España frente al mundo
La Verdad, 05-09-2006La IV Conferencia de Embajadores que comenzó ayer en Madrid pretende repasar el papel de España en el mundo y poner al día las prioridades de la acción exterior de nuestro país, con especial énfasis en Europa, Norte de África y Latinoamérica. Esta iniciativa de reunir al menos una vez al año a todos los embajadores, que empezó con el Gobierno anterior, ha sido mantenida por el ejecutivo de Rodríguez Zapatero, si bien los contenidos y la orientación son muy distintos.
En su apertura, el Gobierno ha aprovechado el encuentro para enviar un mensaje de firmeza ante las mafias y a los países que se benefician de la inmigración ilegal – el problema más candente de nuestra política exterior, y pronto de la doméstica – y la vicepresidenta, Fernández de la Vega, que sustituye ya de modo habitual al presidente en los asuntos exteriores, ha advertido seriamente de que el Ejecutivo no tolerará que sigan llegando inmigrantes ilegales, incluso llegando a decir que todos los que han entrado sin papeles saldrán de España, una exageración que la propia realidad desmiente de forma rotunda y para cuya solución, por mucho que se empeñe el Gobierno, no va a haber mucho más apoyo desde las instituciones europeas. La ausencia de competencias plenas, financiación suficiente y voluntad política de Bruselas, a lo que habría que sumar el bajo perfil político de nuestro país en la Unión Europea en los últimos dos años, hacen que las posibilidades de europeizar un problema que realmente tiene una dimensión transnacional, sean más bien escasas; ni siquiera la alianza con Francia está funcionando en este campo, ya que la orientación del Gobierno de Chirac es mucho más restrictiva – París sigue adelante con su política de expulsión de 25.000 ilegales este año – y contrasta con la que hasta ahora ha adoptado el Ejecutivo de Zapatero.
No está mal que el Gobierno comience ya a endurecer el tono de sus declaraciones ante el tremendo problema que supone la inmigración ilegal pero si éste no viene acompañado de una verdadera reflexión sobre la eficacia de las políticas y medidas aplicadas, una vez más no servirá de nada. Y en la Conferencia que se iniciaba ayer no se escuchó un mínimo de autocrítica por la regularización masiva realizada y su incuestionable efecto llamada, ni por la falta de resultados del llamado Plan África, hasta ahora un conjunto de buenas intenciones sin medios ni concreción.
Tampoco se ha visto en esta primera jornada mención alguna a la clamorosa falta de medios humanos y materiales para disponer de una política exterior propia de un país que aspira a estar entre los más avanzados del mundo. En el presupuesto anual apenas se dedica dinero a potenciar el trabajo del Ministerio y de las embajadas, y la carrera sigue hoy teniendo prácticamente el mismo número de diplomáticos que en 1977, o lo que es peor aún: los intentos de reforma de la carrera diplomática han ido hasta el momento en la dirección de rebajar el nivel de exigencia para ingresar y permitir la selección por criterios de afinidad de partido. En definitiva, un panorama que en absoluto responde a los parámetros propios de la política exterior de un país desarrollado.
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