Los ultras fracasan en su intento de desatar una nueva cacería en Torre Pacheco
La asistencia a la nueva concentración convocada por grupos neonazis y ultraderechistas en el municipio murciano no llega a doscientas personas.
Público, , 16-07-2025Pese a ubicarse en Murcia, en Torre Pacheco se esperaba una noche toledana cargada de correcalles con la Guardia Civil, palizas a personas migrantes y otros disturbios varios, sin embargo, los diferentes grupos y personalidades ultras no han conseguido convocar a más de cien personas en la plaza del ayuntamiento que apenas han logrado increpar a un par de periodistas.
Amplificada principalmente por Daniel Esteve, cara pública del grupo paramilitar Desokupa, y la organización neonazi Deport Them Now, cuyo líder fue detenido el mismo martes, se esperaba una grandísima asistencia de manifestantes no solo de Torre Pacheco, sino también de otros muchos puntos de España.
Tras varios días de disturbios y cacerías xenófobas tras la agresión al anciano de 68 años, la Delegación de Gobierno de Murcia decidió activar un gran dispositivo conformado por más de 100 agentes de la Guardia Civil –entre ellos, del grupo especial GRS– con el objetivo de garantizar la seguridad en las calles del municipio y evitar que se repitieran las escenas de los anteriores días.
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Momento en el que la ultraderecha acosa a la reportera de Malas Lenguas (TVE)
Momento en el que la ultraderecha acosa a la reportera de Malas Lenguas (TVE)
La manifestación ultra, convocada a las ocho de la tarde en la plaza del ayuntamiento sin autorización, fue amargamente maridada para sus simpatizantes desde un rato antes cuando Daniel Esteve, uno de sus mayores instigadores, subió un vídeo donde informaba de que había sido interceptado por agentes de la Benemérita y escoltado hasta la salida del pueblo. “Es culpa de Marlaska”, afirmaba en el videoblog donde se excusaba. Junto a él, también habría sido expulsado del municipio el influencer Vito Quiles, quien se encontraba en el municipio con escolta privada desde por la mañana.
Pese a la insistencia en redes y los amenazantes mensajes que soltaron con cuentagotas desde diferentes plataformas ultras, a las ocho en un punto no eran más de doscientos los concentrados en la plaza, quienes se camuflaban entre el mar de cámaras y cascos de protección que los muchísimos periodistas desplegados llevaban ataviados por temerse lo peor.
Entre los concentrados, se podía escuchar algún acento murciano, pero también muchos de otros lugares de España. Era destacable también la presencia de varios neonazis perfectamente reconocibles gracias a sus tatuajes de cruces gamadas, botas de seguridad y deltoides con hipertrofia hormonal. Además, hasta la plaza también acudieron varios seguidores de Frente Obrero, el partido digital que dirige el empresario Roberto Vaquero.
Tras la lectura de un manifiesto por parte de estos últimos, la alargada plaza quedó en cierto silencio tras entrar en la entendedera colectiva que los concentrados eran pocos, muchísimos menos que los esperados en sus más pesimistas predicciones.
Rápidamente, como si quisieran cambiar el punto de mira de la concentración, los ultras se olvidaron de que se estaban manifestando contra los inmigrantes y comenzaron a acosar a una reportera de Malas Lenguas, programa dirigido por Jesús Cintora en RTVE, que trataba de establecer una conexión en directo.
La pequeña horda convocada comenzó a arrinconar bajo los focos del resto de periodistas a la reportera, quien se vio obligada a retroceder sin que la Policía Local o la Guardia Civil intervinieran. Durante más de seis larguísimos minutos, la profesional fue empujada por los manifestantes entre todo tipo de gritos –desde “manipuladora” hasta "comepollas"– alrededor del blanquísimo edificio del Ayuntamiento de Torre Pacheco.
Por fin, tras los interminables minutos, la Guardia Civil intervenía y escoltaba a la reportera para que pudiera ejercer su actividad profesional con cierta seguridad. En ese punto, la concentración había perdido su cariz original y se centraba en odiar a la prensa: “Me fumaría un porro, pero no me atrevo con tantos policías. Luego iré a pillar donde los moros”, declaraba a este periódico un manifestante que sí tenía acento de Torre Pacheco.
En este punto, y tras la lectura de un inteligible manifiesto –no se entendía por la mala megafonía– por parte de una señora con un sombrero de requeté, sonaba un par de veces el himno de España y, otra vez, los pocos movilizados se centraban en atizar a la prensa.
Durante el rato que duró la concentración, el modus operandi era exactamente este: los manifestantes se quedaban calladitos alrededor de alguno de los reporteros de TVE o La Sexta hasta que uno entraba en directo, momento que aprovechaban para rodearlo, soltar todo tipo de brutales insultos y tratar de presionar sobre la línea de beneméritos que custodiaban la zona. Cuando la conexión en directo terminaba, todos callaban y se preparaban para el siguiente minuto de oro.
–Espero que mi madre no me vea en la tele –se escuchaba que alguno decía.
En cuanto la noche fue cayendo, los reporteros, guardias civiles y escasos manifestantes fueron abandonando la plaza. El objetivo inicial de la concentración, según los diferentes grupos de Telegram donde se había organizado, era acudir hasta San Antonio, el barrio de mayoría magrebí, con el objetivo de generar disturbios y quién sabe si desatar un pogromo racial, sin embargo, la enorme presencia policial –tanto en los accesos generales al municipio como en concreto al barrio estaban totalmente blindados– y la casi nula asistencia ultra lograron que la noche trascurriera con tranquilidad.
Esta vez, los ultras se conformaron con salir en la tele.
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