“Si estas palabras os llegan, sabed que Israel ha logrado matarme y silenciar mi voz”. Este fue el último mensaje de Anas Al-Sharif, un joven periodista de 28 años que fue alcanzado junto con otros cinco comunicadores y reporteros por un bombardeo selectivo en Gaza propiciado por un dron.

Te contamos la verdad detrás de este último suceso y actualizamos datos del genocidio hasta ahora impune.

En octubre de 2024, Israel acusó a seis periodistas de la cadena catarí Al Jazeera de ser agentes militares procedentes de organizaciones terroristas. El Estado israelí no presentó pruebas convincentes de su supuesta vinculación con Hamás. La BBC informó de que, aunque el periodista había trabajado para un equipo de medios de comunicación de Hamás, siempre se había mantenido muy crítico con la organización en sus redes sociales.

Al Jazeera respondió con un comunicado en el que se rechazaban firmemente dichas acusaciones, calificándolas de infundadas y de provenir de un intento de silenciar la cobertura independiente del conflicto. La cadena defendió que sus periodistas cumplen con los estándares profesionales internacionales y que su labor consiste en informar desde el terreno, incluso en circunstancias extremas.

También expresó su preocupación, señalando que veía en la postura del Estado sionista una posible excusa para utilizar dichas acusaciones como pretexto que justifique un aumento de la violencia contra los periodistas.

Y no se equivocaban. El pasado domingo 10 de agosto, un dron israelí atacaba la tienda de campaña situada frente al hospital Al Shifa, en la ciudad de Gaza. Todos ellos, excepto uno, trabajaban para Al Jazeera, la cual había sido prohibida en Israel por estar relacionada supuestamente con Hamás y la Yihad Islámica.

Estos últimos seis asesinatos son los más recientes en una lista que ya registra 242 periodistas asesinados, según el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Desde el 7 de octubre de 2023 se han registrado más de 60.000 muertes en la Franja de Gaza. De ellas, el 30% son menores de edad: casi 12.000 víctimas tenían de 1 a 12 años y casi 1.000 no habían alcanzado ni siquiera el primer año de vida. Si sumamos los asesinatos en Cisjordania, la cifra aumenta en unas 1.000 muertes más.

Pero todo esto no queda ahí, a todos estos datos devastadores debemos sumar las muertes por hambre y sed. El pasado 28 de octubre, Netanyahu logró impedir que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos pudiese dar asistencia a los palestinos expulsados de sus territorios. Y, aunque luego se recuperó su operabilidad, el número de muertes por desnutrición se eleva a 127 desde el 7 de octubre, de las que 85 son niños y niñas, según el departamento de Sanidad de Gaza, controlado por el Gobierno del grupo islamista Hamás.