De la consigna «papeles para todos» al fuera los «sin papeles»
La marea de llegadas ha obligado a los socialistas a cambiar su discurso
La Razón, 07-09-2006MADRID – De un discurso comprensivo, flexible e integrador de los
inmigrantes, próximo al «papeles para todos» cuando estaba en la
oposición, el Gobierno, ahora desbordado por la mayor avalancha de
indocumentados que ha habido nunca, la falta de colaboración de la Unión
Europea y el estado de precampaña electoral ha endurecido su dicurso sobre
la inmigración.
En 2001, el actual ministro de Trabajo,
entonces portavoz del grupo socialista en el Congreso, ya vaticinó con
tino que «la inmigración desbordaría al Gobierno». Entonces se refería a
la gestión que realizaba el Partido Popular, pero posiblemente en ese
momento no se imaginaban que él mismo sería protagonista de sus pesimistas
augurios.
Cuando el PSOE ocupó el Gobierno quiso dar otro enfoque al
fenómeno migratorio y pilotarlo desde el Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, en lugar del de Interior, como había hecho el Gobierno del PP.
Quería despojarle del enfoque policial que los populares le habían dado y
que tantas veces le echó en cara. Hoy, en cuestión migratoria, Interior y
Exteriores tienen un protagonismo idéntico o mayor que cuando los
populares ocupaban el poder. Incluso, es la Vicepresidencia del Gobierno
la que ha hecho suyo uno de los problemas más graves a los que el
Ejecutivo ahora se enfrenta en solitario y con una colaboración
«simbólica» de sus socios europeos.
? Facilidades a
los que están en España. Los socialistas siempre se han mostrado próximos
al inmigrante y han apoyado movilizaciones de indocumentados que
reclamaban papeles al entonces Gobierno de Aznar. Durante los encierros
masivos de 2001, que resultaron especialmente conflictivos en Cataluña,
incitó a los extranjeros en situación ilegal a agotar todos los recursos
legales a su alcance para evitar ser expulsados. La entonces portavoz del
PSOE de Inmigración y hoy secretaria de Estado, Consuelo Rumí, mostraba su
actitud comprensiva con los recién llegados al recomendar que había que
«dar alternativas a los inmigrantes cuando les decimos que no vengan en
pateras, que no vengan en condiciones de irregularidad. Hoy resulta
chocante escuchar a una tajante vicepresidenta del Gobierno que asegura
que «más tarde o más temprano, todos los que lleguen de manera ilegal
serán devueltos a su país», una verdadera utopía hasta el momento, según
ha demostrado la experiencia.
? Quién lo resuelve. La inmigración es
competencia exclusiva del Gobierno. Ya lo dijo Rumí en 2003, sin embargo,
unos años después, con un Ejecutivo desbordado por los acontecimientos e
incapaz de frenar la oleada de cayucos es Europa la que dice que tiene la
llave del problema. Europa y los países de los que parten los inmigrantes.
«Este asunto acabará resuelto con la colaboración de los países
originarios de la inmigración y la de los países europeos», dijo
recientemente el portavoz del PSOE en el Congreso, Diego López Garrido. ?
De la oportunidad a la expulsión. Si en 2003 los socialistas lanzaban
mensajes idílicos sobre la inmigración («es una oportunidad para los que
vienen y para la sociedad»), un Zapatero con otra visión más realista del
fenómeno se negó ayer a aceptar inmigración clandestina porque «es un
fraude».
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