Radiografía de la 'generación inquilina': no pueden tener los hijos que quieren, casi el 30% es de origen extranjero y un tercio practica sexo no deseado

El informe de Sira Rego sobre la población juvenil denuncia un contexto de "precariedad" laboral, "falta de vivienda" y dificultades para emanciparse

El Mundo, Olga R. Sanmartín, 27-06-2025

Cada vez más diversos y más escépticos con los políticos y con las instituciones, pero comprometidos con los derechos humanos y algo menos entusiastas con el feminismo. Diversos (casi el 30% ha nacido en el extranjero o es hijo de inmigrantes) y marcados por la precariedad laboral y la dificultad en el acceso a la vivienda, lo que les lleva a retrasar hasta los 30 años, de media, la edad en que pueden marcharse de casa. Son la “generación inquilina”, como la define el sociólogo Carles Feixa, la que por primera vez dedica hasta el 92% de su sueldo al pago del alquiler. Esta imposibilidad de acceder a un hogar condiciona sus vidas: el 72% querría tener hijos, pero sólo es una realidad para el 19% de los treintañeros. El 66% se ve obligado a permanecer en el casa de sus padres o depender de sus ingresos.

La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, ha presentado este miércoles el Informe de la Juventud en España, una radiografía de los jóvenes realizada por el Instituto de la Juventud (Injuve) a partir de una encuesta con una muestra amplia (5.100 participantes entrevistados en persona) en la que han participado ocho universidades y medio centenar de investigadores de cinco disciplinas científicas. La riqueza de este trabajo es que lleva realizándose desde hace 40 años con las mismas preguntas, lo que permite hacer comparaciones.

Feixa, catedrático de Antropología Social de la Universidad Pompeu Fabra y director del estudio, dice que ve a estos chicos y chicas marcados por el estado de “emergencia” que “han provocado la crisis económica del pasado, las crisis sanitaria y bélica del presente y la crisis climática del futuro”. Sin embargo, no han reaccionado con derrotismo, sino con “resiliencia”, intentando “superar los problemas y adaptándose a las nuevas circunstancias”.

1. Pérdida de peso demográfico y más diversidad
Hay 7,6 millones de jóvenes entre 15 y 29 años en España, el 15% de la población. Son 1,3 millones menos que hace 40 años, cuando representaban el 24% del conjunto de habitantes. Como son menos numerosos, han perdido importancia en términos electorales y los políticos no les prestan tanta atención como a los jubilados. “Se está generando una carga económica creciente para unas generaciones actuales y futuras en edad laboral, con cada vez menor peso demográfico”, dice el informe.

Al mismo tiempo, se ha incorporado un buen número de personas de origen extranjero. El 25% de los jóvenes residentes en España ha nacido en otros países, aunque el porcentaje es casi del 30% si se incluye a los hijos de padres inmigrantes. Este porcentaje baja al 17% si se considera la población de todas las edades. La diversidad se concentra especialmente en la franja de edad de los 25 a los 34 años y procede sobre todo de Sudamérica, África y la UE.

2. En casa hasta los 30 años
“La falta de un sueldo digno y de vivienda estable” es la principal “amenaza generacional”, según este trabajo del Injuve. Los jóvenes no se van de casa hasta los 30,4 años, una de las edades de emancipación más altas en Europa. El 66% de chicos y chicas españoles de entre 18 y 24 años sigue viviendo o depende económicamente de sus padres, mientras que ese porcentaje desciende hasta el 17% en el caso de los daneses, al 22% en el de los suecos, al 31% en el de los alemanes o al 44% en el de los franceses. Entre 2011 y 2023, el porcentaje de jóvenes que vive con sus padres ha aumentado en 12 puntos porcentuales en España, mientras que en el resto de países europeos ha disminuido.

En este tiempo, se ha generalizado el alquiler “como única opción de emancipación joven”. Nadie puede comprarse una casa si no es porque le ayudan sus padres. Feixa habla de generación inquilina porque el 56% de los hogares jóvenes se encuentra en este régimen, frente al 19% de la población general. Se ha duplicado el porcentaje de los que comparten piso (son uno de cada seis).

3. Dificultades para tener hijos
Esta imposibilidad de irse de casa lleva a que la edad media de la primera maternidad se retrase hasta los 31,6 años, comparada con los 29 años de Francia y los 30 de Alemania. La tasa de fecundidad está muy por debajo del nivel de reemplazo, con 1,16 hijos por mujer.

En estas condiciones, tener descendencia es algo “irrealizable” para los jóvenes. No porque no quieran sino porque no pueden. El 72% de los que tienen entre 15 y 23 años quiere tener hijos, pero sólo es una realidad para el 15% de las personas de esa franja de edad y para el 19%, en concreto, de los que tienen entre 30 y 34 años. ¿Por qué no los tienen? “Por falta de medios económicos”, responde el 87% de las personas consultadas para la encuesta. En 2008 no tenían hijos el 88% de los jóvenes, pero desde 2019 ese porcentaje está estancado en el 92%.

4. La mujer, cabeza de familia
Mientras tanto, el modelo familiar de varón sustentador del hogar está perdiendo peso, porque han aumentado los hogares donde las mujeres jóvenes son las principales aportadoras de ingresos. El 56% de las jóvenes aporta ya más ingresos al hogar, un amento “significativo” respecto a 2008, cuando eran el 30%. “Este cambio indica una tendencia hacia una mayor igualdad económica entre géneros en los hogares jóvenes emancipados”, señala el informe. Esto ha ocurrido porque cada vez hay más mujeres universitarias (12 puntos más que los hombres) y las mujeres que más estudian tienen mayores ingresos.

5. Más jóvenes que estudian y trabajan a la vez
Se ha triplicado el número de universitarios, pero España sigue teniendo niveles de abandono escolar temprano superiores a la media europea y ha aumentado la población joven que al finalizar la ESO, a los 16 años, no tiene las competencias básicas mínimas en lectura y matemáticas.

Por otro lado, los jóvenes que no estudian ni trabajan (los ninis) se han reducido “sustancialmente” en los últimos 10 años, desde un máximo de 22,5% en 2013 al actual 12,3%. Sigue siendo, eso sí, un porcentaje superior a la media de la UE (11,2%).

Se observa igualmente que las personas que estudian y trabajan a la vez (los sisis) están aumentando desde 2008, alcanzando los niveles que, en 1992, tenían las personas jóvenes que únicamente trabajaban. “Este fenómeno puede estar condicionado tanto por la necesidad de actualizar permanentemente la educación en un mercado laboral competitivo como por la creciente necesidad de que los propios jóvenes contribuyan a costearse los estudios y los procesos emancipatorios”, explica el estudio.

6. “Precariedad laboral juvenil”
Rego defiende que gracias a la reforma laboral de 2022 y a la subida del salario mínimo, ha bajado la tasa de paro juvenil (en 20 puntos porcentuales entre 2021 y 2024) y la temporalidad (del 55% al 36%). El miedo juvenil a perder el empleo se ha reducido desde 1984, pasando del 50% al 14%.

“A pesar de estos avances, las personas jóvenes están aún inmersas en un modelo de empleo precario (dificultad en el acceso, temporalidad y parcialidad involuntarias, sobrecualificación y bajos salarios) que se ha agravado en los últimos años”, señala el trabajo del Ministerio. Los contratos temporales siguen penalizando a las mujeres, con una tasa del 40% frente al 32% de los hombres jóvenes, y también hay desigualdad en la parcialidad (43% de mujeres frente al 28% de hombres).

Además, “la precariedad sigue siendo muy elevada en el primer empleo”, denuncia el trabajo: en 2023, un 20% de jóvenes se incorporó sin contrato o con remuneraciones muy escasas, especialmente en negocios familiares, en investigación y en trabajos informales.

Los sueldos tampoco son para tirar cohetes: la remuneración media para un titulado universitario ronda los 1.500 euros al mes, según los cálculos del estudio. Mientras el IPC ha aumentado un 16% el salario de los jóvenes sólo lo ha hecho en un 8%.

Existe también un elevado porcentaje de personas que tienen la sensación de que su trabajo está poco relacionado con sus estudios: el 26% de los que estudiaron un grado y el 16% de los que hicieron un máster.

5. Desconfianza hacia los políticos
Los jóvenes de ahora se muestran críticos con el funcionamiento de la democracia (le dan un 4,33 sobre 10, frente al 4,73 de valoración de la población general) y muestran una mayor desconfianza hacia las instituciones. Entre 2008 y 2023 ha disminuido la confianza en los políticos (de un 3,56 a un 3,29), en el Congreso (de 4,38 a 4,09) y en la Corona (de 4,94 a 4,30). Por el contrario, la policía y las Fuerzas Armadas son mejor valoradas. Paradójicamente, los jóvenes han aceptados principios inherentes al sistema democrático, como el deber de votar, obedecer las leyes y pagar impuestos. “La juventud desconfía del sistema, pero su implicación lo sostiene, en una suerte de integración crítica”. Al mismo tiempo, hay una intensa “politización” a partir de nuevas formas de participación, como huelgas, manifestaciones autorizadas o recogidas de firmas.

6. Brecha de género ideológica
Los chicos son más de centro derecha y la chicas, más de izquierdas. Hay “una brecha de género ideológica”, que se detecta en cuestiones como el feminismo, la igualdad y los derechos de los colectivos LGTBIQ+, que defienden más las mujeres que los hombres, que también apoyan menos el ecologismo o la defensa de los derechos de los animales.

También hay “polarización” relativa al feminismo, las políticas de igualdad y las identidades. Ha decrecido el apoyo al feminismo respecto a 2020: si en 2019 el 64% se identificaba con esta causa, en 2023 el apoyo se ha reducido al 54%. Incluso hay un sector “minoritario pero significativo” de los jóvenes que comienza a cuestionar la existencia de desigualdades de género y ha crecido el “negacionismo de la violencia de género” tanto en las mujeres jóvenes (en 2019 sólo eran el 5% y ahora son el 13%) como en los hombres jóvenes (del 12% al 23%).

Respecto al sentido de pertenencia a un territorio autonómico, la situación permanece sin cambios desde hace décadas. Sí hay una mayor identificación con lo local, que ha pasado de un mínimo histórico del 30% en 2016 a un 36% en 2023. “En un contexto de globalización y crisis sociopolíticas, las personas jóvenes encuentran en las identidades locales un refugio y un punto de anclaje seguro”. Un 21% se identifica con España, lo que evidencia “la persistencia de la identidad nacional en un entorno globalizado”.

7. El 10% no usa preservativos
Aumenta la importancia por la salud mental, pero se “descuida” la salud sexual. La tasa de problemas psicológicos ha crecido un 590% (de 5.712 casos clínicos por 100.000 habitantes a 39.408), por encima del 450% que ha aumentado en el resto de población adulta. Uno de cada tres jóvenes se encuentra en una situación de soledad no deseada y existe “un importante riesgo” de comportamientos suicidas, frente a un “acceso limitado” a especialistas de salud mental. El informe dice que “a mayor uso de redes sociales, mayor es el porcentaje de jóvenes con bajo bienestar mental y que sufren soledad no deseada”.

La edad media de la primera relación sexual se ha mantenido estable en los 16,5 años, pero en torno al 10% de los jóvenes no emplean ningún método anticonceptivo, especialmente preservativos, un porcentaje que sube hasta el 14% en los encuestados mayores de 30 años.

El 32% de las mujeres afirman haber sufrido “relaciones sexuales no deseadas”. Es decir, ha respondido afirmativamente a preguntas como “no habría querido tener relaciones, pero me forzaron”, “he tenido relaciones que no hubiera querido tener” o “hice cosas de las que no estaba convencida”. En el caso de los varones, este porcentaje se reduce al 19%.

Respecto al uso de pornografía, el 43% accede al menos una vez al mes, frente al 35% que se registraba en 2019. Este incremento se produce tanto en los hombres (del 52% al 63%) como en las mujeres (del 16% al 22%).

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