La 'rentrée' más plácida
Canarias 7, 05-09-2006
Las Palmas de Gran Canaria
Hacía años que la rentrée política no inauguraba un ambiente tan sosegado como el actual. De momento, Zapatero y Rajoy van a entrevistarse, y esa noticia, que no puede calificarse de anómala, parece quebrar la anormalidad en que se venían desarrollando las relaciones entre Gobierno y oposición. El Gobierno, eso sí, tiene entre manos problemas de mayor cuantía, entre los que destacan la inmigración desbordada en las playas canarias y el envío de un batallón engrosado al Sur del Líbano, como fuerza de interposición entre Hezbolá e Israel, dos adversarios que en sus momentos de excitación no se resisten a disparar contra el pianista. Misión peligrosa la de estas fuerzas que intentarán evitar nuevos enzarzamientos en la frontera líbano/isrealí mientras la diplomacia internacional, y especialmente la europea, trabajen a favor de la paz en Oriente Próximo. Pero en esa cuestión, el PP ha envainado sus puñales, al menos mientras Rajoy, que ha mandado callarse a sus halcones, vea respetados en Génova sus criterios.
El Partido Popular va a seguir hostigando lógicamente al Gobierno por su política de inmigración, a la que los populares llaman política de coladero, pero la gravedad del asunto, que se ha izado a primera inquietud de la sociedad, exige al principal partido de la oposición una actitud de entendimiento con el Ejecutivo, sin renunciar a las críticas, pero aceptando que, más allá de las críticas, el consenso se hace ineludible en problemas de Estado, aunque tantas veces se haya eludido. Rajoy y Zapatero se van a entrevistar, y puede intuirse que sus relaciones estarían a punto de normalizarse, dentro de la agresividad política y de cualquier arrebato de furia que vaya a producirse.
Ayer hablaba Rajoy en un tono de cierta placidez persuasiva, muy diferente del habitual entre los halcones de Génova y hasta del que él mismo venía empleando a principios de verano. Algo habrán influido en este cambio las encuestas, que siguen siendo desfavorables al PP, y sin que el PSOE logre subirse a las cumbres de la mayoría absoluta, pero también ha debido de producirse en Génova, en vísperas del nuevo curso, un suave puñetazo de Rajoy en una mesa diciendo que con soldados españoles y sus misiones de paz en el exterior, él ni admite juegos dialécticos, ni juega. Como sólo faltan ocho meses para las elecciones municipales y algunas autonómicas, y menos de tres para las catalanas, Rajoy debe considerarse con derecho a presidir el PP a su manera. Porque sería injusto que Génova le hiciera perder las elecciones y luego le echase la culpa de haberlas perdido. Es decir, lo que parecía escrito en el guión popular. En fin, cosas de la política. La rentrée de Rajoy sugiere un ambiente político de cierto sosiego, al que deberá habituarse el PSOE, y todo ello con los pertinentes arrebatos de furia.
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