Entrevista a José Abu-Tarbush
"Nadie pide la destrucción de Israel, sino el fin del régimen colonial y de superioridad racial"
El experto en relaciones internacionales habla con 'Público' del deterioro de la democracia de Israel y de las escasas posibilidades de los palestinos de recuperar sus derechos.
Público, , 07-07-2025José Abu-Tarbush e Isaías Barrañeda, autores de Después del genocidio (Catarata, 2025), consideran que llamar “guerra” al enfrentamiento asimétrico entre el ejército de Israel y la resistencia palestina, obliga a hacer muchas matizaciones. La mayoría de ellas pueden acogerse bajo el concepto de guerra colonial. También tiene tintes de guerra total premoderna, en las que “se masacraba conscientemente a civiles, se les sometía a hambrunas, se destruían planificadamente ciudades o se desplazaban a poblaciones”.
En 1948, Israel pudo despojar de la tierra a sus habitantes palestinos, algo que se complicó en los posteriores estallidos armados, debido a la intervención diplomática de una jovencísima ONU. Pese a su tibieza, la vigilancia internacional dificultó que el proyecto sionista continuara expulsando a los palestinos, si bien lograron desplazar a unas 200.000 personas. A partir de ese momento, explican los autores, se puso de manifiesto el dilema israelí entre “maximizar la geografía palestina y minimizar la [su] demografía”. Entonces, llegó el 7 de octubre.
¿Fueron los ataques del 7-O la excusa perfecta para que Benjamín Netanyahu iniciara el exterminio de la población palestina?
El Gobierno de Netanyahu es, de todos los gobiernos de la historia de Israel, el que tiene el carácter más nacional-populista, chovinista, partidario de la supremacía racial y del apartheid. Es partidario de la anexión de todos los territorios palestinos, de Gaza, pero también de territorios de Siria y Jordania. Netanyahu utiliza el 7 de octubre como Estados Unidos utilizó 11 de septiembre, para intentar imponer su hegemonía en Oriente Medio y prolongar ese gobierno de unidad nacional que hace aguas. Obviamente, Netanyahu también quiere evitar enfrentarse a la justicia israelí por las tres causas que tiene pendientes.
Pero si lees el plan de su ministro de finanzas, Bezalel Smotrich, verás que lo que se persigue es la anexión de iure de los territorios palestinos que, de facto, ya se está llevando a cabo. Los palestinos quedarían confinados en sus pequeñas aldeas y ciudades y a aquellos que no acepten la soberanía israelí se les invitará a irse a vivir a otro país. Es decir, que serán transferidos. En ese sentido, el 7 de octubre sirve para llevar a cabo su plan maximalista.
Desde el primer momento los miembros del Gobierno lanzaron proclamas para expulsar a los palestinos de su territorio. Se llegó a hacer un congreso de colonos, pues son ellos los que están gobernando una parte de lo que constituye el actual Gobierno israelí. Lo que estos plantean es evacuar a toda la población palestina, expulsarla y colonizar ese territorio. Y esto ha sido refrendado por Donald Trump, quien dice que los palestinos deben de ser desplazados, acogidos por Egipto, por Jordania o terceros países y crear una riviera en Gaza.
Parece que hay una simbiosis entre Israel y el momento geopolítico. Ustedes cuentan que, durante los primeros años de vida del país, el choque entre Israel y el mundo árabe se leyó en términos de la Guerra Fría. ¿Es Israel un espejo del momento geopolítico de turno?
Una puntualización. Nosotros no decimos que el conflicto de Israel con el mundo árabe sea producto de la Guerra Fría, sino todo lo contrario: que el conflicto se bipolariza. Pero cuidado, al lado de EEUU también había países árabes. Actualmente los sigue habiendo.
El sionismo, antes de la creación de Israel, ya buscaba aliarse con la potencia mundial predominante, como Gran BretañaDe hecho, EEUU no fue el país que más apoyó a Israel en sus inicios, sino Francia. El apoyo incondicional y ciego de EEUU comenzó con la Guerra de los Seis días, en 1967. Era el momento de la guerra de Vietnam y EEUU empieza a retroceder [en Asia], así que se apoyó apoya en Israel como su pivote en esa parte del mundo. Es a partir de ahí que se genera una especie de simbiosis entre ambas políticas.
Israel está completamente alineado en el bloque occidental desde antes de su creación. El movimiento sionista siempre ha buscado aliarse con la potencia mundial predominante en el sistema internacional.
Sin embargo, ustedes explican que Israel no es una democracia liberal, como la mayoría de sus aliados defienden. Eso de “la única democracia de Oriente Medio”…
Claro que no es una democracia liberal. Israel ha ido evolucionando hacia una democracia iliberal, y eso está vinculado al proyecto colonial. No puedes ser una democracia al mismo tiempo que eres una etnocracia, es decir, una democracia solo para los judíos, al igual que la Sudáfrica del apartheid era una democracia solo para los blancos. Es evidente cuando ves que es un Estado con dos regímenes, uno para los judíos, que tienen derecho a la autodeterminación, y otro que va en detrimento de otra parte de la población, los palestinos. Se trata a Israel como si fuera una democracia, pero se tiene que acabar ese mito. En el mejor de los casos es una etnocracia. Ese iliberalismo tiene que ver con ese componente colonial.
Volvamos a la colonización y a su valedor antes de la EEUU.
Antes de de la colonización de Palestina, su gran defensor era Gran Bretaña, que fue quien apadrinó el proyecto sionista en Palestina. Cuando Gran Bretaña es relevada por EEUU, a partir de la Segunda Guerra Mundial, será este el que más los apoye, a partir de la Guerra de los Seis días. Esta alianza adquiere varias denominaciones: alianza especial, alianza estratégica inquebrantable, etcétera. Esto nos habla de que Israel es, de alguna manera, un bastión de EEUU en Oriente Medio.
Solo tenemos que mirar la actualidad. En la última etapa Israel ha intervenido en Palestina, en el Líbano, en Siria, en Yemen y también en Irán. Es decir, está imponiendo un orden regional bajo el patrocinio y la complicidad estadounidense. EEUU solo tuvo que intervenir para rematar la faena en Irán porque tenía un armamento, las bombas antibúnker, del que carecía Israel. Esto nos habla del papel que cumple Israel en esta parte del mundo.
No hay ningún otro Estado en el mundo con tanta impunidad como Israel. Aquí hay que tener en cuenta también la complicidad de otras potencias europeas, como Reino Unido, Alemania o Francia, por citar las tres más importantes. A ningún otro régimen se le hubiera permitido este genocidio, que ha sido transmitido por las propias víctimas a diario, en directo, durante casi dos años.
La ciudadanía tiene claro que es un genocidio, pero la UE todavía no ha visto motivos para adoptar sanciones
Cualquier persona ajena a la política internacional tiene claro lo que está pasando, pero la UE todavía no ha visto motivos para adoptar sanciones contra un Estado que está cometiendo, como mínimo crímenes de guerra y lesa humanidad. Y que ya lo hacía mucho antes del 7 de octubre.
Hay acusaciones muy graves por parte de la Fiscalía del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ)…
Para que exista un genocidio no tiene que haber una sentencia en firme del TIJ. Hay genocidios que no están tipificados, como el de Armenia 1923. De hecho, cuando ocurrió el genocidio armenio todavía no existía tal concepto, ni siquiera el TIJ. Pero actualmente hay organizaciones no gubernamentales como Médicos Sin Fronteras, Human Rights Watch u otras que hablan de genocidio. Incluso el exprimer ministro israelí Ehud Olmert, que era de Likud, o sea, un señor conservador y partidario del Gran Israel, habla del Gobierno de Netanyahu como “criminales de guerra” en un artículo de Haaretz. Y, sin embargo, la UE todavía no ha visto motivos para sancionarlos.
Ustedes dicen que Israel terminará “pagando el precio del genocidio” en Gaza. ¿Cómo comulga esto con su evidente dominio militar y la impunidad con la que cuenta?
Es una pregunta que yo también me hago. Nosotros nos hacemos eco de lo que Ilan Pappé [historiador israelí exiliado en Inglaterra] está diciendo: que este es el principio del fin. Pappé explica que ha habido un punto de inflexión en el que Israel ha rebasado una línea roja y que probablemente estemos ante un declive de la ideología sionista como ideología de carácter colonial y de supremacía racial, que parece insostenible en pleno siglo XXI.
Nosotros consideramos que Israel ha perdido relato. Se impone por la fuerza pero no convence. Es decir, no logra solucionar el problema que subyace, que es la cuestión palestina. Tiene dos opciones: o aniquila a todos los palestinos o se sienta y busca una solución. Lo primero va a ser difícil, aunque es obvio que está apostando por esa opción.
Netanyahu tiene dos opciones: aniquilar a todos los palestinos o sentarse y buscar una solución. Ha optado por la primeraEsta violencia no es gratuita, sino que busca la limpieza étnica. Francesca Albanese, la relatora especial de la ONU de los Derechos Humanos en los territorios palestinos ocupados en 1967, dice que el genocidio es la herramienta que está utilizando Israel para cometer una limpieza étnica en Gaza. Y cuando hablamos de Gaza no debemos de perder de vista Cisjordania, donde más de 40.000 personas han sido desplazadas de sus hogares por la fuerza. Muchos de estos hogares estaban en campos de refugiados, es decir, que era gente que ya había sido desplazada previamente. Los colonos [quienes llevan a cabo muchos de los desplazamientos] son auténticos paramilitares, y bajo el apoyo y complicidad del ejército cometen todo tipo de fechorías.
¿Cuál cree que será el futuro de Cisjordania?
Gaza es la prueba piloto de lo que luego pasará en Cisjordania o en importantes áreas. Y aquí Israel está midiendo el aguante de la opinión pública mundial y de la grandes potencias. Lo que estas no quieren es que Israel le saque los colores. Pero la Administración Trump se ha volcado con Israel, se ha dejado arrastrar a la guerra con Irán, algo que Netanyahu llevaba buscando desde hace décadas.
Creo que ahora lo que Trump pretende es apaciguar la región, que no la paz. Es decir, que le dejen de sacar los colores y buscar un tipo de arreglo. Y claro, en ese arreglo, obviamente pueden discrepar, pero básicamente lo que Donald Trump quiere es seguir con su política de normalización de las relaciones de los Estados árabes con Israel. El broche de oro sería que Arabia Saudí reconociera al Estado de Israel.
¿Cree que es posible?
Después del 7 de octubre, Arabia Saudí ha puesto como condición para el reconocimiento de Israel la creación de un Estado palestino. Pero bueno, esto también es negociable, porque pueden crear una entidad subestatal dependiente del exterior y subordinada a la Autoridad Nacional Palestina y esta, a su vez, a las exigencias e intereses territoriales y de seguridad de Israel. A eso se le puede denominar Estado, aunque creo que Israel se opondrá.
Esto es similar a lo que ya tenían…
Según la cuarta convención de Ginebra de 1949, era responsabilidad de la potencia ocupante administrar a la población palestina y garantizar su seguridad. Es como si pone al zorro a cuidar las gallinas. Israel desplazó esta tarea a la Autoridad Palestina. Dicha autoridad está financiada por el exterior, así que los países occidentales están pagando la ocupación militar a Israel. Y esa administración tiene menos poder que un alcalde en cualquier pueblito de España.
¿En qué contexto podría caer Israel? ¿Tendría que caer antes EEUU?
Creo que debemos ser más comedidos en nuestros análisis. Israel no va a desaparecer de la noche mañana. Los amigos de Israel, capitaneados, entre otros, por el señor José María Aznar, plantean que “si cae Israel, cae Occidente”. Es decir, “caemos nosotros”. Ellos ven Israel como la punta de lanza de Occidente. Pero esto es una magnificación.
Se plantea el apoyo a Israel como una cuestión nacional de los países occidentales. Eso es falso. EEUU ya domina Oriente MedioEs como plantear que el apoyo a Israel es una cuestión de seguridad nacional de los países occidentales. Mire usted, eso falso. Vayamos a la realidad objetiva: EEUU domina Oriente Medio. La mayoría de los Estados de Oriente Medio están alineados en el sistema internacional con EEUU y no pasa nada. De hecho, hemos visto que se ha magnificado al eje de la resistencia [Irán, la Siria de Bashar Al Asad, los hutíes de Yemen, Hamás y Hezbolá en el Líbano].
EEUU domina perfectamente la región. Aquí nadie está pidiendo la destrucción de Israel. Esto es importante recalcarlo para que se entienda. Lo que se que pide es el desmantelamiento del sistema colonial de un régimen de superioridad racial y de apartheid. Es decir, lo mismo que pasó en Sudáfrica. Allí se desmanteló el régimen de segregación racial, pero no desapareció el Estado. Creo que este debería ser el referente.
¿Cómo podría llegarse a ello?
Si vamos a la historia, vemos que en las colonias de asentamiento de población foránea se genera una conciencia de nación. Esto no se puede negar. Los palestinos no lo niegan. El problema no son los derechos de los israelíes, sino equipar los derechos de los palestinos a los que tienen los israelíes. Lo importante aquí es restituir los derechos de la población colonizada, y no tanto si se hace en uno, dos o tres Estados. De hecho, la solución de los dos Estados es un mantra vacío de contenido y de voluntad política.
Hablemos de lo que concierne a los palestinos. Ustedes hablan de que la Primera Intifada mostró los crímenes del sionismo e hizo ganar el relato a los palestinos. Ahora dicen que Israel ha perdido el relato. Pero ¿lo han ganado los palestinos?
Esto es interesante. No hay un trasvase de la pérdida del relato israelí al palestino porque hoy el movimiento palestino está dividido, débil y neutralizándose mutuamente. Hasta la Primera Intifada, Israel parecía el pequeño David rodeado del gigante Goliat, que eran los Estados árabes. Esta imagen se invirtió, porque realmente el pequeño David era la población palestina desarmada frente a la maquinaria militar y colonial de Israel.
En aquel momento había un claro representante legítimo del pueblo palestino que tenía un apoyo casi unánime: la OLP [Organización para la Liberación de Palestina]. La OLP reconoce implícitamente al Estado de Israel y lanza una iniciativa diplomática que venía a decir: “Vamos a terminar este conflicto, nos conformamos con el 22% de nuestro territorio”. Israel desoye esto y continúa con la represión.
Pero a raíz de los Acuerdos de Oslo se evidencia que hay dos estrategias: la de apostar por la vía diplomática y tener una oposición amable frente Israel, y la otra, la oposición a los acuerdos de Oslo, capitaneada por Hamás, que plantea que la resistencia armada sigue siendo legítima frente a la ocupación. Y mucho más ante el fraude de la implementación de Oslo.
Entonces, tenemos por una parte a Hamás y por otra a la Autoridad Nacional Palestina. ¿Por qué no han ganado ahora el relato los palestinos? Porque no hay un actor unificado. Ahora mismo, la ANP ni está ni se la espera y de quien más se habla es de Hamás. Por lo tanto, deberíamos de ir a los derechos de los palestinos como individuos, como seres humanos. Y aquí es donde la sociedad civil palestina debería ser la protagonista, independientemente de sus actores políticos.
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