Política de caimanes

La Vanguardia, , 07-07-2025

“Hoy las ciencias avanzan una barbaridad”, cantaba Don Hilarión en La verbena de la Paloma. Si el autor de esa zarzuela, Ricardo de la Vega, la escribiese este año infame de 2025, quizá usaría otra palabra para describir los avances humanos y tendría que ser una de estas: barbarie, brutalidad, bestialidad o monstruosidad.

Las cuatro son aplicables a acciones que los medios difunden a diario. ¿Cómo calificar, si no, los asesinatos de gazatíes inocentes y hambrientos que cometen el delito de intentar recoger alimentos en un puesto de reparto de ayuda humanitaria? ¿Cómo catalogar el bombardeo de colegios y hospitales con resultado de matanzas de médicos, niños, enfermos o sus familiares? ¿Bajo qué denominación de la crueldad situamos las imágenes de tortura en países que hemos admirado por sus leyes y tradiciones democráticas? ¿Y qué consideración merecen los gobernantes que permiten que en su país haya imágenes de niños famélicos, esqueléticos, condenados a morir de inanición, mientras ellos se llenan la boca de expresiones como Estado de bienestar?

El último ejemplo de progreso bárbaro, brutal, bestial o monstruoso tenía que proceder y procede del imaginativo señor Trump, todopoderoso presidente de los Estados Unidos de América: acoger piadosamente a inmigrantes sin papeles en una prisión rodeada de caimanes y serpientes. El ilustre mandatario quiso anunciar personalmente ese refugio, desde la convicción de que es uno de los grandes avances de su mandato, que solo un hombre valeroso como él puede concebir y desarrollar, en beneficio de América, hasta ahora víctima de impresentables demócratas que estuvieron a punto de hundir a su nación en la miseria y el caos.

Serpientes y caimanes son una inversión: no necesitan ser formados para su misión terrorífica. Son como nuevos policías: instrumento de garantía del orden. Y con una función social: garantizan que un chileno o un senegalés no le quitará el puesto de barrendero a un nacido en Illinois.

Quedo a la espera de un próximo premio World Press Photo, que ofrecerá al mundo el gran espectáculo de la factoría Trump: un caimán en su patriótica tarea de devorar a un ser humano. No tengáis duda: veremos esa foto, y la veremos premiada. Trump la necesita para ganar prestigio y credibilidad.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)