Hablan los desarraigados de Torre Pacheco a los que querían "cazar": "Yo no tengo rey, ni Felipe ni Mohamed, tampoco bandera"

Una generación de jóvenes de ascendencia magrebí, pero que nacieron o crecieron en Murcia, sienten que no son españoles ni marroquíes. Viven entre dos mundos: lucen tatuajes, prohibidos en el Islam, pero tienen costumbres musulmanas, como no comer cerdo, por respeto a sus mayores. El sociólogo Paulino Ros sostiene que "hasta ahora ha habido una coexistencia de conveniencia" y que "existe un muro educativo" hacia ellos

El Mundo, Andros Lozano, 21-07-2025

A. detiene su bicicleta en una plazuela vacía cuando el reportero de Crónica le pide hablar unos minutos. Se trata de un veinteañero de espalda ancha, con pelo largo en la parte central de la cabeza y rasurado en costados y nuca. Es uno de los organizadores de lo que define como «una pequeña guerrilla urbana» de jóvenes que, durante cuatro noches, salieron a la calle para oponerse a los ultras que querían llevar a cabo «una cacería» contra el inmigrante en Torre Pacheco (Murcia, 40.000 habitantes). El conflicto tuvo su origen el miércoles 9 de julio, cuando Issam B., marroquí de 19 años, le propinó una paliza a un vecino, Domingo, de 68.
El viernes posterior prendió la mecha. Y dos días después, el domingo 13, una turba de 50 neonazis con pasamontañas y cascos de moto reventaron con bates de béisbol y palos un negocio de comida rápida, el Don Kebab.
A. cuenta que el primer día de los disturbios «los zagales» del barrio comenzaron a juntarse para ver cómo podían «reaccionar» a la amenaza que intuían, ya que por las redes sociales veían que la protesta radical se iba a centrar en San Antonio, la barriada pachequera donde se concentra gran parte de la población de origen marroquí que reside en el municipio, alrededor de 6.300 personas de un total de casi 7.000 africanos y de algo más de 11.600 extranjeros.
«Abrimos un canal de Telegram para organizarnos. Uno proponía una cosa. Otro, otra, y así…», explica A. El joven pide mantenerse en el anonimato para hablar con el periodista. Dice que no quiere preocupar a su madre.
Un grupo de jóvenes magrebíes en el barrio pachequero de San Antonio,
Un grupo de jóvenes magrebíes en el barrio pachequero de San Antonio, una de las noches de presión ultra sobre la barriada. ABEL F. ROS (ÁRABA PRESS)
Aquellos chicos, muchos de ellos adolescentes, acordaron incrustar «clavos en palos», hacerse «con piedras y adoquines», reunir algún machete, algún hacha, petardos, una lanzadera… La Policía Local acabó requisándoselos. «Teníamos que defender nuestras casas, a nuestras madres…», argumenta.
«Teníamos mucho miedo. Nadie sabía lo que iba a pasar», recuerda A. «Nos querían atacar por ser musulmanes, por hablar árabe… Muchos de esos chicos que salieron conmigo a la calle son nacidos en España, pero de padres marroquíes. Vernos señalados nos hizo sentir aún más desarraigados. Es como vivir en tierra de nadie. Yo nací en Torre Pacheco, pero no tengo la nacionalidad. ¿De dónde soy, entonces? ¿De Marruecos, de donde vino mi padre hace 30 años a trabajar en el campo y ya está jubilado, o de España, donde no tengo queja, pero se me mira mal en cuanto hay un problema?».
Mientras A. continúa con su explicación, varios chicos del barrio se unen a la charla. Uno de ellos se llama Samir, tiene 20 años. Muestra sus redes sociales, donde no deja de recibir amenazas de muerte desde perfiles vinculados a la extrema derecha.
«Nos dicen pelobrócolis porque muchos tenemos el pelo rizado. Nos atacan por ser distintos a ellos. Yo, a mi edad, tengo ya más años cotizados que muchos de esos que han venido a cazarnos».
—¿Te sientes igual que tu amigo, desubicado, sin saber muy bien a qué sociedad perteneces?, pregunta Crónica.
— Imagina que te pasa esto, le dice al reportero—. Nosotros somos los awlad eljarej, los hijos del extranjero, cuando vamos a Marruecos, pero los moritos cuando volvemos aquí. Somos españoles de segunda o de tercera, y marroquís que sólo pisamos el país de nuestros padres en verano, cuando vamos de vacaciones a ver a la abuela. Llegamos al pueblo y nos miran raro. Volvemos, y volvemos al barrio, a hacer el trabajo que otro no quiere porque es muy duro y se paga mal.
Lo ocurrido en Torre Pacheco durante la última semana y media ha puesto el foco sobre una generación de jóvenes residentes en el municipio. La mayoría de la decena de chicos consultados para este reportaje dicen sentirse desencantados con la sociedad en la que viven.
Sus padres, de origen extranjero, llegaron para ganarse la vida trabajando en la industria del campo, el gran polo económico del municipio. Ahora, sus hijos expresan un sentimiento de desarraigo hacia el país que les acogió de críos o donde nacieron, pero también hacia la tierra de la que proceden sus familias. No son ni de aquí ni de allá. Tienen costumbres occidentales y no se ciñen a ataduras religiosas, pero carecen de sentimiento de pertenencia.
«Me considero musulmán, pero no rezo cinco veces al día. He bebido alcohol. En cambio, no como cerdo por respeto a mis mayores. Mis amigos tienen tatuajes. A ojos de los autóctonos, soy uno de ellos, pero claro, hablo árabe y tengo rasgos de uno de fuera. Eso influye en mi día a día», dice por teléfono Abdel, de 19 años.
El chico trabaja en una empresa de envasado de productos agrícolas. Asegura que sus padres preferían que trabajase a que estudiara. Dejó el instituto a los 16 años. Sale con una chica española. Piensa que su relación sentimental en una ciudad pasaría más desapercibida, que «nadie se metería en ella», pero que en un pueblo de 40.000 habitantes eso «es imposible».
Los jóvenes marroquíes de Torre Pacheco (Murcia) sienten que no son es
Los jóvenes marroquíes de Torre Pacheco (Murcia) sienten que no son españoles ni marroquíes. ABEL F. ROS (ÁRABA PRESS)
«Mi novia es pachequera, como yo. Pero para sus amigas ella está con un moro. Más de una vez le han dicho que en unos años querré que vaya con pañuelo, que preferiré que no salga sola de casa… Muchas me ven y sólo “hola y adiós”».
— ¿Y tú, cómo te identificas?, le cuestiona el periodista a Abdel.
— Yo, amigo, soy de aquí, de mi barrio, de mi gente, de San Antonio. No tengo rey, ni Felipe ni Mohamed, y tampoco tengo bandera. Siempre seré de donde me lleve la vida.
— ¿Piensas que los pachequeros han sabido distinguir su hartazgo de la criminalización que algunos hacen de la comunidad magrebí?, insiste el reportero.
— Se ha utilizado lo que han hecho tres delincuentes para comenzar una cacería. La gente de Vox, de Desokupa, los de Frente Obrero, son racistas. Yo admito que hay chicos que han venido al pueblo en los últimos meses que están generando problemas. No sé si son pateras recién llegados, antiguos menas… Nosotros los vemos y sabemos que son nuevos. También hay chavales de mi edad sin estudios que se pasan el día bebiendo y fumando porros.
COLEGIOS CON 100% DE ALUMNADO MARROQUÍ
El sociólogo pachequero Paulino Ros explica que lleva cerca de 40 años viendo llegar magrebíes a su pueblo. Sostiene que «esa coexistencia ideal» nunca se ha producido porque «hay un rechazo al moro, al otro, al distinto». A su juicio, «es racismo, islamofobia, aporofobia, todo junto». Piensa que «no es de ayer ni de hoy», sino «de principios de los años 90», cuando comenzó a crecer la comunidad magrebí.
«Hasta ahora ha habido una coexistencia de conveniencia (…) Los agricultores han ganado mucho dinero con mano de obra muy barata (…)», prosigue Ros. «A veces hago el ejercicio de ponerme en la piel de un chaval de 14, 15 o 16 años que se llama Mohamed, o de una chavala que se llama Fátima. La frase que más han escuchado desde que entran en el sistema educativo es “moro de mierda, vete a tu país”. Hay colegios públicos con el 100% de alumnado marroquí. La administración pública ha creado guetos. Impedir la mezcla ha hecho mucho daño. La población local, los hijos de los empresarios agrícolas, se han educado en colegios que en un principio fueron privados y luego, concertados. Hay un muro educativo».
Tras la agresión a uno de sus vecinos, el alcalde de Torre Pacheco, Pedro Ángel Roca (PP), aseguró que en su pueblo llevaban meses notando un repunte de la delincuencia de baja intensidad. Dijo que los pachequeros estaban cansados de ver, cada vez con mayor frecuencia, que quedaban impunes los robos en viviendas, a grupos de adolescentes, en naves de agricultores…
Crónica ha intentado, durante la última semana, entrevistar al regidor para preguntarle acerca de cómo es la convivencia en el municipio que gobierna o sobre sus políticas de integración a nivel local. Se le enviaron varias cuestiones a través de su gabinete de prensa. Pese a la insistencia, no respondió.
4 MESES DE CÁRCEL UN DÍA ANTES
El martes 8 de julio, un día antes de agredir, presuntamente, a un vecino de 68 años de Torre Pacheco, Issam B., marroquí de 19 años, fue condenado en un juicio rápido a cuatro meses de cárcel por un atentado contra la autoridad, como desveló EL MUNDO en exclusiva. Agredió a un agente de la Policía Local cuando acudió a identificarlo y detenerlo porque se habían presentado dos denuncias contra él. Una, por el intento de robo de un reloj a un jubilado, la mañana del lunes 7 de julio. Una hora después, robó una bicicleta BH de un garaje.
Cuando una patrulla policial encontró a Issam B. por Torre Pacheco, el delincuente empujó a uno de los agentes y le dijo «vete a tomar por culo». Fue arrestado y pasó a disposición judicial. Se le abrieron tres procedimientos distintos (atentado a la autoridad, delite leve por hurto, y tentaviva de robo y delito leve de lesiones). Dos de esos casos se solventaron mediante juicio rápido. El fiscal pidió seis meses de cárcel por el atentado contra un agente de policía. Issam B. admitió los hechos, por lo que se le redujo la pena en un tercio. Se le impuso una condena a cuatro meses de cárcel.
En Torre Pacheco, casi un tercio de sus 40.000 vecinos son de origen e
En Torre Pacheco, casi un tercio de sus 40.000 vecinos son de origen extranjero. ABEL F. ROS
En el caso del robo de la bicicleta, se le impuso una pena de 120 euros por un delito de hurto. El único procedimiento que se quedó sin ser juzgado es el que atañe al intento de robo de un reloj a un vecino de que ronda los 70 años de edad. Los hechos ocurrieron a las 06.23 horas del lunes 7 de julio, dos días antes de la paliza que le propinó a Domingo, otro pachequero, y por la que ya se encuentra en prisión tras ser detenido en un tren en Rentería (rente). Pretendía llegar a Irún. Los investigadores piensan que quería huir a Francia, donde tiene a conocidos.
Issam B. está citado el próximo 29 de julio por el Juzgado de lo Penal número 1 de Cartagena. Se le acusa de la presunta comisión de un delito de tentativa de robo con violencia y un delito leve de lesiones. La víctima del intento de robo sufrió un corte en la muñeca como consecuencia del tirón producido por Issam B. para tratar de llevarse su reloj. La Fiscalía solicita contra él un año de cárcel.
Issam B. llevaba un par de semanas en Torre Pacheco cuando cometió dichos delitos. Residía en Barcelona. Se investiga qué hacía en la citada localidad murciana. Tanto el agresor como al menos uno de los otros dos jóvenes que estaban con él el miércoles 9 de julio, la fecha de la agresión a un vecino de 68 años, habían pasado por un albergue de Torre Pacheco y luego estuvieron durmiendo en un edificio abandonado, próximo a las vías del tren que pasan por la localidad.
«Yo no soy culpable de nada de lo que hagan esos tres chicos por el hecho de compartir procedencia o religión », dice Abdel. «El nombre, el aspecto, nuestro otro idioma, nos marcan. Y no para bien».

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