El optimismo puede ganar la guerra
Público, , 10-08-2025Soy la optimista del grupo. Demasiado optimista, me dicen. Donde todas ven el fin del mundo, yo veo indicios irrefutables del inicio de una transformación narrativa histórica. Creo que vamos directas a un cambio de ciclo en el que va a tener lugar un levantamiento popular a la altura del que representó el movimiento hippie en los 60. Creo que no vamos a retroceder ni un ápice en derechos, sino que vamos a iniciar un proceso de cambio de marco socioeconómico que van a seguir las juventudes actuales, que acabarán, en tres generaciones, con el capitalismo tal y como lo conocemos ahora.
Lo que pienso está basado en evidencias que lo hacen probable. Por ejemplo, estos días estamos amaneciendo con informaciones que permiten asegurar que Israel está perdiendo el relato. Así lo cuenta el periodista palestino Kayed Hammad en una entrevista en 5W publicada hace unos días. El mundo se está levantando en masa, en todas las partes del globo, uniendo a personas completamente distintas a través de manifestaciones, acciones de boicot a productos y actos, movimientos de resistencia pacífica o acciones legales. La periodista Queralt Castillo hace un repaso muy interesante de algunas de estas acciones en un artículo publicado en El Salto entre las que se incluye la detención de dos soldados israelíes en Bélgica cuando asistían al festival Tomorrowland acusados de crímenes de guerra. También son impresionantes las imágenes de las detenciones que tuvieron lugar el pasado lunes 4 de agosto en Nueva York durante una protesta convocada y liderada por la organización judío-estadounidense If Not Now. 40 personas fueron arrestadas. Se ha tardado dos años en conseguir que la pequeña pelotita de microacciones alcanzara el volumen necesario pero ahora mismo ya estamos ahí, somos muchas personas alimentando, con absoluta convicción, una enorme bola que puede cambiar el curso de la historia.
También hay señales importantes en otros ámbitos. El triunfo del discurso del candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani, es uno de esos brotes verdes. De ganar las elecciones el próximo año, se convertiría en el primer alcalde musulmán de la historia de una ciudad en la que la comunidad musulmana solo representa el 9% de la población. Su éxito se erige sobre una campaña que se basa en presentar a Zohran como la alternativa a los billionaires, a los super ricos. Affordability, es decir, asequibilidad, es la base del discurso. Su promesa es asegurar a todas las personas que viven en la gran manzana acceso a vivienda, sanidad, transporte o cuidados, estableciendo la ciudadanía universal e inclusiva del neoyorkino. Es una propuesta en las absolutas antípodas del discurso trumpista. Y está ganando.
En España tenemos al Sindicato de Inquilinas, maravillosas, creciendo poco a poco pero con contundencia. Activistas super jóvenes, muy valientes y que están marcando el eje del debate público. También somos el país de Europa que mejor opinión tiene sobre la migración, según la encuesta Europe talks publicada recientemente por la demoscópica More in Common. Y alimentamos el relato de que gracias a nuestras políticas migratorias tenemos los mejores resultados económicos de la eurozona.
Me dejo muchos ejemplos ilusionantes que se pueden consultar en mi perfil de Instagram. Porque a mí el algoritmo me manda ejemplos de resistencia, amor y triunfo del cambio y de la fraternidad. Así lo he entrenado. Y eso me permite alimentarme de cosas esperanzadoras. Monitoreo la actualidad combinando informaciones y estudios que permiten asegurar que mi expectativa es tan legítima y tan plausible como la opción de que tenga lugar una tercera guerra mundial, que a nadie sorprende y todo el mundo acepta como posible e incluso inevitable. Me sigue resultando curioso que por plantear este enfoque, que no es nada revolucionario, me tachen de ingenua. La realidad es que soy todo lo contrario, soy experta en comunicación. Sé perfectamente lo que digo. Todo es posible a partes iguales. Es tan factible que esto sea una época de cambio para bien como que se consolide el cambio para mal. Ahora bien, creyendo que el escenario más negativo es el único posible, boicoteamos las posibilidades de que los cambios positivos tengan lugar. Subimos los peldaños de una escalera porque pensamos que somos capaces. Cambiamos el mundo por esa misma razón.
Son muchos los ejemplos en los que a través del amor y la movilización social se han conseguido grandes cambios en momentos oscuros, y muy pocos en los que el odio ha conseguido mantenerse en el poder. Solo por esta razón deberíamos ser optimistas. Desde Gandhi hasta Claudia Sheinbaum, actual presidenta de México, pasando por José Mujica, Martin Luther King o Mandela. Estoy enfrascada ahora en el libro autobiográfico de Jacinda Arden, titulado A Different Kind of Power, un nuevo modelo de liderazgo, en el que relata cómo a través del amor y la comunidad consiguió convertirse en la candidata presidencial más votada de la historia de Nueva Zelanda. Se ha conseguido muchas veces revertir el mal y avanzar hacia modelos más justos en circunstancias que parecían tan adversas como las actuales.
Ganar el relato es ganar la guerra. Por eso gran parte del trabajo de la ultraderecha y los autoritarismos consiste en hacernos creer que ellos son más, que están conquistando el mundo y que con el amor no se consigue nada. Muchísimos millones de euros se dedican a desmoralizar a la mayoría. Y es cierto que es muy difícil mantener la ilusión y la esperanza cuando todo lo que se recibe son informaciones tremendas de muerte y destrucción. Pero tenemos que sobreponernos y protegernos, entendiendo y aceptando que somos muchas más las personas que queremos un mundo pacifico. Todas las herramientas del mal pueden ser usadas para el bien. Somos más fuertes de lo que pensamos y vamos a ganar. El relato es nuestro. Amén.
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