"El reparto de comida de Israel en Gaza está diseñado como sistema de tortura colectiva"

Zabalgogeazkoa acaba de regresar tras pasar casi dos meses en la Franja. Admite que lo que está sucediendo allí es "difícil de explicar", incluso para él, que acumula una amplia experiencia en conflictos internacionales.

Público, Jorge Otero, 14-08-2025

Aitor Zabalgogeazkoa, de 61 años, ha estado dos meses en Gaza, donde ha estado coordinando uno de los dos grupos de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) que operan en la Franja en condiciones muy difíciles. Testigo de primera mano del horror cotidiano bajo el que vive la población palestina, Zabalgogeazkoa denuncia el uso que hace Israel del hambre como arma de guerra.

En este sentido, Médicos Sin Fronteras publicó la semana pasada un informe demoledor sobre la gestión que está haciendo Israel de la ayuda humanitaria en Gaza. Bajo el título Esto no es ayuda. Es un asesinato orquestado, el documento afirma abiertamente que el sistema de reparto de alimentos y medicamentos adoptado por Israel en connivencia con Estados Unidos a través de la denominada Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés) es “un sistema de inanición y deshumanización institucionalizadas”. Zabalgogeazkoa confirma que los soldados israelíes disparan a matar a los palestinos que se acercan a las colas del hambre, especialmente a los jóvenes.

¿Quiere Israel matar de hambre a la población de Gaza?

Es obvio que Israel intenta controlar el flujo de ayuda humanitaria a través de esta Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) para doblegar a la población palestina mediante la falta de comida. La escasez de alimentos se produce porque Israel controla los únicos canales de acceso a la comida. Esta es una nueva manera de hacer la guerra. Cualquiera con un poco de sentido común puede ver que este sistema de ayuda humanitaria impulsado por Israel no puede funcionar: antes había 400 puntos de distribución de alimentos y ahora hay cuatro en toda la Franja. Miles de personas se tienen que romper literalmente la cara para conseguir una caja de comida. El sistema de GHF está diseñado como una tortura colectiva a la población. Además, Gaza es un entorno cerrado y no hay donde huir. Esa circunstancia aumenta el sufrimiento de los palestinos e incrementa la crueldad del Ejército israelí.

¿Cuál es ahora mismo el nivel de desnutrición en la Franja?

El hambre en Gaza se ve en las caras de la gente. La población lleva 22 meses comiendo mal y poco. Casi no hay proteínas en su dieta. La mayoría han perdido entre 10 y 15 kilos de peso. La desnutrición se está cebando con las mujeres, sobre todo con las madres y con las mujeres embarazadas y lactantes, que son las que peor alimentadas están. También afecta mucho a los niños que ya estaban enfermos antes: muchos de ellos se están muriendo sin que podamos hacer nada más por ellos.

¿Cómo es el día a día de los palestinos?

La mayoría de la gente ha desarrollado una rutina de supervivencia básica: hay que preocuparse por conseguir comida todos los días. Eso es lo prioritario. Ir a las colas de distribución de comida o asaltar un camión para conseguir algo de alimento es ya un trabajo más en Gaza. Además, muchos tienen que moverse de un lugar a otro por las órdenes de evacuación del Ejército israelí. Eso es agotador, pero en medio de todo eso, los palestinos aún intentan mantener las mismas rutinas que tendríamos tú y yo, y al final del día pues intentan tener un rato personal con amigos y familiares. En Gaza nunca sabes lo que va a venir el día siguiente.

Según el informe de MSF, ese trabajo de buscar comida recae fundamentalmente en los jóvenes y adolescentes, porque son los que están más fuertes, pero eso les expone más a las balas de los soldados israelíes.

Sí, claro. Es que hay que ir a los puntos de distribución de GHF para ver lo que es aquello. Yo, por ejemplo, no he estado en el sitio físicamente porque no me atrevo a ir. Allí los soldados israelíes disparan a matar. La gente pasa la noche esperando para poder estar en la parte de delante en la cola. Si llegas muy tarde, te quedas sin nada. Y siempre pasa lo mismo: abren las puertas más o menos a las 9.00 horas de la mañana, a las 9:15 ya se ha acabado todo y a las 9:30 nos empiezan a llegar los heridos y los muertos por los disparos. Es sistemático. Y los que más se arriesgan son los jóvenes porque son más fuertes, más ágiles, pueden correr y también son más atrevidos. Pero bueno, hay de todo: el último día que estuve en Gaza al centro de salud de MSF llegó un hombre de 61 años con una herida de bala.

¿Cómo están psicológicamente los palestinos? ¿Mantienen alguna esperanza de cara al futuro?

La población en Gaza está exhausta y desesperada. Nadie ve un futuro, ni tan siquiera a corto plazo, en el que pueda haber una mínima garantía de tranquilidad. Hasta hace un par de semanas todo el mundo suspiraba por un posible alto el fuego, pero ahora las noticias sobre una nueva ofensiva de Israel para tomar toda la Franja han sido un jarro de agua fría. La gente en Gaza está muy desanimada.

“Una simple silla de ruedas está considerada como de doble uso civil y militar y no se puede importar dentro de Gaza”

¿Permite Israel trabajar con libertad a las agencias humanitarias?

La verdad es que no. Israel pone un impedimento detrás de otro: todo son vericuetos burocráticos y físicos con el objetivo de hacernos la vida imposible. Una simple silla de ruedas está considerada como de doble uso civil y militar y no se puede importar dentro de Gaza; conseguir los permisos para mover los camiones de ayuda humanitaria también es toda una odisea: el camión tarda días y días en llegar, luego hay que recogerlo, devolverlo, que no lo asalten, que no sé qué… Eso sí, luego Israel es muy hábil en decir ‘Yo ya he cumplido mi parte’; o sea, presume de dejar entrar alimentos y medicamentos en Gaza, pero todo tiene su revés: la comida entra, pero se tarda días en conseguirla y encima muchas veces la roban y ni siquiera llega a los puntos de distribución. Con los medicamentos pasa lo mismo: los equipamientos médicos quedan expuestos al sol durante días y se estropean; en la aduana, los israelíes destripan todas las cajas, dejan todo desordenado, no dejan atar las cajas en los camiones y se pierde parte del cargamento. En realidad, te están jodiendo todo el rato.

Es una especie de tortura psicológica, como decía usted antes.

Sí, es como si Israel tuviera a los palestinos al borde de un acantilado, agarrados de la mano, y les amenazara todo el rato con tirarlos y al final no termina de hacerlo. Israel siempre apura al límite el suministro de combustible y de medicamentos para hacer hacer sufrir a la población. Mire, un hospital en Gaza llega a consumir 4.000 litros de combustible al día y los israelíes esperan a que solo queden 500 para dejar pasar un camión con otros 30.000 litros. Esa cantidad da para que funcionen tres hospitales en toda la Franja durante dos días. Y lo mismo ocurre con las piezas de recambio para los generadores o las plantas potabilizadoras de agua. Todo es así. La falta de ayuda humanitaria y de suministros es permanente: de hecho, ahora que Israel ha abierto mínimamente la mano durante esta pausa humanitaria ha entrado un tercio de la ayuda necesaria para cubrir las necesidades de la población.

“Lo que impresiona de Gaza es la dimensión de la destrucción. En algunas zonas parece que ha habido un terremoto”

¿Había visto antes un nivel de destrucción parecido al de Gaza?

Sí, aunque no es muy habitual. Mosul quedó igual y Grozni [capital de Chechenia] hace 30 años también. Pero lo que impresiona de Gaza, al ser un lugar confinado y cerrado, es la dimensión de la destrucción. En algunas zonas parece que ha habido un terremoto. No te entra en la cabeza cómo el ser humano puede llegar a provocar tanta devastación. Y el caso es que pese a tanta destrucción, Israel sigue con las demoliciones día tras día, de forma sistemática.

¿Había visto alguna vez tanta crueldad?

Recuerdo que uno o dos días después de los ataques de Hamás, un general israelí dijo: “Les vamos a hacer pagar un precio insoportable.” Y es lo que está pasando: Israel le está haciendo la vida insoportable al pueblo palestino, aunque ello implique desplazamientos forzados, limpieza étnica o expulsarlo de su tierra. La verdad es que cuesta mucho explicar lo que está pasando en Gaza.

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