Respuestas ante la creciente inmigración
Diario de noticias de Gipuzkoa, 07-09-2006Respuestas ante la creciente inmigración
UNA de las noticias más repetidas durante este verano ha sido la continua llegada de inmigrantes africanos a las costas de Canarias. Se calcula que en lo que va de año más de 20.000 personas han conseguido llegar al archipiélago buscando un futuro mejor. Esta cantidad supone en torno al 5% del total de inmigrantes extranjeros que llegan a España (la mayoría de ellos lo hacen a través de la frontera con Francia o utilizando vuelos transoceánicos desde Latinoamérica). Los datos ponen de manifiesto que la inmigración sigue creciendo a pesar de los intentos baldíos de los Gobiernos por controlarla.
La inmigración es un fenómeno puramente económico. Las personas cambian su lugar de residencia con el objetivo de conseguir un trabajo que les reporte una mejor calidad de vida. En el caso de la inmigración de africanos hacia Europa, la aventura no es ninguna elección, sino la natural búsqueda de la supervivencia. Y vuelvo a la cifra de 20.000 personas porque ésta es la cantidad aproximada de personas que fallecen de pobreza extrema cada día en el mundo en el que vivimos (la mayoría de ellos en África y dos terceras partes del total son niños). Esta gente que se embarca en una patera ha visto morir a sus padres, hermanos o hijos y deciden buscarse un futuro mejor allá donde puedan intentarlo.
La inmigración masiva tiene una única solución definitiva: ayudar económicamente a los países pobres para que las condiciones económicas mejoren y logren superar la trampa de la pobreza. En El final de la pobreza , libro que recomiendo fervientemente su lectura, el economista norteamericano Jeffrey Sachs propone un plan colectivo para erradicar la pobreza. Para llevar a cabo su plan, se necesitarían 150.000 millones de dólares al año, lo cual supone duplicar la ayuda financiera actual que conceden los países desarrollados (OCDE). Esta cantidad resulta abrumadora en términos absolutos, pero no deja de ser modesta en términos relativos porque representa únicamente el 0,5% del PIB de los países de la OCDE, inferior a la vieja propuesta del 0,7% y equiparable, por ejemplo, a los gastos militares del último año en Irak. Este dinero se destinaría al cumplimiento de los objetivos recogidos en la Declaración del Milenio aprobada por Naciones Unidas (ONU): reducir el hambre, universalizar la enseñanza, eliminar las desigualdades de género, reducir la mortalidad infantil, combatir el sida y la malaria, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y aliviar la deuda de los países pobres. Sachs defiende una forma de actuar basada en un diagnóstico incisivo de las causas de la pobreza en cada región, con un análisis sobre el terreno de las necesidades básicas y las medidas apropiadas para favorecer el progreso económico acompañado de tareas de seguimiento y control externo. Los resultados de su plan son esperanzadores: en el año 2025 la pobreza podría desaparecer del planeta como fenómeno de masas. Y con ello la inmigración masiva también desaparecería.
Occidente tiene dos alternativas ante la problemática actual: enfrentarse a la inmigración con el control de fronteras o buscar la solución definitiva a través de la erradicación de la pobreza. Las democracias se basan en los deseos de los ciudadanos expresados a través de sus votos, y éstos habitualmente se preocupan más por lo que ocurre en su país que por la situación económica del resto del mundo. Además, la llegada de inmigrantes resulta hasta cierto punto beneficiosa para los países ricos por su capacidad de generar crecimiento económico y garantizar el sistema de la seguridad social y las pensiones futuras.
Por último, no podemos obviar los intereses creados gracias a las diferencias Norte – Sur (acreedores de la deuda que cobran intereses, industrias destinadas a producir alimentos para el tercer mundo, burocracia y corruptelas, temor a la entrada en los mercados mundiales de potenciales competidores provenientes de estos países, ). Por todo ello, la elección del bloque rico ha sido la de no hacer nada (o hacer muy poco) para luchar contra el subdesarrollo y desocuparse del problema de la inmigración dejándolo casi todo en manos de las ONG. La única reacción de los Gobiernos en EEUU y Europa ha sido la de aumentar el control de fronteras para parchear el problema. La sociedad debe reflexionar y exigir un cambio de políticas por un compromiso claro de lucha contra la pobreza, que siga la línea propuesta por la Declaración del Milenio y por Jeffrey Sachs. Pobreza e inmigración son dos cuestiones totalmente inseparables. Sólo la eliminación de la pobreza permitirá la desaparición del fenómeno de la inmigración de masas.
* Doctor en Economía por la Universidad Pública de Navarra (UPNA)
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