únicamente activistas; viajan símbolos vivos de la conciencia global. La presencia de figuras como la actriz Susan Sarandon, cuya voz lleva décadas alzándose en defensa de la justicia; la joven Greta Thunberg, emblema de una generación que exige un futuro habitable; y Ziweliveille Mandela, nieto de Nelson Mandela y embajador del retorno a Palestina, que enlaza de forma inseparable la lucha contra el apartheid sudafricano con la resistencia palestina, otorga a la misión una resonancia internacional invaluable. Junto a ellos, y junto a tantas defensoras y defensores de los derechos humanos anónimos, viaja también la esencia de la solidaridad popular, encarnada en personas como nuestro querido Manolo García “el teniente”, ejemplo de ese compromiso inquebrantable de quienes siempre eligen estar en el lado correcto de la historia. Su participación nos recuerda que la lucha por Palestina es, en realidad, una lucha por la humanidad entera.
Los objetivos de esta flotilla son múltiples y profundamente interconectados
Primero, es una misión de denuncia.
Las y los activistas ponen sus cuerpos en la línea de fuego, arriesgando su libertad e incluso sus vidas, para romper el cerco mediático y físico que Israel ha impuesto sobre Gaza. Su acción es un grito tangible contra el asedio medieval al que se somete a 2,3 millones de personas, privadas de alimento, agua, electricidad y medicinas en un campo de concentración a cielo abierto convertido hoy en un campo de exterminio. No es metáfora: es una política deliberada que provoca la muerte por inanición de los más vulnerables —niños, ancianos, enfermos—. La flotilla transporta comida, medicinas y material quirúrgico. Pero su carga más valiosa no es material, sino moral: cada caja de ayuda es una acusación directa contra un sistema de opresión que obliga a organizar esta caravana de vida.
Segundo, la flotilla es un espejo de las vergüenzas.
Obliga a la llamada “comunidad internacional” a contemplar su propia hipocresía e inacción. Mientras los gobiernos occidentales se limitan a declaraciones de “preocupación” y a vacíos llamamientos a la “moderación”, la sociedad civil se ve forzada a actuar allí donde los Estados ni siquiera lo intentan. La pregunta que reverbera en el Mediterráneo es incómoda e incontestable: ¿por qué debe ser una flotilla de voluntarios la que intente llevar ayuda vital y no, por ejemplo, la Armada española, irlandesa o eslovena custodiando buques mercantes? ¿Por qué los Estados que se autoproclaman defensores del derecho internacional y de los derechos humanos son incapaces de adoptar medidas concretas contra un bloqueo declarado ilegal por la Cruz Roja y Naciones Unidas? La respuesta solo confirma la crisis de voluntad política, la sumisión a los intereses geoestratégicos y la complicidad tácita con la maquinaria de guerra israelí.
Tercero, la flotilla es un punto de confrontación y responsabilidad.
Es trágicamente previsible que la marina de guerra israelí intercepte la flotilla en un nuevo acto de piratería en aguas internacionales. Ya lo ha hecho antes, con consecuencias mortales, como en el caso del Mavi Marmara en 2010, donde diez activistas fueron asesinados. El secuestro de barcos y tripulaciones pacíficas constituye una violación flagrante del derecho marítimo internacional. La cuestión crucial es: ¿qué harán los gobiernos de quienes son ciudadanos estos activistas?
¿Se limitarán otra vez a emitir una nota diplomática de “profunda preocupación” y a pedir “calma”? ¿O esta vez actuarán con la contundencia que exige la magnitud de los crímenes en curso? La intercepción de la Global Sumud Flotilla debe marcar una línea roja que obligue a una respuesta política firme y definitiva. Las medias tintas ya no son opción. Es hora de medidas concretas e inmediatas: ruptura de relaciones diplomáticas con el régimen israelí, expulsión de sus misiones diplomáticas de nuestro territorio, embargo absoluto de armas y fin de toda cooperación militar o de inteligencia. Quienes compran o venden armas al genocida y legitiman el genocidio no pueden lavarse las manos ante sus consecuencias.
Vamos tarde. Cada día de inacción se traduce en más vidas palestinas arrebatadas. Cada declaración vacía se convierte en un acto de complicidad. La hambruna en Gaza no es un desastre natural: es un proyecto político de ocupación y aniquilación de un pueblo. El genocidio no es una exageración: es un proceso metódico de deshumanización, desplazamiento y exterminio, documentado ante nuestros ojos.
Por eso, todo nuestro cariño, apoyo y solidaridad incondicional acompañan a las valientes compañeras y compañeros que embarcan en esta misión. Ellos ponen el cuerpo, arriesgan lo más preciado y convierten las palabras en hechos. Son la conciencia incómoda frente a unos gobiernos pusilánimes.
Y, sobre todo, nuestra solidaridad inquebrantable es para el Pueblo Palestino. Que sepan, en medio de la oscuridad del bombardeo y del dolor de la pérdida, que no están solos. Más allá de la ignominiosa actitud de los gobiernos occidentales y de muchos regímenes árabes cómplices, los pueblos del mundo reconocen su lucha como la causa emblemática por la libertad, la justicia y la dignidad en nuestro tiempo. Su resistencia es nuestro faro.
En esos barcos que zarpan de Barcelona, simbólicamente, viajamos millones. Llevamos nuestra rabia, nuestra esperanza y nuestra determinación. Llevamos la convicción de que ningún muro es eterno, ningún bloqueo puede sofocar el anhelo de libertad y que, finalmente, la justicia prevalecerá sobre la impunidad. La Global Sumud Flotilla nos recuerda que el Mediterráneo, mar de encuentros y civilizaciones, no puede convertirse en una fosa común de la conciencia humana.
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