Trump amplía su cruzada absolutista al control de los hechos
Después de iniciar la persecución ideológica dentro y fuera de la administración, el presidente pasa al siguiente nivel con el despido de la directora de Estadísticas Laborales por los malos datos de empleo.
Público, , 04-08-2025El despido de la directora de Estadísticas Laborales es la consecución lógica por parte de un presidente que, desde que asumió el poder, ha estado persiguiendo todas aquellas políticas que no se alineaban ideológicamente con su agenda. Los primeros seis meses de mandato de Donald Trump han sido un constante borrado de palabras como “cambio climático”, así como todo aquello relacionado con las políticas de diversidad e inclusión. El gobierno ha retorcido hasta el máximo el concepto “antisemitismo” para poder perseguir activistas propalestinos que claman contra el genocidio en Gaza. Después de querer controlar el relato, ahora Trump quiere dictar los hechos.
Los débiles resultados de empleo de julio inferiores a los previstos, y la revisión a la baja de las cifras de mayo y junio, no cuadraban con el relato de una economía boyante gracias a las decisiones de Trump. Por ello, el presidente tachó de “falsos” los datos de la directora Erika McEntaffer y procedió a su despido. Todo basándose en un argumento sólido y sin fisuras: su opinión, tal como expresó en la publicación de Truth Social. En un gesto que resuena con el manual autoritario y que recuerda a la verdad orwelliana de 1984, Trump ha decidido que los únicos datos fiables son aquellos que él decida bajo su criterio.
“En mi opinión, las cifras de empleo de hoy fueron MANIPULADAS para hacer quedar mal a los republicanos y a MÍ”, escribía en su red social el viernes. El argumento que ofrecía para justificar el supuesto sesgo político del informe no tenía ninguna base real, y recuerda mucho a los ataques contra aquellos jueces que en los últimos meses han bloqueado sus órdenes ejecutivas. De hecho, Trump ya amenazó con iniciar un proceso de impeachment contra algunos de estos magistrados que se han convertido en un freno para sus aspiraciones absolutistas.
Después de purgar el funcionariado de todos aquellos trabajadores y departamentos que no se alinearan completamente con sus planes para instaurar su agenda política, ahora Trump envía un nuevo aviso: ya no solo se trata de plegarse a la ideología que dicta el presidente, sino a la realidad que él decide, so pena de perder el puesto de trabajo. El futuro director de Estadísticas Laborales tendrá que lidiar con el imperativo de conjugar hechos y deseos, lo que ya ha hecho saltar las alarmas de economistas sobre un posible deterioro de la información con la que se dictarán las políticas económicas.
El despido de McEntaffer no solo supone el riesgo de que los datos que recopile el gobierno a partir de ahora puedan ser menos fiables – algo que a la larga puede tener efectos negativos en la economía del país y en la credibilidad del patrón dólar -, sino que es un reflejo de cómo Trump cada vez se siente más cómodo para dar rienda suelta a sus tics autoritarios.
La incapacidad para lidiar con la realidad, también refleja el nerviosismo de Trump ante un contexto de crisis interna con sus bases MAGA por los papeles del caso Epstein y la impopularidad de los aranceles que están a punto de entrar en vigor. El descrédito es tal, que incluso la cadena amiga Fox News publicó una encuesta que mostraba cómo el 62% de votantes desaprobaban los impuestos a las importaciones, frente a un 36%.
El despido de la directora de Estadísticas Laborales es el caso más llamativo de la voluntad de Trump para controlar los hechos, pero no el único. El pasado mes de julio desaparecieron del Museo de Historia Americana las referencias a los dos procesos de impeachment contra Trump durante su primer mandato. Según la exposición La Presidencia Estadounidense: Una Carga Gloriosa solo “tres presidentes han enfrentado un proceso real de destitución”. Los citados son Bill Clinton y Andrew Johnson, así como Richard Nixon, quien dimitió por el caso Watergate antes de que se iniciara su juicio político.
En cambio, no hay ni rastro del impeachment de Trump en 2019 por abuso de poder por intentar retener la ayuda militar a Ucrania y presionar para que se investigara a Joe Biden, ni el del 2021 por instigar el asalto al Capitolio el 6 de enero. En ambos casos logró salir airoso con una absolución. No ha sido hasta que el Washington Post destapó la falta de las referencias a los juicios políticos del presidente, que el Smithsonian ha respondido diciendo que las recuperará “en las próximas semanas”.
La desaparición de las menciones al impeachment en el museo llega después de la orden ejecutiva que Trump firmó en marzo para eliminar la “ideología antiamericana” de los centros que gestiona el Instituto Smithsonian. Restaurando la Verdad y la Cordura en la Historia Estadounidense, se titula el documento.
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