«La UE atraviesa una crisis de confianza en sí misma, una crisis de crecimiento. Se percibe desde las instituciones europeas y en los encuentros bilaterales que mantenemos con los países de la Unión». El ministro de Exteriores definió así ante los embajadores el estado actual del proceso de construcción europea, que en su opinión vive dificultades motivadas por la ampliación, los problemas económicos, los conflictos entre intereses europeos y nacionales, y las «fisuras políticas» que separan a sus estados miembros.

Para superar esas dificultades, Moratinos reclamó «una definición más política del sistema europeo» y «más unidad de acción». Europa, señaló, está «llamada a un mayor protagonismo en la esfera internacional y a unirse aún más en la diversidad» para hacer frente a desafíos como la lucha contra la pobreza, la gestión eficaz de la inmigración, la cooperación al desarrollo y el impulso de una política europea de seguridad común, cuyo «resurgir» vinculó al papel destacado que la UE asumirá en la pacificación del Líbano.

Por su parte, la vicepresidenta afirmó que la crisis provocada por la llegada masiva de inmigrantes constituye una «auténtica prueba de fuego» de la capacidad de la UE de comportarse como «una verdadera entidad política en un tema de interés común y con repercusión en el exterior». De la Vega invitó a los embajadores a «sensibilizar» sobre esta «responsabilidad compartida». Para la número dos del Ejecutivo, un fracaso en las políticas exterior y de seguridad común «puede conducir a una regresión en el ideal de una Europa más unida».