En febrero de 2024, Safia decidió volver a Tinduf para hacer una visita a su familia en los campamentos de población refugiada saharaui, lugar donde ella nació. Tenía ocho años cuando fue acogida en Dos Hermanas (Sevilla) por una familia española, lugar en el que ha vivido desde entonces. Su plan era pasar 20 días de vuelta y ver a su madre, pero cuando tocaba regresar a España comprobó que su pasaporte había desaparecido. Su madre biológica se lo había escondido para que no volviera a Europa. “Ya le has dado mucho tiempo a los españoles”, dijo la madre de Safia para intentar retenerla emocionalmente. Cuando vio que nada funcionaba para convencer a su hija, decidió esconderle el pasaporte y la muchacha quedó atrapada en Argelia contra su propia voluntad.

Durante varios meses, la joven fue presionada por toda la familia para que viajase desde Tinduf (ciudad argelina más cerca de los campamentos saharauis) hasta los campamentos, pero ella se negó en todo momento. Incluso fue amenazada por varios miembros de su familia, según cuenta. “Un tío mío me dijo que si intentaba escaparme me cortaba la cabeza”, recuerda a Público por videollamada desde el lugar clandestino donde ahora se encuentra. En ocasiones, las saharauis que se mudan a España sufren las presiones de sus familias más conservadoras y reacias a que abandonen los campamentos. Pero en mayo de 2024 intentó escapar. Llegó hasta el aeropuerto y denuncia que el Frente Polisario, órgano que representa y lidera al pueblo saharaui desde el exilio, le había retirado los permisos para viajar a pesar de que la mujer es mayor de edad. Fue cuando se dio cuenta de que, a pesar de tener pasaporte español y poder acceder a España, tenía bloqueada su salida del país a petición de su familia. Desde la delegación del Frente Polisario en Madrid explican a este periódico que el caso está judicializado y que tienen que esperar a que se resuelva.

ACNUR se ha puesto en contacto con su familia y círculo cercano para “valorar posibles actuaciones” a realizar e incluso varias diputadas del Congreso de los Diputados enviaron una misiva al Frente Polisario en busca de explicaciones para desatascar la situación que ha provocado que Safia lleve 19 meses retenida en Argelia contra sus propios deseos de regresar a España con su familia de acogida y a su trabajo. La mujer tuvo que huir a Argel y ahora vive escondida en una habitación a la espera de ayuda internacional. “Estoy en una habitación y salgo solo lo justo y necesario y siempre voy acompañada por si acaso. Tengo miedo a que me encuentren y avisen al Frente Polisario. El Gobierno argelino me dice que intente hablar con el Frente Polisario, que ellos no pueden mediar, a pesar de que estoy en territorio de Argelia”.

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En un escrito de respuesta del Frente Polisario a las cuatro diputadas que preguntaron por el caso, aseguran escuetamente que “constan determinadas actuaciones llevadas a cabo por la administración en los campamentos de población refugiada saharaui” sobre el conflicto que mantiene a Safia retenida en el país, pero año y medio después su situación no ha tenido ninguna mejora. A pesar de los conflictos habituales, esta vez España no ha puesto ninguna traba al caso, dado que la joven tiene pasaporte apátrida expedido por España. El Consulado General de España en Argel ha emitido hasta en dos ocasiones los salvoconductos necesarios para el retorno de Safia (uno en mayo de 2024 y otro en febrero de 2025), pero “la negativa de la Embajada Saharaui en Argel a emitir una orden de misión ha bloqueado su salida, pese a que dicha orden no es necesaria para el ingreso a España”, denunciaban las diputadas Esther Gil, Tesh Sidi, Alda Recas y María del Mar González, firmantes conjuntas del escrito de denuncia.

Marisol, madre de acogida de Safia, denuncia el maltrato e injusticia que sufre la mujer saharaui. “Safia ha sido muy responsable, se ha portado de maravilla con sus padres y a la hora de volver lo que le han hecho no tiene perdón. Es una injusticia lo que hacen las autoridades con ella, no tienen derecho a no permitirle salir del país. A la hora de volver, la madre le había quitado el pasaporte y el NIE. No quieren que esté en España. Según ha dicho la madre, la prefiere muerta que en España. Quieren casarla y que se quede en los campamentos. Lleva 19 meses encerrada en un cuarto sin poder salir. Tiene mucho miedo, cada vez que oye un ruido cree que van a por ella”, denuncia a este periódico.